Empresas y Comercio, Opinión

Empresarios también deben mirar al sur del continente: Comce/Arnulfo R. Gómez

Por Arnulfo R. Gómez (Catedrático Comercio Exterior)

 Ellos se ríen de mi porque soy diferente

Yo me río de ellos porque todos son igualitos

Anónimo

Durante las semanas más recientes, la atención del sector exportador mexicano ha estado centrada en la celebración de la Cumbre de Líderes de América del Norte (CLAN) que tuvo lugar, del 9 al 11 de enero, entre los altos dignatarios de Canadá, EEUU y México.

Por esta circunstancia, el resto de los escenarios pareciera que había sido olvidado, sin embargo, el Consejo Empresarial Mexicano de Comercio Exterior, Inversión y Tecnología, COMCE, siempre atento, preocupado y buscando las mejores posibilidades para el desarrollo del comercio exterior mexicano y la  captación de flujos de inversión extrajera para México, el día 12 de enero realizó un seminario sobre la relación con América del Sur, un mercado que, en términos generales, cuenta con 533 millones de consumidores y al que señala que debemos atender adecuadamente.

Conviene señalar que, de los 12 países que integran la ALADI, en el año 2012, sólo 3 de ellos registraron un ingreso per cápita superior al promedio mundial. Desgraciadamente México ya no es uno de ellos, aunque tradicionalmente lo fue.

Hablando del comercio exterior de México con América del Sur, la relación se presenta preocupante pues, la exportación mexicana que, en 1993 fue de 1,604 millones, en 2012 ascendió a 20,563 millones US, el máximo histórico de los 30 años más recientes; sin embargo, a partir de ese año nuestras ventas muestran una caída continua hasta llegar a 13,084 millones en 2021.

Por el lado de las importaciones, la cifra fue de 2,166 millones en 1993, y su evolución se presenta con enormes variaciones, pero, con una tendencia creciente que, en 2021, alcanzó 14,602 millones US.

Como consecuencia de la evolución de estas variables, en el periodo 1993/1998 se presentan altibajos en el saldo de la balanza comercial. Así, a partir de 1999 se registraron 9 años continuos con déficit variable; sin embargo, a partir del año 2008, México tuvo 14 años continuos de superávit con una clara tendencia decreciente que concluyó en el año 2020 pues, para el 2021, se presentó un déficit fue de -1,518 millones US.

En este contexto, los altísimos funcionarios mexicanos, sobre la base del liberalismo dogmático que ha caracterizado la política de comercio exterior desde 1994, en el año 2011, decidieron unirse a la iniciativa del Presidente del Perú, Alan García, para formar parte de la Alianza del Pacifico, señalando como objetivo una integración profunda con Chile, Colombia y Perú, así como la creación de una plataforma conjunta orientada a participar más activamente en la región asiática.

El primer año de operación de este proceso de integración parecía que tendría un desarrollo extraordinario pues, en 2012, la exportación mexicana a esos tres países alcanzó la cifra 9,372 millones US, la cifra récord de nuestras ventas a ese trío de países para el periodo 1993/2021.

Paradójicamente, a partir del 2012, primer año en vigor del Acuerdo, las exportaciones mexicanas han registrado un continuo decremento, cayendo hasta 5,127 millones US en 2020, con un importante repunte en 2021 para alcanzar 7,072 millones US.

Por el contrario, las importaciones procedentes del bloque muestran un crecimiento sostenido que pasó de 2,820 millones US en 2012, a 4,235 millones US en 2021. Como consecuencia, en los 10 años de operación, nuestra exportación descendió -1,919 millones US, en tanto que la importación se incrementó 727 millones US. Al mismo tiempo, la tasa de cobertura descendió de 332% a sólo 167%.

Comentarios.

El caso de América del Sur y, dentro de este bloque, la Alianza del Pacífico, es otra muestra de que la política de comercio exterior diseñada por el Gobierno Mexicano se preocupa más por cuestiones formales y cosméticas que creen expectativas, aunque sean banas, en lugar de conocer el fondo, la estructura del intercambio y los factores que determinan estos retrocesos para poder definir una estrategia ganadora, aún con países que supuestamente tienen un menor grado de desarrollo relativo que México, mismos a los que nuestros altísimos funcionarios, alegremente, señalan como hermanos menores.

Los esfuerzos realizados por el empresariado mexicano a través de inversión, tecnología y mayor productividad, no tiene una justa correspondencia de la parte gubernamental debido a que, el marco sistémico creado por la burocracia es sumamente deficiente, lo que se traduce en costos de producción más altos y reducida competitividad frente a numerosos países que cuentan con un marco sistémico que permite trabajar a sus empresarios en una zona de confort.

La base de este negativo panorama es la pésima calidad de las instituciones públicas y la de sus funcionarios que, por sus mismas deficiencias, incurren en la simulación y son incapaces de crear una estrategia ganadora con programas, proyectos y políticas públicas que incidan positivamente en el desarrollo de nuestro comercio exterior y nuestra economía.

Apuntes finales.

La evolución del comercio exterior de México con América del Sur, para los primeros 10 meses de 2022, presenta un panorama más deprimente pues, mientras en 2012, nuestras exportaciones ascendieron a 17,632 millones US, para el 2022 el monto fue de 12,342 millones US, en tanto que las importaciones para el mismo periodo pasaron de 7,571 a 16,228 millones US.

Para el caso de la Alianza del Pacífico, en 2012 exportamos 8,029 millones US y, en 2022, el monto fue de 6,135 millones US. Por el lado de las importaciones, los montos correspondieron a 2,349 y 4,378 millones US.

Mucha atención debemos prestar a la relación con América del Sur pues, tradicionalmente, ha sido el mercado natural de México, sin embargo, la pérdida de competitividad debido al deterioro del marco sistémico, a la carencia de una estrategia y la destrucción de la estructura oficial de promoción de la exportación y la inversión extranjera directa, ha convertido a la tarea de los empresarios mexicanos en su búsqueda de mercados en el exterior y la captación de mayores flujos de IED, en una actividad en la que la participación del COMCE resulta más necesaria y relevante.