Los Sonámbulos, Opinión

Los Sonámbulos/El Ogro Salvaje… y el cadáver siguió muriendo/Jesús Delgado Guerrero

Sonámbulos

Por Jesús Delgado Guerrero

Los opositores a la auto denominada “Cuarta Transformación” -cualquier cosa que esto sea- tendrán tiempo no para reflexionar, que para eso tuvieron casi los últimos seis años después del primer golpe en el 2018, sino para practicarse un exorcismo, “morir y renacer”, y sacudirse sus mefistofélicos dogmas, esos con los cuales se han autoengañado y tratado de engañar a los demás.

Después de la “madrina electoral” del pasado domingo a manos del presunto “Maligo Socialista”, más contundente que la anterior, al maltrecho Ogro Salvaje neoliberal no le queda de otra, aunque es sabido que no hay peor cadáver que un cadáver renuente, ese que todavía se cree vivo a pesar de la pestilencia que emana (“¡y el cadáver siguió muriendo…!”, se dice por ahí, y lo mismo cabe decir en este caso).

Esperar a ver si sus profetas diseñan una nueva y más embaucadora narrativa que permita enseñar menos la cola, seguir aferrados a su droga doctrinal y aguantar otros seis años, o de plano un “milagro”, es por demás.

Hay que reconocer que todo eso lo lograron durante casi cuatro décadas con un discurso que prometió el cielo en la tierra (cuentos de hadas) mientras repartía palos a todos y acumulaba por acumular, agandallándose todo lo que podía, esto mediante una democracia de fachada que sirvió justo para alimentar al “1 por ciento”.

Pero ya sin una mediocracia creíble y de plano con todos los santos de espaldas, como demostró el resultado de la elección, ahora chantajea mediante conjuros financieros, locales y externos (vía presiones al peso contra el dólar y la bolsa de valores, mensajes de agencias calificadoras y firmas financieras) para buscar que el “estado alterno” que se creó para su beneficio (organismos supuestamente autónomos, en realidad a su servicio), leyes y “estado de derecho” incluido, no sea desmantelado.

Es una grosera obviedad que de permanecer ese “estado alterno” y ese “estado de derecho” (que ha desplazado al “estado constitucional” que, por cierto, fue electo por los ciudadanos y no por maquilladas designaciones) continuará la tosca concentración de la riqueza, sólo por la concentración misma; seguirán las especulaciones financieras sin los mínimos controles para “tranquilizar” a los “espíritus animales”, de funestos impulsos, como se ha visto histórica y recientemente.

Más: la economía casinera de las “altas finanzas” prevalecerá sobre la productiva; la evasión y elusión de impuestos se seguirá de frente; la injusticia fiscal continuará y, en suma, permanecerá todo el agandalle que ha caracterizado al neoliberalismo o “libertarianismo de mercado” (que no libre mercado), justificado éste sólo por los beneficiarios y su muy intoxicados sacerdotes.

El Ogro Salvaje hizo de todo (hasta el rídiculo) durante los últimos seis años para tratar regresar al poder y volver a la carga con temas fundamentales para su beneficio: la entrega del manejo del petróleo y de la industria eléctrica, esa joya que por completo se les fue de las manos luego de la sobornada “reforma energética” y que, en el caso de la segunda, no alcanzó a modificarse del todo debido justo a la alianza del PRI, PAN y PRD, favoreciendo el agandalle de privados.

Busca en su último falso “contrapeso” mantener el “estado alterno” para que lampedusianamente las cosas cambien sólo para seguir igual: monopolios, oligopolios y, en resumen, la concentración de la riqueza, fin último de ese neoliberalismo y su democracia gatorpardiana.

Pero casi 36 millones de electores favorecieron una opción que no era la suya, en una “madrina histórica” por partida doble pues es una votación muy alta, un golpazo tremendo, y se eligió a la primera presidenta de México.

Los idólatras del Ogro Salvaje no acusaron recibo del golpe en el 2018, como no lo están haciendo en el 2024, mucho más letal éste pues dinamitó toda su artillería disponible, esquiroles disfrazados de dirigentes de partidos políticos entre ellos, a grado tal que han tenido que salir a manifestarse, sí muy diplomáticamente, pero sin ocultar la extorsión, vía maniobras financieras.

Más allá de la configuración del Congreso de la Unión, que democráticamente confirió mayoría calificada al partido en el poder, el nuevo gobierno no tiene ni tendrá necesidad de negociar con los dirigentes de oposición, sino con los patrones de éstos (en los hechos ya lo está haciendo), mientras aquellos intentan salvar algo de la piel alegando fraude y otras zarandajas.

Va a ser muy interesante ver hasta dónde realmente llega el nuevo gobierno, cuánto puede o está dispuesto a ceder ante la manifiesta “extorsión” del Ogro Salvaje, o si modifica las cosas, apoyado por el poder que le confirieron los ciudadanos en las urnas. El “jaloneo” entre el poder público y el poder económico, la verdadera separación, apenas está comenzando.