Por Jesús Delgado Guerrero
Una vez instaurado el modelo de convivencia de “todos contra todos” (democracia salvaje), con los clásicos descontones traicioneros y golpes bajos, además del cinismo como norma de todas las prácticas políticas posibles con sus infaltables cuchufletas, el nuevo orden político y social, sustentado justamente en la inversión de todos los valores políticos y sociales (y hasta morales), tiene como referente inmediato a todos aquellos que se afirman como fuentes o actores frecuentes para el espectáculo mediático en eso que fue bautizado como “erinias cibernéticas”, capaces de volver loco a cualquiera antes de liquidarlo con sus propias palabras (así el desplumadero vengativo de desprestigios en la nube).
Tiempos de desquiciamiento político y económico, y ni qué decir electoral, las fuerzas de conservación hacen lo que pueden para, obvio, “conservarse, víctimas de su teología pero aferradas a ella casi hasta el martirio.
Pues bien, según todas esas voces congregadas en el gran vecindario cibernético y hasta presumiblemente en espacios académicos y de presunta reflexión, se suponía que hasta antes de las 07:00 horas del domingo pasado el país estaba hecho menos que una mierda en todos los ámbitos:
¿La economía? Este gobierno y su capitán no saben hacer otra cosa mas que fabricar pobres. Es un dilapidador con megaproyectos faraónicos, casi de tufo milenario como ciertos los malogrados dictadores, dispensador de dádivas a mansalva con dinero ajeno (tipo “gran inversor” a la Ricardo Salinas Pliego o Carlos Slim).
Ha arrasado, sí, dicen, pero con parte importante del aparato productivo privado, con los fondos de estabilización; peor, ha ahuyentado a los “inversionistas” y, en suma, es necesario salvar a la patria del pelafustanaje.
¿Inseguridad? Lo de “abrazos y no balazos” es un simple slogan para escurrir el bulto porque, más prácticos a la hora de ejecutar los cánones del libre mercado, los señores delincuentes se deshacen de la (in) competencia a punta de bala, dejando cuerpos regados donde quieren.
¿Salud? Pero si los miles de muertos por Covid-19 merecen llevar a los tribunales internacionales a los prevaricadores correspondientes que, además, están de regreso a la escena mediática precisamente por tanta irresponsabilidad.
¿Educación? ¿Quién la hecho más daño al modelo que promovía la “meritocracia” (falsa desde luego) y la supuesta cultura del esfuerzo, que este gobierno seudotransformador, el cual se la pasa repartiendo becas a holgazanes, según la cantinela del coro?
Y así se podrían ir enumerando una a una todas las “fallas y trastupijes cuatroteros, (generación de empleo, política agropecuaria, de medio ambiente, de derechos humanos, atracción de inversiones, destructor de instituciones -neoliberales, por cierto- y etc, y etc.) donde según los opositores, la pretendida “Cuarta Transformación” no ha sido otra que una gran deformación y tiene al país convertido en un gigantesco y caótico mojón.
Con todo eso encima, se esperaría que los ciudadanos no hicieran otra cosa que voltear la espalda y continuar por otra dirección, pero esto no ha sido así.
Ganar cuatro de seis gubernaturas no es cualquier cosa y no sería nada más por simple carisma presidencial, como se ha querido insinuar, pues si así fuera, en las elecciones intermedias del 2021 Morena habría repetido cuando menos los resultados del 2018, pero el caso es que no fue así, sino que retrocedió, no mucho, pero sí algo, lo suficiente como para ser frenado en el Congreso federal (menos en los estados, donde igual avasalló a sus adversarios).
Entonces, algo deben estar haciendo bien en este gobierno de la autodenominado “4T” como para continuar tiñendo de guinda al país; o todo lo están haciendo mal pero la oposición no ha sido capaz de capitalizar nada, no ha tenido ideas para hacerle frente y todo se ha reducido a fugaces escándalos mediáticos.
Por contra, y esto parece muy evidente, algo francamente mal están haciendo sus adversarios que, peor, ni siquiera parecen darse cuenta o fingen demencia porque, en el cinismo instaurado, festejan hasta las derrotas. (O quizás todo lo están haciendo bien pero, como en los partidos de futbol, casualmente en el día importante son víctimas de las mala suerte o, según ellos, hasta de la “narcodemocracia” (!puff!).
El caso no es tan simple y va más allá de un simple diván post-electoral, pero la evaluación ponderada y la muy saludable autocrítica no es algo que esté en su catálogo de ejercicios democráticos, principalmente entre los dirigentes opositores que, para decirlo pronto, han conformado algo así como un Frente Cínico Nacional (competencia del supuestamente “cívico” que, igual, tampoco pinta).
Porque hay que respirar profundo para contenerse frente a la lista de “culpables” de la “victoria-derrota”: el carisma presidencial, gobernadores “traidores” (priistas y panistas por igual, se supone), el “narco”, el populismo y sus dádivas mediante programas sociales, el despliegue de “mapaches” y toda una caterva de tipos (y tipas) acarreando gente a las urnas y…
A tal grado está la cosa que ni siquiera militantes y simpatizantes se tragan las cuchufletas de los representantes de este champurrado partidario-empresarial denominado “Va por México” (incluso ya se piden cabezas). Que se recuerde, nunca una oposición política en el país habría estado tan vacía de casi todo.
Esto es grave porque a ese paso el país no va a tener mas que una oposición poco menos que testimonial, de grito y sombrerazo mediático, sin ideas, totalmente zombi, frente a un partido (un movimiento, propiamente dicho) que a pesar de todo sigue avanzando (y todo, es todo, es decir, desde corrupción evidente hasta democracias familiares, pasando por errores de políticas públicas, improvisaciones y otras, con el añadido además de la simulada pero existente y vieja confederación de fuerzas encontradas -Carlos Monsiváis, dixit- que ha caracterizado a la supuesta “izquierda” doméstica).