Especiales, Opinión

Mexico paga muy cara la obcecación/Arnulfo R. Gómez

Por Arnulfo R. Gómez

Ellos se ríen de mi porque soy diferente

Yo me río de ellos porque todos son igualitos

Anónimo

El prestigiado periodista del Reforma, Manuel J. Jáuregui, en su artículo Pueblo Paga, hizo referencia a la desaparición de la Unidad de Comercio Exterior de la Secretaría de Economía como una medida de austeridad que, supuestamente, afectará negativamente a la gestión del comercio exterior de México.

En parte tiene razón por la información que normalmente manejaba dicha Unidad, pero, en la realidad, esta decisión poco afectará al manejo de nuestra política de comercio exterior pues, aunque en el periodo 1994 – 2000, hubo cierto dinamismo en las exportaciones debido a la competitividad de la economía mexicana generada por las reformas estructurales que se realizaron a fines de los 80’s y principios de los 90’s, el resultado de la gestión oficial del comercio exterior mexicano, tradicionalmente, ha sido desastrosa.

Así, a partir de 2001, en que han estado en vigor los TLC’s con 54 países, los 32 APPRIS y la instrumentación de una creciente desgravación unilateral, los retrocesos de la economía mexicana han sido enormes, contrariamente a lo que se supone que se iba a lograr con esa “estrategia” definida por los altísimos funcionarios, pero, que posterior a 1994, se agravó por la carencia de un planteamiento integral de desarrollo de la industria, del comercio exterior y de la captación de flujos de inversión extranjera directa.

Como una referencia muy precisa de estos retrocesos podemos ver que, entre 2001 y 2022, México se derrumbó como potencia económica mundial al pasar de la 8ª a la 14ª posición, en tanto que su PIB Per Cápita descendió de la 49ª a la 76ª, lo que significa que, en nuestro territorio, se ha reducido la generación de riqueza de una manera terrible, sobre todo, porque el valor agregado en las exportaciones descendió de 58.8% en 1993, a un estimado de 40% en la actualidad.

Sin duda, una situación que es difícil corregir pues, la mayor parte de los funcionarios que han estado encargados de definir la política y la estrategia del comercio exterior mexicanos son teóricos dogmáticos, sin experiencia en el campo de trabajo, que siguen haciendo lo mismo desde hace 30 años, con los mismos nulos resultados.

Al respecto, a continuación, incluyo la referencia a una nota que publiqué el 3 de mayo de 2018, como una advertencia sobre los graves problemas que estaba generando la pésima gestión de nuestro comercio exterior con el título de El TPP: la cereza de un pastel muy amargo e indigesto.

https://elsemanario.com/economia/tpp-la-cereza-de-un-pastel-muy-amargo-e-indigesto/

Desgraciadamente, nuestros funcionarios insistieron en la necesidad de firmar el TPP-11 y yo seguí advirtiendo sobre lo negativo de este proceso por lo que, elaboré otros documentos al respecto, entre los cuales destaca el de Funcionarios mexicanos en la luna, publicado en el 9 de agosto de 2019, en el cual narro la evolución de la reunión a la que asistí, a invitación del doctor Francisco de Rosenzweig, Subsecretario de Economía, y que se inició con un cuestionamiento pues, no se explicaba mi férrea oposición a la firma del TPP-11, y en la que me expuso “las enormes ventajas que México tendría al firmar dicho acuerdo pues, participaría en el proyecto más grande de comercio internacional”, situación que expongo en el siguiente texto, mismo que recomiendo leer por lo insólito de su contenido.

También recomiendo leer el artículo México y el eslabón perdido que, por su título, parece un cuento de terror, también propiciado por otro exSubsecretario de Comercio Exterior: Juan Carlos Baker.

Comentarios.

Después de sólo 4 años de vigencia del TPP-11 con sus 6 nuevos socios comerciales, la realidad se ha mostrado muy cruel con México y totalmente distinta a los buenos deseos de sus funcionarios, entre los que destacaba preeminentemente su argumento de “que tendríamos la posibilidad de incrementar las cuotas de acceso de aguacate a Japón”, lo que era una propuesta mal planteada y totalmente ilógica ya que, ese tema, podía haber sido negociado en forma bilateral a través del TLC que México firmó con Japón, en 2005, sin la necesidad de negociarla en un foro multilateral, en donde tendríamos que compartir las eventuales ventajas negociadas con países competidores nuestros, especialmente en aguacate, como son Perú y Chile, del que son grandes productores, así como con Australia y Nueva Zelanda que están en proceso de desarrollo de la producción del mismo.

Así podemos ver que, de 2018 a 2022, nuestras exportaciones a los 6 nuevos socios del TPP-11: Australia Brunéi, Malasia, Nueva Zelanda, Singapur y Vietnam solamente se incrementaron en 299 millones US, en tanto que las importaciones aumentaron 12,123 millones US; y que el déficit acumulado para México, en este corto periodo fue de -81,304 millones US.

En el mismo periodo, el déficit de México con esos países pasó de -13,050 millones US a -24,874 millones US, siendo el 2022, el año en que registramos el saldo negativo más alto del cuatrienio.  

Así mismo, parece que cuando propusieron la firma del TPP-11 e iniciaron las negociaciones con esos 6 países, tampoco revisaron los antecedentes del intercambio comercial pues, la historia nos dice que el déficit de México ha sido creciente debido a la nula competitividad del marco sistémico mexicano, por lo que, de 1993 a 2022, acumulamos un déficit de 225,390 millones US y que el mismo, es 28% superior al déficit total de México en dicho periodo, equivalente a -48,742 millones US.

Apuntes finales.

Sin duda, la firma del TPP-11 y su evolución, han resultado enormemente dañinas para nuestro país, debido a la carencia de conocimientos de la operación real del comercio internacional y del comercio exterior de México; así como por la falta de experiencia práctica en el campo de trabajo de algunos funcionarios, elementos que han sido sustituidos por una simulación e improvisación que han resultado negativos para México y que también corresponden a lo que, en España, es catalogado como prevaricación pues, muchos de esos actos, también responden a dogmas, un capricho o voluntad, y no obedecen a los principios básicos dictados por la lógica y la razón.

Sin duda, México paga muy cara la prevaricación y la obcecación de sus altísimos funcionarios.