Diciembre 2021, segundo año de la pandemia
Por Javier Ortiz de Montellano
Hemos entrado desde hace tiempo en la era de la comunicación y la información digitalizada. En ese sentido la pandemia del Covid-19 no ha hecho sino acelerar ese fenómeno en la economía de mercado capitalista por un lado y la tecnología de redes digitales por otro.
El término “capitalismo digital” reúne la afirmación de la digitalización, la creación de redes y el comercio electrónico común a todos ellos. Internet se convierte en la columna vertebral de todos los servicios de la economía de la red, ya sea para comunicarse o leer noticias (junto con la facilidad digital acarrea una serie de complicaciones como las fake news, videos falsos y deep fakes, hackeos e invasión y explotación de la privacidad mediante el uso de algoritmos para influir en las decisiones y conductas mercantiles o políticas, el mismo uso del dinero digital), o escuchar música (abarata los costos, pero provoca la proliferación de conciertos en vivo como defensa del ingreso de los grupos musicales, aunque durante la pandemia se han visto en problemas por los confinamientos) y, en general, interactuar mercantil y socialmente-especialmente, desde que se generalizó la pandemia- en formas nuevas en un mundo dominado por la comunicación y la información digitalizada.
De ello se derivan dos consecuencias: Internet es fundamental para el buen funcionamiento de toda la economía y se convierte en un elemento básico, porque se convierte en equivalente a la participación en la vida social en absoluto, con todas sus ventajas, pero también con una nueva problemática económica, tecnológica, psicológica y en general un cambio social que transforma los modos de producción y reproducción de las sociedades.
De acuerdo con el filósofo coreano radicado en Alemania, Byung-Chul Han (No-cosas, Quiebras del mundo de hoy, libro electrónico, octubre 2021) estamos pasando gradualmente por un importante cambio de paradigma, de la posesión (de las cosas) al acceso (de las no-cosas). esto es, los vínculos con cosas o lugares son reemplazados por el acceso temporal a redes y plataformas.
La información no es tan fácil de poseer como las cosas. La posesión define el paradigma de las cosas, en cambio, el acceso rige en el mundo de la información. Por ejemplo, este escrito electrónico que está usted leyendo, no es una cosa, sino una información (No-cosa) a la cual tiene acceso mediante todo el andamiaje tecnológico que hemos mencionado.
Este capitalismo digital constituye una forma intensificada del capitalismo de Información, que convierte también lo inmaterial (No-cosa) en mercancía. Cada vez más las relaciones humanas se comercializan y los medios sociales de comunicación las explotan. La pandemia no ha hecho sino acelerar estas tendencias.
El virus cambia de forma, pero no elimina al capitalismo. En todo caso, esta crisis inicialmente sanitaria está dejando ver todos esos ámbitos en donde es necesario reconsiderar nuestras formas de vivir.
Es hora de repensar nuestra relación con la realidad.