Por: Víctor M. Zendejas Orozco*
Los altos índices de contaminación han mostrado el fracaso de los programas de la Comisión Metropolitana Ambiental, y que los centros de verificación vehicular, con una trayectoria de corrupción, deben desaparecer.
Ya son casi cuarenta años de contingencias ambientales que se agravan cada vez más en estos meses de sequía y falta de lluvias y que no muestran solución pese a las distintas medidas que tienen un alto costo, como son los trámites de verificación vehicular.
La reciente contingencia ambiental que se dio durante la segunda quincena de febrero es la mejor prueba de que durante décadas no ha habido una solución real al grave problema de la contaminación ambiental que pone en riesgo la salud de millones de habitantes del gran valle de México.
Los centros de verificación vehicular nacieron con una práctica corrupta y deben desaparecer pues hay millones de automotores que pese a portar el holograma, de haber pasado la prueba, siguen contaminando porque aunque no están en buenas condiciones, pagaron un moche para pasarla.
Las denuncias sobre prácticas corruptas en dicho sistema se han ido al cesto de la basura de escritorios de funcionarios corruptos y mediocres. En 2017 una de ellas fue la que publicó el portal Animal político: “Nuevas normas y la misma corrupción: con 200 pesos te aseguran pasar la verificación en Edomex”.
Nada ha cambiado en ese sistema de moches, que emula a la más oscura época de El Negro Durazo, que ya va para 40 años, y parece que nada cambiará durante muchas décadas más, o siglos. Y las contingencias seguirán eternizándose pese a nuevas normas, y más nuevas normas que saldrán de los escritorios de funcionarios mediocres.
Subir unos cuantos metro sobre el nivel del mar de cualquier serranía del Valle de México es suficiente para percatarse, pese a no haber contingencia ambiental, de la gran nata negra de contaminantes que a diario amenaza la salud de millones de personas y que los programas oficiales no han servido para nada en más de 33 años de existencia.
Dos verificaciones de autos al año es aberrante. Debiera ser una sola vez para que con el dinero de una de ellas el propietario del automóvil lo pueda destinar a tener en mejores condiciones. Pero la corrupción, la mediocridad y el afán de recaudar más dinero a través del trámite y de moches, mediante el famoso “salto”, es más importante para una estructura que nació corrupta y que por ello debiera desaparecer.
Para la ciudadanía el costo es altísimo: miles de pérdida horas-hombre en el corrupto trámite de verificar; daños a la salud y alta erogación económica ante un trámite que eleva su costo cada cuando y no se resuelve el problema. Todo indica que por décadas, o tal vez siglos, las cosas no cambiarán gracias a un sistema corrupto que debe desaparecer.
*Presidente de la ONG Franature