Por Jesús Delgado Guerrero
Durante los últimos años todas las “noticias y análisis”, tanto en el ámbito económico como en el político, pasaron del ilusorio optimismo al tenebroso pesimismo. Del futuro esperanzador que anticipó edénicos estadios se mutó al futuro calamitoso, con todas las plagas bíblicas y con su presente todavía más amenazador. Los vaticinios para este año recién iniciado no han variado de tono, si bien no ha faltado el simulado deseo de prosperidad y bienestar (hay más rabia que reflexión).
Pero en todos los casos, y para suerte del mundo y de nuestro país, los epígonos de Leopardi y Schopenahuer no han hecho otra cosa que simular sus fallidas predicciones, una tras otra, con la esperanza quizá de que en algún momento puedan decir: “se los dijimos”.
Si todos los pronósticos y augures realizados en los últimos años se hubieran cumplido, el mundo, nuestro país incluido, sería prácticamente inhabitable.
Pero vemos el rosario de la futuróloga y sus chamanes: en nuestro país, ¿cómo se presenta el futuro en la economía? Poco menos que en un desfiladero.
¿Inversiones? ¡Por las barbas de Fidel -Castro-!, ¡cómo creen, si todo el ambiente está envenenado de intentos socialistoides, y peor, comunistoides, casi, casi, expropiatorios! Así no se puede.
Ni siquiera las energías limpias ha podido penetrar en el ánimo inversor, y esto quizás se deba a que no se trata precisamente de salir con las manos limpias, sino lo más sucias posibles, con contratos leoninos para saquear todo lo que se pueda.
Total, que a pesar del conservadurismo económico y, sobre todo, fiscal que deja intocados los intereses del “1 por ciento” -demandar igualdad en el cobro de impuestos es ser de la “izquierda radical”, según el actual gobierno- lo que nos espera a la vuelta de este año no está entre nuestras peores pesadillas. Va más allá. (Bien).
Mientras, ¿cómo está la política? Uff, peor. Esos políticos -y políticas- nomás no dan una y siguen enfrascados en disputas mediáticas en los vecindarios cibernéticos, lucrando con todo lo que se pueda y con más. Extraños mundos con un griterio ensordecedor, con una cantidad de excremento sólo digerible para los propios productores.
Por supuesto, ya todos los procesos electorales son anticipados y oscuros geniecillos se inventan coartadas para saltarse la ley, de modo que, hoy más que nunca, las franquicias políticas, llamadas partidos políticos, está repleta de truculentos adeptos al “Pulpo Chupeteador” (Jesús Martínez “Palillo”, dixit) que no dejan columpiarse, buscando el próximo cargo apenas ocupado el de la reciente elección.
¿Y qué tal la seguridad?, ¿la salud?, la ecología?, ¿la educación?, ¿el turismo y etc., etc.,? ¡Puff! (Michel de Nostradamus fue un aprendiz de profecías siniestras -menos famoso por su actividad de boticario- frente a todos nuestros modernos casandros).
Total, “¡estamos jodidos… todos ustedes!”, se resume en una buena cantidad de tribunas, acompañado del clásico “¡sálvese quien pueda!” (y así va a ser, por lo menos hasta la conclusión de este sexenio).