Por Javier Ortiz de Montellano
Diablo: ¡Hola, Simplicio! ¿Qué te trae tan enojado hoy? ¿Tienes buenos propósitos para el Año Nuevo?
Simplicio: Hola, Diablo, ¡tengo sólo un propósito en mi lista!
Diablo: ¿Qué tramas?
Simplicio: Estoy tan indignado que estoy pensando en declarar una huelga de hambre contra la impunidad solapada por ti y los políticos.
Diablo: ¿Pero no te estarás más bien refiriendo a la corrupción ?
Simplicio: No, la corrupción se refiere al abuso de poder para obtener beneficios personales o privados de manera ilegítima, como sobornos, malversación de fondos o favoritismo. Y eso requiere de cómplice a la sociedad en general, no son solamente responsables los gobernantes.
Diablo: Tienes razón, el ser humano es corrupto por naturaleza.
Simplicio: Algunos cínicos dirían que es por Cultura…
Diablo: Más bien, por falta de Cultura. ¿Y la Impunidad?
Simplicio: La corrupción es el acto, mientras que la impunidad es la falta de consecuencias por ese acto. Concretamente, la impunidad es la falta de castigo o consecuencias legales para aquellos que cometen actos de corrupción u otros delitos, lo que permite que las personas responsables evadan la justicia y no sean sancionadas por sus acciones. Y eso sí es culpa del Gobierno, aunque principalmente de la rama Judicial…
Diablo: ¡Oh, vaya! Eso suena bastante serio. ¿Cómo planeas lograrlo?
Simplicio: Voy a dejar de comer hasta que la impunidad judicial desaparezca.
Diablo: Pues creo que antes te mueres de hambre. ¿Y si te ofrezco un buffet ilimitado si desistes?
Simplicio: ¡No, no caeré en tus tentaciones!
Diablo: ¡Oh, vaya, eso suena serio! Pero, ¿una huelga de hambre? ¿Estás seguro? ¿no sería más efectivo en un año electoral como 2024 hacer una protesta con videos o carteles coloridos y consignas ingeniosas, como un manifiesto de buenos propósitos para 2024?
Simplicio: ¡No, necesito hacer algo impactante antes de la elección de junio para que la gente se dé cuenta de la impunidad que ha ocurrido en el sexenio!
Diablo: ¿Y tú crees que dejar de comer resolverá algo?
Simplicio: ¡Es un acto simbólico!
Diablo: Simbólico, ¿eh? Dudo que los políticos entiendan ese idioma, les valen los simbolismos.
Simplicio: ¡Pero mi protesta es por la justicia!
Diablo: ¿Justicia? ¿Y eso con qué se come?
Simplicio: ¡Es una necesidad espiritual!
Diablo: Más bien, una extraña necedad terrenal de algunos ilusos…
Simplicio: Cállate, inmoral chachalaca. La justicia es un principio ético y moral que busca la equidad, imparcialidad y rectitud en la distribución de derechos, deberes, oportunidades y castigos en una sociedad. Se centra en el ideal de otorgar a cada individuo lo que le corresponde de manera justa y equitativa, basándose en leyes, normas y valores aceptados por esa comunidad.
Diablo: Lo dicho, puras ilusiones. Sería mejor que en vez de esas tonterías propusieras rehacer el Consejo de la Judicatura Federal.
Simplicio: Pero para eso se necesita un Congreso que tenga dos terceras partes de votos para modificar la legislación…
Diablo: Pues Zedillo lo hizo cuando fue Presidente y ni permiso pidió al Congreso: “Al entonces presidente Ernesto Zedillo no le tembló la mano para cerrar el 1 de enero de 1995 y durante un mes la Suprema Corte de Justicia de la Nación y, mediante la figura de jubilación inmediata, separar de su cargo a sus 26 ministros. Sucedió en 26 días: el primer mandatario firmó la iniciativa y promulgó las reformas a 20 artículos constitucionales aprobadas por senadores, diputados y la mayoría de los congresos locales, cuya génesis tomó 52 días (del 5 de diciembre de 1994 al 26 de enero de 1995). Entonces no se escucharon las expresiones corrupción, tráfico de influencias, compadrazgos, plagio de tesis, liberación judicial de cuentas bloqueadas a narcotraficantes y sus cómplices, o algo por el estilo. El argumento formal fue: es una respuesta a la exigencia ciudadana de una mejor impartición de justicia. La interpretación generalizada fue: Zedillo no quiere una Corte integrada por ministros nombrados por los expresidentes Miguel de la Madrid y Carlos Salinas de Gortari” (El día que Zedillo cerró la Suprema Corte, Guillermo Mora Tavares, marzo 12, 2023, en la revista Contralínea).
Simplicio: Eran otros tiempos…cuando la mano dura del Priato imperaba.
Diablo: Ah, cómo añoro aquellos tiempos…
Simplicio: Hoy es tiempo de Derechos Humanos.
Diablo: Pues con tu PRIAN te lo comas. Pero yo te sugiero que tal vez podrías hacer una huelga de chocolate. ¿Te imaginas? ¡Sería el primer manifestante con diabetes en la historia! Además, ¡no quiero tener tu conciencia pesándome en el infierno si te mueres de hambre!
Simplicio: ¡Eso no tiene sentido, no voy a ir al Infierno porque mi Ángel de la Guarda me protege de tus malos deseos! Pero… me estás tentando. Tú sabes cuánto me gustan los chocolates…¡Es más difícil resistirse al chocolate que a la impunidad!
Diablo: ¡Claro! Con la ayuda de mis infiltrados en la Guardia Nacional tengo vigiladas por internet todas tus compras en los Súper, cruzadas con datos en Oxxo y demás tienditas en donde compras chocolates “dark” para intentar pasar desapercibido, de incógnito.
Simplicio: ¡Maldito Demonio Vigilador!
Diablo: Es más, gracias a un diablohacker tuve acceso a tu expediente reservado, en el que te tienen “ bajo sospecha y sujeto de interés por los sospechosos viajes que haces anualmente a Pittsburgh, y de ahí a Hershey, Pensilvania, la Meca del Chocolate”. Piensan que eres parte de la secta chocolatera que promueve Homero Simpson, como aparece en el episodio “Homerland” de Los Simpson, cuando Homero dice: “Nunca le he rezado a una ciudad en mi vida y si lo hiciera sería Hershey, Pensilvania”.
Simplicio: ¡Santos Chocolates!
Diablo: Doblemente sospechosos son tus escasos viajes a Tabasco, el paraíso del cacao, y tu extraña conducta antigubernamental de que no compras chocolates de la nacional y patriótica fábrica de los hijos de Ya sabes Quién…
Simplicio: ¡Amargos chocolates!
Diablo: Y aún hay más: tu expediente alerta al singular hecho de que eres el único de los millones de beneficiarios de la Tarjeta Bienestar para adultos mayores que dedica todo el dinero, íntegramente, a la compra de chocolates, bimestre tras bimestre.
Simplicio: ¡Santo Dios! Retiro mi propósito de la huelga de hambre…creo que me limitaré a volver al propósito del año pasado de hacer ejercicio regularmente, comer más sano y ser más organizado.
Diablo: ¿Qué tal si haces una protesta con sarcasmos? Puedes mostrarles lo ridículo que es todo esto con comentarios irónicos.
Simplicio: Eso suena más a tu estilo, Diablo. Pero, ¿crees que sea efectivo para mí?
Diablo: Bueno, al menos te divertirás.
Simplicio: Y tú, Diablo, ¿Qué propósitos tienes para el Año Nuevo?
Diablo: Oh, Yo sólo tengo un propósito: ¡hacer que rompas todos los tuyos!
Simplicio: ¡Ay, demonios! Creo que necesitaré ayuda divina para resistirte, ¿algún consejo, mi Ángel de la Guardia?
Ángel: Sí, seguro. ¡Ya mejor no hagas listas!