***Por Jesús Delgado Guerrero
El actual gobierno en el Estado de México recibió, en el 2017, unas finanzas públicas algo menos que cercanas al desastre, con un endeudamiento que obligó a la autoridad a practicar el truculento deporte financiero de “patear el bote”, eso que en jerga técnica y pomposa se denomina “refinanciamiento”, es decir, alargar el plazo… y que paguen otros.
Poco se sabe del destino de casi todos esos créditos (43 mil 769 millones 792 mil pesos), salvo la comprobada discrecionalidad con la que se efectuaron (y que cuestan miles de millones de pesos pago de intereses cada año), y que han puesto en riesgo la sostenibilidad de las finanzas públicas, esto de acuerdo con documentos de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), aunque las calificadoras dicen que el gobierno estatal es un “buen cliente” y por eso presumen sus notas casi adulatorias en otras notas autoadulatorias, pasadas éstas por informe de gobierno.
En este sentido, unas cuantas líneas en la nota informativa desarrollada en tres voluminosos tomos difundidos en la página web oficial (muy ilustrados, eso sí) merecieron el tema de los pasivos estatales: “Al inicio de la administración se reestructuraron todos los créditos de largo plazo, lo que derivó en ahorros cercanos a los 4 mil 500 millones de pesos, con una tasa promedio de 7.2 por ciento y un plazo promedio de 16.3 años, ambos mejores que el promedio nacional”. Y hasta ahí. No más.
(Obviamente nadie podía esperar que se informara, por ejemplo, que ese mismo plazo de vencimiento se tenía en el segundo trimestre del año 2017, con 40 mil 327 millones de pesos de pasivo, por eso el tecnocrático deporte de patear el bote pues, pasados cinco años y los pagos respectivos de intereses y amortizaciones -que no han sido pocos-, se está en igual plazo de pago).
Los créditos contratados después con la banca, que no han sido pocos (unos 12 mil millones de pesos), es otra truculencia aparte, y esto porque tampoco se sabe específicamente en qué se están aplicando (ni quienes autorizaron la deuda lo saben, que ya es el colmo).
No obstante, existe la sospecha fundada de que parte de los créditos han servido y están siendo utilizados para financiar obras privadas, esto mediante figuras como las Asociaciones Público Privadas (APP´s), de las cuales las autoridades estatales deben cerca de 10 mil millones de pesos (no sólo el gobierno pone los recursos, sino que otros se benefician y todavía a estos les deben).
Esto por un lado. Por otro, la deuda del gobierno estatal con por más de mil 500 millones al ISSEMYM (noviembre del 2021), esto por retención y no entero de cuotas debidamente descontadas a los trabajadores. Los nuevos responsables del instituto tuvieron que hacer machincuepas para eliminar de la página oficial parte de los estados de cuenta, suponiendo que con eso nadie se va a enterar de nada.
Pero…¿ya pagó el gobierno estatal o quizás hizo cambalache con el instituto para saldar el pasivo y así, mediante ampliaciones presupuestarias con tufo a fraude, según la Cuenta Pública 2021, intentar cubrir el expediente?
No sobra preguntar: ¿qué se hizo con el dinero debidamente descontado de sus percepciones salariales a todos los trabajadores? Sólo el gobernador y sus maniobremos financieros lo saben, incluidos quienes tuvieron que dejar el cargo en forma súbita pero maquillada, tal vez por el resultado de algunas auditorías o por los lluvia de cuestionamientos.
No es menos siniestro el caso del Cuerpo de Seguridad Auxiliar del Estado de México (Cusaem), de cuyos millonarios ingresos (más de 3 mil millones de pesos al año, según diversas estimaciones) nadie sabe nada, pero además adeuda más de 4 mil millones de pesos por concepto de cuotas al ISSEMyM, de acuerdo con denuncias de legisladores y entes anticorrupción locales.
En esta forma, la hamletiana frase (en voz de Horacio, racional e intérprete de la historia), de que “algo huele a podrido en Dinamarca” aplica a las finanzas estatales en el último tramo de la tragedia, y no parece que vaya a ver ningún cambio hasta el final.
Es probable que todo esto, y más, se sepa después de concluido el sexenio, porque al parecer actualmente hay intereses muy entrelazados que han impedido profundizar y realmente transformar la opacidad reinante, además de actuar en consecuencia. (Pero sólo es una presunción).