Por Arnulfo R. Gómez (Catedrático comercio exterior)
En nuestra época,
los hombres no quieren ser útiles sino importantes
Sir Winston Churchill
Con motivo de los 30 años de la entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, El Colegio de México realizó un seminario los días 12 y 13 de noviembre.
Al respecto, es importante señalar que, en el año 1982, México sufrió una crisis económica que obligó a aplicar una serie de medidas de estabilización que caracterizaron al periodo hasta 1989, año a partir del cual se inició el proceso conocido como Cambio Estructural mismo que estuvo caracterizado por una desregulación interna y externa grandemente influido por los conceptos conocidos durante la visita del Presidente Carlos Salinas de Gortari a Davos, lo que nos convirtió en un país muy competitivo.
El objetivo era insertarse adecuadamente en la globalización que estaba registrando la economía mundial y se podría decir que ese proceso culminó con la firma del TLCAN, mismo que nos daba acceso preferencial al mercado más grande del mundo con el fin de lograr una integración comercial y productiva que generara mayor riqueza, mayor número de empleos y mayor bienestar para los habitantes del bloque norteamericano.
En diciembre de 1992 se firmó el Tratado de Libre Comercio entre Canadá, Estados Unidos y México, convirtiéndose en el marco jurídico que regularía el intercambio de bienes, servicios e inversión entre los tres países mismo que entró en vigor hasta el 1º de enero de 1994 pues, nuestros socios consideraron pertinente la firma de Acuerdos Paralelos que fijaran estándares en materia laboral y del medio ambiente en la región.
Durante este periodo, sin que aún entrara en vigor el TLCAN, ni se supiera cuáles serían los problemas de su implementación, así como la evolución de los intercambios, los funcionarios mexicanos negociaron la firma de Tratados de Libre Comercio con Bolivia, Colombia, Venezuela y Costa Rica que entraron en vigor en 1995, práctica que continuaron con 48 países adicionales, generando una globalización tóxica para México.
En 1993, el último año sin TLCAN, Canadá, EEUU y México constituían el bloque económico más grande del mundo ya que su PIB Total correspondía al 44.94% de la producción mundial de bienes y servicios, en tanto que la participación del PIB de cada país fue de 3.09%, de 38.89% y de 2.95%, respectivamente. En este año, la participación de México se constituyó en la más elevada de los años recientes debido a las reformas realizadas en la economía a fines de los 80’s y principios de los 90’s.
En el mismo año, la exportación total del bloque correspondió a 17.59% del total mundial y la importación al 19.21%.
El TLCAN se convirtió en el marco jurídico que regularía el intercambio de bienes, servicios e inversión entre México, Canadá y los Estados Unidos desde el 1° de enero de 1994 y fue el primer Tratado Verde pues, incluía cuestiones relativas a la protección del medio ambiente y a estándares y condiciones laborales en el territorio de las partes
Los objetivos generales del TLCAN eran:
- Establecer un área de Libre Comercio en América del Norte, en lo que era el mercado más grande del mundo, con una población cercana a 400 millones de personas, lo que generaría un Producto Regional Bruto de más de 9 billones US (1994) mediante un proceso de integración comercial y productiva de Canadá, EEUU y México
- Aprovechar las ventajas comparativas de cada país en la producción compartida transfronteriza a fin de
- Incrementar la competitividad en la producción de bienes y servicios en el mercado regional e internacional,
- Aumentar la captación de flujos de inversión extranjera directa en la región y
- Generar empleos y elevar la calidad de vida de la población mediante la generación de mayor valor agregado y riqueza en la región
En relación con México, se podría decir que en los primeros 7 años de operación, la exportación parecía cumplir con el objetivo hacia sus socios del TLCAN pues, el porcentaje de nuestras ventas a Canadá y EEUU pasó de 85.71% en 1993, a 90.74% en el año 2000, sin embargo, a partir de 2001, se presentan algunas variaciones con una tendencia decreciente hasta llegar a 85.70% en 2023, lo que se podría atribuir a una “sana diversificación geográfica”.
Por lo que refiere a las importaciones, el desarrollo fue muy diferente ya que del 71.09% que adquiríamos en 1993, en 1996 incrementamos a 77.43% y, a partir de ese año, la importación procedente del TLCAN descendió continuamente hasta reducirse a sólo 44.87% en 2023.
Para el año 2001, la participación del TLCAN en el PIB Mundial se redujo a sólo 37.18% pues, el porcentaje de Canadá fue de sólo 2.25%; el de EEUU de 32.93% y para México de 1.99%, sin embargo, la exportación del bloque se incrementó a 18,68% y la importación mucho más: 24.61%.
En 2023, las cifras nos muestran una caída más profunda en la participación del TLCAN en la generación de riqueza mundial al sólo alcanzar el 29.89%, con el consiguiente descenso de la participación de Canadá con 2.04%; EEUU con 26.13% y México con 1.70%. Así mismo, la exportación se redujo a sólo 13.38% y la importación a 18.01%.
Comentarios.
En la enorme caída de la participación del TLCAN en la generación de riqueza del periodo 1993/2023, México resultó el más perjudicado pues, si en 1993, nuestra participación en PIB Mundial era de 2.95%, para el 2001 fue de 1.99% y para 2023, de sólo 1.70%, es decir, nuestra participación en la producción mundial de bienes y servicios se redujo 1.25%, equivalente a una disminución de -42.37%, en tanto que la población mexicana pasó de 89 a 131 millones, representando un incrementó de 42 millones equivalente a 47%, es decir, se generó un efecto muy negativo al haber menos riqueza a repartir entre más personas.
También hay que señalar que, en el año 2001, México llegó a ser la 8ª economía mundial más importante, pero, para el año 2023, cayó a la 12ª posición, en tanto que su PIB Per Cápita, en el mismo periodo pasó del 47º al 69º lugar.
Sin duda, en nuestra economía hubo retrocesos constantes y contrarios a lo que naturalmente se espera de un proceso de integración comercial y productiva de un bloque económico como el que se trataba de construir, debido a la carencia de una estrategia integral que incluyera competitividad, fomento industrial, así como promoción de exportaciones e inversión extranjera orientada a posicionarnos en el mercado más grande del mundo, con programas, proyectos y políticas públicas realistas; por el contrario, se adoptó una política de globalización completamente nociva firmando TLC’s con 52 países adicionales y realizando una desgravación unilateral totalmente incoherente que debilitó nuestras fortalezas y atomizó nuestros esfuerzos, por lo que se ha generado un déficit creciente con un mayor número de países.
Así, el comercio exterior de México ha estado basado en un proceso simplista y nocivo de importar insumos temporalmente, para maquilar o ensamblar, y reexportar a nuestros socios del TLCAN con reducido valor agregado pues, del 58.8% que en el año 1993 constituía el valor de contenido nacional en la exportación total, para el 2023 se calcula entre 38% y 40%.
Aun en los sectores más emblemáticos e importantes de la exportación mexicana, el valor agregado en México es muy reducido como es el caso de automóviles con 26% y el de televisores de pantalla plana con 10%.
Este proceso se tradujo en una decreciente generación de riqueza en territorio mexicano pues, no hubo acciones de parte de las autoridades que permitieran sostener la competitividad que se había logrado con las reformas realizadas a fines de los 80’s y principios de los 90’s ya que se adoptó el axioma de la mejor política industrial es la que no existe, además, tampoco se realizaron mejoras al marco sistémico con objeto de crear un clima de confort en el que, la planta productiva nacional, pudiera realizar sus actividades competitivamente.
Por la serie de incongruencias descritas, México se presenta como el gran perdedor del TLCAN pues su crecimiento económico, tanto en números absolutos como relativos, en estos 30 años fue el más reducido, y se da la paradoja de que Canadá, con sólo 40 millones de habitantes y México con 131, nos supera en todo.
Por eso, en el periodo 1993/2023, la dimensión de la economía de nuestros socios se incrementó grandemente y, la de Mexico se redujo con Canadá de 95.47% a 83.59%, en tanto que con EEUU lo hizo de 7.6% a 6.54%.
En materia de Inversión Extranjera Directa, la situación no es mejor ya que, en el periodo 1994/2023, la participación de México en la captación de IED Mundial cayó del 4º al 10º lugar, en tanto que su porcentaje de captación de flujos se redujo de 4.29% a sólo 2.71%; situación verdaderamente deplorable pues, México es el vecino más cercano a EEUU que es la principal fuente generadora de IED Mundial; tenemos más de 3,000 kilómetros de frontera, lo que nos genera enormes ventajas comparativas y, sobre todo, firmamos el TLCAN hace 30 años, que tenía como uno de los objetivos principales la captación de mayores flujos de IED.
IED reducida en México/Arnulfo R. Gómez (monitorfinanciero.com.mx)
En materia de empleo, el objetivo era generar mayor valor agregado para crear más puestos de trabajo con el fin último de lograr mejor bienestar en nuestro país y reducir la migración, objetivo que tampoco han logrado pues, al mes de diciembre de 2023, el déficit en la creación de empleos formales en México fue de 38.6 millones.
https://elindependiente.mx/economia/2024/09/27/empleo-uno-mas-de-los-fracasos-de-mexico-en-el-tlcan/: El TLCAN ¿como los huevos revueltos?/Arnulfo R. Gómez
En esencia, la reducida integración comercial y productiva de México con sus socios del TLCAN ha sido suplida por una creciente incorporación de insumos extranjeros de fuera de la región en la que, el gran ganador dentro de este proceso tan aberrante, ha sido el continente asiático pues, los teóricos del comercio exterior mexicano, con su incoherente política de desgravación arancelaria a la importación, convirtieron a México en un trampolín para la exportación de los países asiáticos encabezados por China, hacia Canadá y EEUU.
Apuntes finales.
Los pobres resultados obtenidos en los 30 años de operación del TLCAN han sido originados por la carencia de una política industrial que permitiera la creación de una plataforma exportadora sólida y diversificada, así como por la indefinición de una estrategia integral orientada a ubicarnos y posicionarnos como el socio estratégico que, Canadá y EEUU, pensaron que podríamos ser; por el contrario, nuestros funcionarios pretendieron ubicarse en numerosos mercados que, por la estructura de nuestra planta productiva y de nuestra exportación, difícilmente podíamos abarcar, además de que, en la realidad, muchos resultaban mercados accesorios, sobre todo, ante la dimensión del mercado del TLCAN al que deberían haber atacado inteligentemente.
Durante la inauguración del Seminario en El Colegio de México, el Doctor Jaime Serra Puche señaló que, la llegada del Donald Trump a la Presidencia de EEUU había introducido enorme incertidumbre en la relación bilateral, pero, que no había porqué preocuparse pues, en la realidad, había que considerar que el TLCAN era como unos huevos revueltos que, una vez cocinados, no se podían separar.
Por desgracia, el Dr. Serra no se acuerda de que en el TLCAN y en el T-MEC, hay una cláusula de denuncia y que, en la relación trilateral, la posición de México es muy endeble pues, no ha logrado la integración comercial y productiva propuesta ya que sólo el 40% de nuestra exportación es realmente mexicana, en tanto el 60% es de insumos importados temporalmente para ser maquilados o simplemente ensamblados, para reexportar con reducido valor agregado en nuestro territorio.
Volviendo a los huevos revueltos del Dr. Serra, hay que señalar que para que salgan bien, se debe contar con elementos adecuados y de primera calidad, empezando por huevos frescos, sal, pimienta, aceite o mantequilla, una sartén y calor idóneo; y que aplicando este símil al caso de la participación de México en el TLCAN, ha sido deficiente por la falta de los elementos apropiados ya que se careció de una estrategia integral que incluyera competitividad y fomento industrial, así como promoción adecuada de las exportaciones y de la inversión extranjera, con programas, proyectos y políticas públicas realistas que generaran riqueza con base en valor agregado.
Sin duda, habrá que trabajar fuerte e inteligentemente para subsanar estas deficiencias y recuperar el tiempo perdido, sobre todo porque, con la llegada de Donald Trump, ya no estaremos en una zona de confort como aquella de la que gozamos durante la vigencia del TLCAN.