Por Arnulfo R. Gómez (Catedrático Comercio Internacional)
Los funcionarios encargados de la política de comercio exterior y la promoción de las exportaciones e inversión extranjera están preocupados por el enorme déficit que México tiene, especialmente con Asia, sobre todo en componentes automotrices, electrodomésticos y electrónicos.
Como respuesta a este tremendo problema han mencionado que hay planes para traer a Norteamérica plantas manufactureras que operan hoy en países orientales.
Al mismo tiempo, señalan que parece una ironía que, a pesar de que nuestras economías han sido muy abiertas y muy respetuosas del marco del comercio internacional, están sufriendo de déficits de cuenta corriente muy altos, con un promedio anual fue de -4,873 millones US, en el periodo 1993/2020 y un acumulado de -136,434 millones US.
Sin duda, un grave problema para México pues a través del TLCAN y, ahora del T-MEC, obtuvimos el acceso preferencial al mercado de importación más grande del mundo, con alto nivel de consumo y con el que tenemos una enorme complementariedad, situación que, increíblemente, nuestro país fue incapaz de aprovechar.
Comentarios.
Desde la entrada en vigor del TLCAN, los funcionarios mexicanos incurrieron en una enorme falta al no generar una estrategia con programas, proyectos y políticas públicas que procuraran la integración comercial y productiva de México con Canadá y EEUU, a pesar de las ventajas que nos ofrecía dicho acuerdo para generar mayor valor agregado, más empleos y mayor riqueza en nuestro territorio y en la región
Desgraciadamente, nuestros funcionarios no hicieron caso del creciente déficit que teníamos con mayor número de países; de la estructura del intercambio con nuestros socios del TLCAN y, mucho peor, con los países de fuera de la región con los que no tenemos TLC, pero que se han visto favorecidos por una apertura comercial indiscriminada basada en una desgravación unilateral totalmente incoherente.
Tampoco pusieron atención a la migración de empresas mexicanas y maquiladoras extranjeras de nuestro país hacia el continente asiático, ni al enorme desplazamiento de empresas manufactureras norteamericanas de su territorio a Asia.
Cuando a esos funcionarios se les señaló las cifras negativas que presentaba la evolución del comercio de México con esa región, manifestaron que la importación y el déficit creciente con Asia no eran peligrosos y no importaba pues, el 70% de la importación, era de insumos para reexportación, sin darse cuenta deque realmente ese ha sido el gran problema que ellos le han creado a nuestro país, sin que fueran capaces de percibirlo para propiciar que se produjera algo más en México pues, aunque había empresas muy productivas en nuestro territorio, no se crearon condiciones para que el resto de la planta productiva nacional trabajara en un nivel competitivo y para que el marco sistémico resultara atractivo para las empresas extranjeras.
Por eso, la decreciente corriente de flujos de IED mundial hacia México, misma que cayó de 4.3% en 1994, a 2.9% en 2020, periodo en el porcentaje acumulado fue de sólo 2.12% y en el que fuimos superados por Reino Unido, Hong Kong. Singapur, Alemania, Brasil, Canadá, Islas Vírgenes UK, Australia, España e Irlanda como países más atractivos.
Abundando al respecto, los teóricos y funcionarios mexicanos señalaban alegremente:
La política de apertura permitió a las empresas nacionales reducir sus costos de operación al proveerles de acceso a materias primas, insumos y bienes de capital en condiciones de precio y calidad internacionales; lo que también ha significado mayor competencia en el mercado de productos finales y, con ello, beneficios para los consumidores e incentivos para que las empresas eleven su eficiencia operativa.
Además, a través de los Tratados de Libre Comercio se lograron preferencias arancelarias para acceder en condiciones de privilegio a numerosos mercados, sin embargo, el cambio en el entorno internacional requiere que, para seguir contribuyendo a la mejora de la competitividad del país, la política comercial responda a los nuevos retos.
Desgraciadamente, nada hicieron, especialmente con los dos últimos renglones del párrafo anterior. Su posición obedecía a un liberalismo dogmático que no entendían y cuyas consecuencias tampoco comprendían, pero que ahora estamos sufriendo a través de un proceso de decreciente generación de riqueza en nuestro territorio, también, debido a su aparente ignorancia de la operación real del comercio internacional y, mucho peor, del comercio exterior de México.
Durante este periodo, los funcionarios hablaban de la industria automotriz mexicana como un ejemplo mundial, menospreciando el hecho de que, al igual que en el resto de los sectores de la producción y exportación, el valor agregado generado en nuestro territorio era decreciente.
Peor resultaba en la industria automotriz pues, es un sector que ofrecía oportunidades enormes de desarrollo -por las facilidades que había de integrarse a través de una planeación adecuada- lo que también permitiría crear mayor volumen de empleos e incorporación de tecnología, sin embargo, en esta industria en la que México, supuestamente era “modelo”, nuestro VAN cayó de 35%, en 1993, a 26% en 2019.
Como ejemplo de estas nefastas incongruencias, anexo incluyo un análisis sobre el comercio exterior de México con Holanda, mismo que realicé en diciembre de 2003, en donde se constata la ignorancia del que, primero, fuera Director de Promoción de la Industria Automotriz y, posteriormente, Consejero Comercial de BANCOMEXT para el BENELUX y Países Escandinavos, Ing. Raúl Alfaro, supuesto experto en industria automotriz y electrónica que, durante más de 10 años de permanencia en dicha institución, mostró ignorancia total de los sectores que manejaba, así como de la operación real de la Gran Industria a nivel internacional, especialmente de la industria automotriz.
Su permanencia en la institución fue con base en enorme simulación que “sus superiores” fueron incapaces de supervisar y evitar, porque también la ejercían debido a la falta de conocimientos que padecían.
A pesar de las predicciones que en algún momento se realizaron sobre lo que sería su evolución negativa, el único sector que relativamente estuvo exento de este deterioro fue el agropecuario que, inclusive, durante la pandemia siguió creciendo, liderado por tres productos que se han convertido en un orgullo y emblema del sector productor y exportador mexicano: cerveza, tequila y aguacate.
Apuntes finales.
Hoy, las prisas le están entrando a nuestros funcionarios sumamente extrañados, señalando cándidamente que, aunque hay muy buena voluntad, nuestras economías, que han sido muy abiertas y muy respetuosas del marco del comercio internacional, estén sufriendo de déficits de cuenta corriente muy altos.
Desafortunadamente, de lo que no se dan cuenta nuestros funcionarios es que México ha carecido de una política de comercio exterior, y de una estrategia realista que incluya programas, proyectos y políticas públicas que permitan ser competitivos y generar riqueza en nuestro país.
Especial referencia podemos hacer a la relación con los países con los que firmaron TLC´s hasta alcanzar un total de 54 países, lo que ha debilitado nuestras fortalezas y atomizado nuestros esfuerzos.
Mucho peor ha sido con los países con los que no hemos firmado dichos instrumentos pues, estos países se han visto grandemente beneficiados de una alocada apertura comercial basada en una dogmática desgravación unilateral, sin que hubiera complemento alguno para, verdaderamente, poder aprovechar las ventajas comparativas y desarrollar ventajas competitivas.
Esto generó la salida de empresas manufactureras, principalmente maquiladoras de nuestro territorio, así como de la región, mismas que se ubicaron en el continente asiático por una inmediatez ganancial, meramente comercial, que a la larga ha resultado perjudicial para al empleo y la generación de riqueza en la región.
La realidad lo demuestra pues, los retrocesos de México, en los 20 años más recientes, son deplorables, mismos que he marcado con amarillo en el cuadro que incluyo a continuación y que nos hablan de la desindustrialización de México y de la desintegración comercial y productiva con sus socios más cercanos y más importantes a nivel mundial.
El simple hecho de que México haya caído de la 8ª a la 16ª posición como economía mundial en este periodo, y de que nuestra participación en la generación de riqueza mundial haya retrocedido del 2.65% que ostentaba en 2001, a 1.24% en 2020, nos lo dice todo.
Este problema se manifiesta plenamente en el grave empobrecimiento de sus habitantes pues, mientras el PIB Per Cápita Mundial promedio creció 401%, el nuestro sólo lo hizo en 95%. Esto generó la pérdida de 35 posiciones en la clasificación mundial del ingreso per cápita mexicano, mismo que cayó de la 41ª a la 76ª posición en el periodo de referencia.