Por Jorge Luis de la Rosa Arana/ Gabriela Fuentes Cervantes/ Arianna Lezama Uc (profesores de Parasitología, Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, Universidad Nacional Autónoma de México)
Desde la cuarta semana de septiembre de 2023 y hasta la fecha, los reportes de la presencia de “chinches de cama” en la Ciudad de México han sido recurrentes en los diferentes medios de comunicación y redes sociales. Por cierto, del organismo que hablamos es un insecto parásito de hábitos predominantemente nocturnos cuyo nombre científico es Cimex y existen a nivel mundial una decena de especies, pero en México, la especie que se ha identificado es Cimex lectularius.
Los múltiples reportes han traído como secuela varios eventos que abarcan, desde la simple expresión de ideas humoristas en redes sociales hasta complejos programas de fumigación, como por ejemplo, los establecidos en varias facultades de la Universidad Nacional Autónoma de México ubicadas en Ciudad Universitaria al Sur de la CDMX, cerca de la salida a Cuernavaca, pero también se llevaron a cabo en la facultad de la misma institución que se encuentra ubicada al norte de la CDMX, cerca de la salida a Querétaro. Este evento nos lleva a preguntarnos si existe la posibilidad de que las chinches se desplacen alrededor de 40 kilómetros y, sí fuera así, esto nos lleva preguntarnos si en realidad estamos frente a una epidemia de chinches que tiene invadida la CDMX y la zona metropolitana.
En las redes sociales y en los medios de comunicación rápidamente se publicó toda clase de información sobre la “chinche de cama”, desde la biología del insecto hasta remedios para contener la infestación. Lo cierto en el tema, es que la humanidad conoce a Cimex desde Edad Media (1536) y se estima en 1690 se creó el primer negocio para el control de chinches que afectaban a nobleza europea.
En la actualidad no pasa inadvertido que ocasionalmente se encuentran abandonados en la vía pública sillones y camas, en buen estado… ¿la razón?, seguramente está infestados con chinches… Las empresas dedicadas al servicio de control de plagas, seguramente saben que la fumigación por sí misma es una estrategia profesional costosa que requiere de un profundo conocimiento de los ecosistemas cuyo equilibrio puede ser trastocado que, de no hacerla de manera apropiada, se eliminan insectos benéficos, como polinizadores, descomponedores o depredadores de plagas que también están padeciendo las consecuencias del cambio climático y los sistemas masivos de producción de alimentos a gran escala que requieren insecticidas no selectivos para el control de plagas. Por lo cual, para pensar en esta estrategia sería conveniente documentar la presencia de más de una chinche en el lugar de estudio.
En este sentido, es importante considerar que los hábitos de la chinche son nocturnos y prefieren lugares templados a cálidos, de ahí el mote de “chinches de cama… por lo que sería muy difícil encontrarlas durante el día, escondidas en muebles de oficina o grietas de paredes y pisos… incluso, es conveniente mencionar que el hábito hematófago del insecto, lo ubicaría cerca de mascotas o animales peridomésticos. Evidentemente, los dormitorios, incluidas las habitaciones de hoteles, reúnen las características que favorecen los hábitos de las chinches, esto es, temperatura y presa (dormida). Lo que también es cierto, es que una presa es atacada por un grupo de chinches y no por una sola chinche… entonces, ¿cómo explicar la presencia de una chinche al llegar al lugar de trabajo?… tan sencillo como considerar que las chinches no conocen o, al menos, no les importa los hábitos de desplazamiento de las personas, por lo que sería sensato pensar que alguna chinche es transportada fortuitamente y por lo tanto quedar a la vista de las personas.
El avistamiento de alguna chinche, en el transporte público, en la zona de trabajo o bien adherida a nuestra ropa o al cabello provocaría reacciones de pánico en las personas, aunque de hecho reaccionaríamos así ante cualquier tipo de insecto que invada nuestro perímetro de bienestar. Sin embargo, si nos detenemos a pensar en el origen de este pánico, nos encontraremos con dos razones fundamentales: insomnio y ansiedad. El insomnio se encuentra asociado al hábito alimenticio nocturno de las chinches, lo cual va a implicar que al otro día la persona atacada estará llena de ronchas con múltiple comezón y así pasarán las noches, que van a culminar en que las personas no querrán dormir para evitar ser atacado por las chinches.
Por otro lado, en caso de tener conocimiento de un ataque previo o conocer la historia de alguien que fue atacado, el nombre de “chinche de cama” se vuelve sinónimo de ansiedad y estrés, porque hay historias terribles en que las personas prácticamente se tienen que deshacer de sus bienes muebles porque la fumigación con insecticida comercial no es suficiente… en el mejor de los casos y el más barato, económicamente hablando, será mandar la ropa al lavado con vapor y poner múltiples remedios caseros para eliminar a las chinches, empezando por revisar con más frecuencia y limpiar con más esmero los lugares de la casa donde estos insectos prefieren resguardarse.
La buena noticia en todo este caos es que no se ha comprobado, hasta la fecha, que las chinches sean transmisoras de alguna enfermedad, pero en nuestra opinión, es suficiente pensar en los problemas de ansiedad que puede ocasionar el simple hecho de pensar en una chinche para establecer medidas de control… sin embargo, el pensar solo en fumigación desafortunadamente repercute en la muerte de la biodiversidad por la aplicación indiscriminada de insecticidas con la intensión de “acabar” con estos insectos. Peor aún es el escenario en que la aplicación incorrecta de los insecticidas mata a los depredadores naturales de las chinches: hormigas, arañas, roedores e incluso hongos, lo que a futuro evitaría el control natural de las poblaciones de chinches y ahora sí, nos enfrentaríamos a una infestación masiva.
En este momento sería bueno pensar con responsabilidad ecológica si el avistamiento de una chinche “viajera” es suficiente para considerarla como una plaga sin dejarnos arrastrar por la infodemia que se ha generado en nuestra ciudad, al grado de paralizar la vida académica de varias facultades de una de las universidades más importantes del mundo, nuestra querida UNAM.