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La desparasitación de los “perrijos”: ¿mito o realidad?/Jorge Luis de la Rosa y Gabriela Fuentes

Cony-Perrijos

Por Jorge Luis de la Rosa Arana y Gabriela Fuentes Cervantes

(Profesores de Parasitología, Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, Universidad Nacional Autónoma de México)

En la actualidad, el concepto de perrijo se ha popularizado (generalizado) por lo que muchas personas y familias consideran que adoptar un cachorro es una buena idea. Evidentemente, adoptar una mascota genera una responsabilidad para toda la vida; para empezar, un cachorrito requerirá de una atención especial durante las primeras semanas de vida y conforme el cachorro crece, las atenciones cambian e involucran nuevas atenciones. También hay que tomar en cuenta que los perri-padres también deben auto-cuidarse; de hecho, son comunes las historias de enfermedades que se transmiten entre mascotas y personas e incluso, hay historias de personas que se vuelven alérgicas. En concreto, adoptar un cachorrito implica muchas responsabilidades que incluyen visitas continuas al veterinario (con la erogación económica que eso implica).

Una vez que la decisión de adopción se hace realidad, lo primero que la gente comenta es llevarlo al veterinario para desparasitarlo… ¿cómo?… ¿desparasitarlo?… pero, si el perrijo es un cachorro… siempre ha estado junto a su madre, nunca ha salido a la calle y seguramente solo ha ingerido leche materna… suena extraño que el veterinario lo quiera desparasitar como primer paso… Lo cierto es que uno pensaría que antes debería vacunarse; justamente es lo que se hace con los bebes humanos al nacer… vacunarse para prevenir muchísimas enfermedades. Sin embargo, lo que hace el veterinario en la primera cita es establecer el programa de desparasitación y es aquí cuando uno piensa… ¿no será que es mero negocio?… de hecho, en la televisión anuncian que uno debe desparasitarse cada seis meses, haya o no haya evidencia de parásitos, lo cual parece más mercadotécnico que una necesidad real… ¿no será que la desparasitación de cachorros es un más un mito que una realidad?…

Para saber cuándo debe desparasitarse un perro hay que tener en cuenta cinco factores: primero, de dónde proviene (es de abolengo, de un criadero, de la calle , de un mercado de animales) su edad, estado de salud, lugar donde vive, convivencia con otros animales y si se trata de una perrita gestante. A los cachorros se les suele desparasitar entre los primeros 21 o 30 días de vida, antes de administrarles la primera vacuna. En términos generales, la inmunidad materna adquirida por la lactancia culmina a las seis semanas de vida, por lo que es fácil entender que los cachorros sean vulnerables a los parásitos. En principio, a los cachorritos se les desparasita de bichos de la pancita pero, pasados unos meses, cuando el perrijo convive con otros perros o con gatos, se debe iniciar la desparasitación externa para piojos, pulgas y ácaros.

Si no se desparasitan, las mascotas, antes o después, tendrán parásitos con diferentes consecuencias. Los signos más comunes de la presencia de parásitos en los cachorros son muy evidentes: rascado continuo, mordisqueo constante de pelo y piel, caída de pelo, adelgazamiento, apatía, falta de apetito, diarreas y vómitos. En las heces es posible observar gusanos completos o parciales, incluso estructuras parecidas a granos de arroz.

Lo descrito anteriormente muestra parcialmente por qué debe desparasitarse un cachorrito a las pocas semanas de vida, incluso antes de vacunarlos… La realidad es que, en muchas, muchas ocasiones, los cachorros son parasitados por vía transplacentaria o durante la lactancia… ¿o sea que la madre, les pasa los parásitos?… la respuesta es ¡si! Los cachorros técnicamente nacen con parásitos. Y he aquí la explicación….

La toxocariosis en una parasitosis ocasionada por el gusano Toxocara canis. Los parásitos de esta especie pueden infectar a sus hospedadores de cuatro maneras diferentes. En la forma básica, el cachorrito ingiere huevos, los cuales se mantienen viables hasta cuatro semanas después de que las heces hayan sido depositadas en el medio ambiente (césped, tierra, pasto), siempre que la temperatura (20-30oC) y la humedad (50-70%) ambientales sean óptimas. Después de la ingestión, el huevo eclosiona en el intestino delgado y la larva viaja por el torrente sanguíneo hacia el hígado y los pulmones, donde sigue desarrollándose y entonces, la larva vuelve por la tráquea junto con moco que lo recubre y pasa a hacia los intestinos, donde se convierte en adulto. Esta forma de transmisión es habitual en perros de hasta tres meses de edad; sin embargo, en perros de mayor edad la migración larval al intestino ocurre menos frecuentemente y es prácticamente inexistente a partir de los seis meses. En su lugar, la larva puede migrar de los pulmones  a otros tejidos como el hígado, pulmones, cerebro, corazón y músculos esqueléticos, así como a las paredes del tracto gastrointestinal. Las larvas, en este momento, bajan su metabolismo y permanecen en hipobiosis durante toda la vida de la mascota, a menos que las hembras se preñen, lo cual da origen a la segunda forma de transmisión.

En las hembras preñadas, la transmisión parental ocurre a partir de la tercera semana previa al parto, cuando las larvas (que están dormidas en las vísceras) comienzan a activarse y moverse como consecuencia de los cambios hormonales de la madre y migran a través de la placenta hacia los pulmones de cada feto, donde continúan su desarrollo hasta justo antes del nacimiento. En los cachorros recién nacidos el ciclo se completa cuando las larvas migran a través de la tráquea hasta el lumen intestinal, donde se convierten en adultos.

En una tercera forma de transmisión, los cachorros lactantes pueden ser parasitados por la presencia de larvas en la leche. En este caso, las larvas se convertirán en adultos. La cuarta forma de transmisión, consiste en que las larvas que se encontraban dormidas en las vísceras de la hembra preñada, penetran en el lumen del intestino, donde se desarrollan a adultos.

De esta manera, es posible que un cachorro nazca con el parásito, sin necesidad de tener contacto con otro individuo y, por lo tanto, la desparasitación de los cachorritos es una realidad y no un mito. En ocasiones, es posible observar que los gusanos adultos son expulsados posterior al tratamiento antiparasitario. Es recomendable fotografiar o colectar (sin tocarlo con la mano) alguno de los parásitos y mostrárselo al veterinario para que confirme o modifique el tratamiento. También es recomendable, después de la desparasitación, hacer un análisis coproparasitoscópico para determinar que el parásito ha sido eliminado y que no existen otros tipos de parásitos.

Toxocara puede parasitar de manera accidental otras especies de mamíferos, incluyendo al ser humano, donde ocasiona enfermedades con diferentes desenlaces, dependiendo de dónde se establezcan las larvas dormantes. Cabe mencionar que, en el ser humano, las larvas nunca llegan al intestino y por lo tanto no se desarrollará un gusano adulto. Las manifestaciones clínicas más frecuentes en el ser humano son:

1.- toxocariasis visceral, larva migrans visceral o toxocariasis sistémica, la cual afecta principalmente a niños en contacto con cachorros parasitados con gusanos adultos o con los niños que comen tierra. El daño se produce cuando la larva infectante invade varios órganos como el corazón, los pulmones, el hígado y los músculos. Los principales síntomas son: fiebre, fatiga, tos, sibilancias, eosinofilia, hepatomegalia, dolor abdominal, anorexia y pérdida de peso.
2.- La toxocariosis ocular o larva migrans ocular, afecta a niños y a adultos jóvenes. Se produce cuando la larva migra al sistema ocular. Normalmente sólo afecta a un ojo, sin síntomas sistémicos ni eosinofilia. Los síntomas suelen ser endoftalmitis, uveítis, papilitis, granulomas de la retina o masas inflamatorias en el humor vítreo periférico y pérdida de visión.
3.- La toxocariosis neurológica o nerviosa se produce muy raramente, pero ocurre cuando la larva invade el sistema nervioso central o periférico. Las manifestaciones clínicas son meningoencefalitis y demás manifestaciones neurológicas como meningomielitis eosinofílica, vasculitis cerebral, epilepsia, mielitis, radiculitis, afectación del nervio craneal o del músculo esquelético y…
4.- la toxocariosis encubierta, que presenta signos y síntomas inespecíficos que incluye dolor abdominal recurrente, anorexia, alteraciones del comportamiento, adenitis cervical, sibilancias, dolor en las extremidades y fiebre. En todos los casos anteriores, es necesario hacer un diagnóstico mediante la determinación de anticuerpos para determinar el tratamiento adecuado.

Finalmente, son muchos los motivos para apegarse a un programa de desparasitación prescrito por el médico veterinario, pero no automedicación, lo cual tiene varias consecuencias negativas que serán motivo de otro artículo. En concreto, la desparasitación de los cachorritos es una realidad y no un mito, que amerita una gran responsabilidad y conocimiento del comportamiento de los parásitos.