Por Jesús Delgado Guerrero
Hasta ahora el Banco de México, a cuyo frente se halla Alejandro Díaz de León (herencia del doctor Agustín Carstens Carstens, gerente general del Banco de Pagos Internacionales, conocido como el “banco de bancos” el segundo y el primero como el “Doctor Catarrito”) no ha podido contener el fenómeno de la inflación que, en teoría, es la chamba principal de Banxico.
A nivel mundial y por múltiples causas, también se ha dado cuenta de los acelerones en los aumentos de los precios de los productos, restando poder adquisitivo a las familias y a los consumidores.
Después del doble choque de oferta y demanda provocado por la pandemia Covid-19 el año pasado (un hecho pocas veces visto en la historia ya que casi siempre era uno u otro el resorte de la crisis en turno), los especialistas han considerado hasta “normal” que se tenga que enfrentar un período inflacionario para que la maquinaria de la economía comience a ajustarse.
Los aumentos en los precios de energía y de materias primas, debido a su demanda, están en el fondo del asunto.
De ahí que los bancos centrales en todo el mundo estén operando para evitar que se alga de control, aplicando políticas monetarias, como elevar la tasa de referencia para contener la escalada de precios.
Si se cumple lo que anticipan los pronosticadores respecto del fenómeno, en América Latina, incluyendo a nuestro país, el Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC, Inflación) probablemente llegue el 9.3 por ciento este año, y para el 2022 baje a 7.8 por ciento y, quizás, al año siguiente esté rondando el ansiado 3 por ciento +/- un punto porcentual, rango objetivo del Banco de México.
Actualmente y de manera interanual, Estados Unidos anda por el 6.2 por ciento de inflación; Rusia, 8.3 por ciento, Brasil, 10.6 por ciento y, la locura, en Venezuela del 1,575,3 por ciento y Argentina 52.1 por ciento. China, la segunda economía mundial, tiene 1.2 pero su índice de precios al productor está en 13.5 por ciento (obviamente el costo se está trasladando a los consumidores).
A cuento todo esto para referir el cambio de propuesta del presidente Andrés Manuel López Obrador para la gubernatura del Banco de México, inicialmente prevista para Arturo Herrera, ex titular de la Secretaría de Hacienda, pero que ahora será para Victoria Rodríguez Ceja, economista por el Tec de Monterrey y maestra en la materia por El Colegio de México.
De inmediato los especuladores (“mercados” en la jerga neoliberal), se dieron a la tarea de hacer lo suyo, logrando una depreciación tempranera y pasajera del peso frente al dólar (21.44 por unidad), que volvió a la “normalidad” pasado el medio día, según los reportes de prensa.
Especialistas, comentócratas y toda la espesa recua del mundillo financiero deslizaron su incertidumbre por la llegada al máximo templo de las finanzas de una “desconocida e inexperta”, con escasas credenciales en política monetaria y “tapering” (retiro de “estímulos” en forma progresiva para generar más angustia), según los “análisis” más amables.
Por eso la nominada al cargo tuvo que salir momentos después a fijar su postura: “Mi compromiso es el combate a la inflación, no tocar las reservas internacionales y cumplir con la autonomía del Banco de México”, dijo en un video difundido en redes sociales, en el que estuvo acompañada por Rogelio Ramírez de la O, secretario de Hacienda.
¿Eso va a tranquilizar a los especuladores? No. Ya se sabe que ese tipo de pieles lo mismo se irritan si ganan las Chivas del Guadalajara que si pierden o empatan, y que sólo esperan una oportunidad, como sucedió después del anuncio presidencial, para aplicarse.
No obstante, es de esperarse que la postura de Victoria Rodríguez Ceja sirva para frenar un poco, en los días que vienen, a los “angustiados y nerviosos mercados”, supuestamente preocupados por la “autonomía de Banxico” y siempre peleando que no se toquen las reservas internacionales que, como se sabe, sólo sirven para alimentar la especulación en momentos como estos.
Contra la Inflación
Más allá de lo historio que resultará el hecho de que por primera vez una mujer tomará por asalto el “templo mayor” de la tecnocracia neoliberal, (cosa no menor desde luego), no hay que hacerse demasiadas ilusiones respecto de lo que esta maestra de economía, con trayectoria en las finanzas públicas de la Ciudad de México y del gobierno federal, puede hacer para contener la inflación.
Esa es la misión principal del Banco de México y de su gobernador (próximamente gobernadora), pero no depende únicamente de buenas voluntades ni de firmes compromisos. Razones externas e internas se conjugan incluso en momentos menos complicados como los actuales.
No hay que dejar de considerar que frente al poder público está un poder económico que ha perdido algunos privilegios (muy pocos y sigue sin pagar impuestos a la medida de sus utilidades) pero que conserva su naturaleza y, además, tiene muchos afines en medios de información, dispuestos a crear escenarios casi de guerra a la menor provocación (como sucedió tras el anuncio presidencial).
Los que hemos padecido inflaciones de hasta 98 por ciento (José Lopez Portillo) o un 179 por ciento (con Miguel de la Madrid), y un dólar a 150 o más de 2 mil 300 pesos, sabemos que lidiar con estos toros y otros bueyes no es sencillo, pero la postura fijada horas después del anunció presidencial por parte de quien será la primera gobernadora del Banco de México registra que tiene calculado el terreno que ya está pisando.
Como también se debe registrar, a despecho de los machos del venerable templo mencionado y hasta de las naturales malquerencias, que este gobierno de la autodenominada 4T le está dando a las mujeres un espacio de gran relevancia en la vida pública, no sólo en planos secundarios o de pura pose, sino de primerísima fila. Bien por eso.