Por Javier Ortiz de Montellano
Hoy, con la amenaza de Rusia de la posibilidad de utilizar armas nucleares en su conflicto con Ucrania, se vuelve a presentar un problema parecido al que se vivió en octubre de 1962 cuando la entonces Unión Soviética trataba de instalar subrepticiamente misiles nucleares en la Cuba comunista y al ser descubiertos por Estados Unidos, éste los amenazó con usar armas nucleares.
Entonces, los soviéticos y los estadounidenses negociaron desmantelar y retirar la instalación de misiles nucleares en Cuba a cambio de la promesa de no invadir a la isla y de posteriormente retirar los misiles nucleares que los americanos tenían en Turquía, apuntando hacia Moscú. Así se evitó una guerra nuclear hace 60 años.
Ahora, aunque la situación actual es diferente no deja de ser igual o más peligrosa, pues ya el conflicto ha trastornado la economía mundial y la amenaza nuclear de Rusia a Ucrania puede llevar la disputa por el territorio colindante a un grado inmanejable debido a la advertencia de represalias igualmente nucleares por parte del propio Estados Unidos contra Rusia. Con consecuencias insospechadas.
Sin llegar a lo nuclear, el conflicto territorial ruso-ucraniano se ha expandido de significar una invasión híbrida de los rusos por los territorios del Dombás a una guerra híbrida con Estados Unidos y sus aliados, sin enviar tropas.
La guerra híbrida es una teoría de la estrategia militar que emplea la guerra política y combina la guerra convencional, la guerra irregular y la guerra cibernética con otros métodos influyentes, como las noticias falsas, la diplomacia, la guerra legal y la intervención electoral extranjera.
Tal como lo entiende la OTAN, “las amenazas híbridas combinan medios militares y no militares, así como encubiertos y abiertos, incluida la desinformación, los ataques cibernéticos, la presión económica, el despliegue de grupos armados irregulares y el uso de fuerzas regulares. Se utilizan métodos híbridos para desdibujar las líneas entre la guerra y la paz, y se intenta sembrar dudas en la mente de las poblaciones objetivo”.
La guerra entre Rusia y Ucrania representa uno de los desafíos más significativos en la historia reciente. Sin duda, uno de los principales objetivos “racionales” del juego de poder de Moscú es no sólo ocupar espacios geográficos en su frontera occidental para repeler toda acción que contravenga a sus intereses geopolíticos sino utilizar medios no militares en lo que se conoce como guerra híbrida.
Aunque muchos beligerantes han utilizado herramientas no militares a lo largo de la historia para dividir y derrotar a sus enemigos, la guerra híbrida en el siglo XXI ha adquirido una nueva relevancia en los actuales conflictos. Por eso, la guerra de Europa debe abordarse, por tanto, no sólo desde la perspectiva militar, sino también desde la perspectiva multidimensional de la estrategia económica, comercial, financiera, tecnológica, cibernética y aun comunicacional, en donde la propaganda y la desinformación se convierten también en herramientas para las tácticas contemporáneas de agresión.
Las guerras híbridas van más allá del terreno militar y se complementan con ataques en el ciberespacio para desestabilizar a los gobiernos, como se intenta en Ucrania y en Europa…pero también en Rusia, por parte de Estados Unidos y sus aliados, casi todos miembros de la OTAN. Aunque no llega a ser una Tercera Guerra Mundial, por la globalización sus efectos repercuten a nivel mundial.
La solicitud urgente de Ucrania para formar parte de la OTAN y la “legal”anexión de las autoproclamadas repúblicas separatistas y el reconocimiento de Rusia como estados independientes, complican la situación.
Sin embargo, no hay que olvidar que un ángulo de la guerra híbrida es la Diplomacia, un arma de dos filos ciertamente, pero que puede usarse también para buscar la paz.
Esperemos que se logre evitar una Tercera Guerra Mundial, pues como decía Einstein:
“No sé con qué armas se peleará la tercera guerra mundial, pero la cuarta será con palos y piedras”,