Por: Víctor M. Zendejas Orozco*
Aquellos que critican y pretenden lapidar al presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, ¿tienen acaso la mínima noción de cuándo y con quiénes se estructuró la red de mafias del crimen organizado en México? O acaso ¿conocen quién fue Meyer Lansky, Virginia Hil o Luis Amezcua, por ejemplo, y cuál fue la relación de éstos, incluso, con presidentes y altos funcionarios?
Bastaría con conocer la red de crimen organizado que durante 100 años se ha formado en México y como ha permeado en muchísimas comunidades de las que no sólo han salido émulos de Caro Quintero sino poblaciones enteras que los admiran, defienden y cobijan. Habría que estar en un pueblito de esos para entender cómo esas redes de mafiosos tienen cimientos y ejércitos irregulares más allá de lo que vanamente se acusa al primer mandatario.
Con la detención de Ovidio, los detractores del presidente López Obrador se quedaron con un palmo de narices y alguno que otro apenas se atrevió a emitir un bufido como gato acorralado al lanzar el borregazo infantil de que una fuente castrense le habría dicho que seguramente no fue al hijo del Chapo al que detuvieron. Ridículo.
Habrá también que conocer toda la trama que se dio en el Hotel Reforma, en la década de los 30 del siglo pasado, el más lujoso de su época, y a quién se lo rentó el entonces presidente Miguel Alemán y cuál fue la relación de los altos funcionarios de su gobierno con el hampa venida de Estados Unidos a México para hacer grandes inversiones, negocios y lavado de dinero de los grandes capos.
Una de las órdenes dada por Lucky Luciano a su operadora Virginia Hil, conocida como la Reina de la Mafia, fue llegar (con una falsa identidad) no sólo a las altas esferas de México sino al mismo presidente de la República para sobornarlo y sentar las bases para hacer grandes negocios donde se pudieran lavar miles de millones de dólares producto del narcotráfico.
“Virginia utiliza a su amigo (Luis) Amezcua como intermediario, quien por entonces ya forma parte del Estado Mayor (Presidencial), para invitar al presidente mexicano al Ciro´s”. Juan Alberto Cedillo, autor de La Cosa Nostra en México lo asegura así para el canal especializado en temas de historia History:
“Virginia Hill es la mujer que el crimen organizado ha mandado a México para tratar de establecer los casinos en México”. Otro enviado de la mafia de Estados Unidos, Frank Costelo, llega de incognito a México, y junto con Virginia Hill, el empresario Blumenthal y el coronel Carlos Serrano, titular de la DFS, forman la red que abastecería de drogas a la Cosa Nostra. Logran también autorizaciones de la presidencia de la República para poner los primeros casinos en Acapulco donde se lavan millones de dólares.
El Ciro´s en el hotel Reforma es sede de faustosas fiestas a las que asisten políticos, artistas, banqueros y periodistas, así como una gran cantidad de personajes extranjeros y personalidades de la talla de Rita Hayworth, Orson Welles, Kirk Douglas, que se entremezclaban con Agustín Lara, Diego Rivera y Frida Kahlo. Desde su llegada al Hotel Reforma, Virginia Hill se convirtió en otra atracción más del Ciro´s por su ostentosa riqueza malhabidam pero con apariencia de honestidad.
Antes, en la década de 1920 uno de los primeros gobiernos de la Revolución Mexicana abre las puertas de par en par a las mafias del crimen organizado del alcohol y las drogas provenientes de Estados Unidos.
El corrupto gobernador y después presidente interino de la República, combatiente de la gesta revolucionaria, Abelardo Rodríguez, fundador del primer casino, Agua Caliente, en Baja California, cuya marca emulan algunos empresarios ávidos de poder y ser grades capos modernos, sentó las bases del narcotráfico en territorio nacional.
History lo narra así: “Abelardo Rodríguez tenía todo lo necesario para seguir con sus negocios ilícitos personales. Tenía poder político al ser ex gobernador y ex presidente de la República. Ya era socio de la mafia americana. Sus casinos funcionan a la perfección…”
Con la llegada del presidente Lázaro Cárdenas a la presidencia, los negocios y las relaciones de Abelardo Rodríguez se vienen a pique pero quedan sentadas las bases para que las mafias de Estados Unidos creen una red de trasiego del tráfico de estupefacientes hacia el vecino del norte al derogarse la ley seca. El sexenio cardenista fue un dique temporal.
Igual que otros grandes mafiosos que fueron emulados por nuevas generaciones de jóvenes, el ejemplo de Abelardo Rodríguez, como el de Caro Quintero y el Negro Durazo, no sólo permearon la mente de un sector pobre ávido de salir de la pobreza mediante el camino fácil sino que dejaron una escuela del crimen bien estructurada que no es posible exterminar en un sexenio ya que México vive 100 años de mafias amparadas desde el poder desde los años 1920, que no se abaten en un sexenio.
*Presidente de la ONG Franature