Por Arnulfo R- Gómez
(Catedrático Comercio Exterior)
Ellos se ríen de mí porque soy diferente
Yo me río de ellos porque todos son igualitos
Anónimo
La posible negociación y firma de un TLC con Corea, constituye un eslabón más de la cadena de torpezas y errores que han cometido los funcionarios mexicanos encargados de diseñar la política y la estrategia del comercio exterior mexicano, basadas la firma compulsiva de TLC’s y una desgravación dogmática y unilateral nada coherente.
Al respecto, la Subsecretaria de Comercio Exterior de México, doctora Luz María de la Mora hace la pregunta ¿Por qué es importante un TLC con Corea del Sur?
Su respuesta es que México paga un arancel muy alto cuando envía sus productos agrícolas a Corea, en tanto que, Corea paga un arancel muy reducido cuando envía sus productos industriales a Mexico, lo que es cierto, pero, esta situación sólo es resultado de la incongruencia de la política mexicana de comercio exterior que han diseñado los altísimos funcionarios mexicanos en los 29 años más recientes.
La firma del TLCAN, era el resultado de un proceso lógico y coherente de desregulación interna y externa que hizo muy competitiva a la economía mexicana, sin embargo, no hubo una estrategia para posicionarnos y consolidar nuestra presencia en el mercado de Canadá y EEUU, y aunque hubo un importante desarrollo de la economía mexicana y un gran dinamismo de nuestro comercio exterior por las reformas realizadas a finales de los 80’s y principios de los 90’s, a partir de 1994 no hubo reforma alguna que permitiera mantener la competitividad de México, misma que, por la inercia impresa en el periodo señalado, llegó a su mejor nivel en 1999 en que ocupó el 34º lugar como economía competitiva mundial; así mismo, alcanzo la 8ª posición como potencia económica en el 2000, año a partir del cual la pérdida de competitividad se hizo evidente para culminar en el año 2020, con la caída de México hasta la 16ª posición como economía mundial y el 76º en el PIB Per Cápita.
La carencia de una estrategia y de reformas adicionales en nuestra economía, fue agravada por tres elementos que han jugado en contra de México debido a la falta de visión de los teóricos del comercio encargados de diseñar la política y la estrategia de comercio exterior:
- La firma de numerosos TLC´s, que atomizaron nuestros esfuerzos y debilitaron nuestras fortalezas,
- Una desgravación unilateral que redujo los aranceles de importación en México y que generó una competencia desleal para la planta productiva nacional, misma que ha tenido que trabajar con un marco sistémico deficiente, al que algunos empresarios han podido sobrevivir y desarrollarse para abastecer al mercado interno y el de exportación con base a mayor productividad y bajos salarios.
Nuestros altos funcionarios quisieron compensar esta enorme deficiencia con la participación en diversos foros “promoviendo al libre comercio”, con muy reducidos resultados, debiendo hacer notar que la respuesta del Embajador de Brasil en México, sobre la negociación de un posible TLC con nuestro país fue muy lógica y contundente:
¿Para qué un TLC si los mexicanos se abren solitos?
- Finalmente, hay que señalar que, por el marco sistémico tan deficiente, México cada día es menos atractivo para la inversión extranjera, por lo que los empresarios extranjeros prefieren producir en su país o en otras regiones, principalmente en Asia, porque es más fácil importar en México por lo bajos aranceles, además de que producir en nuestro territorio es más difícil debido a la enorme burocracia y peor corrupción.
Así, muchos empresarios extranjeros prefieren seguir produciendo en su país y exportar a México porque es más fácil y barato este esquema.
Lo que ahora proponen los funcionarios de la SE, señalando que un TLC con Corea del Sur, beneficiará al agro y al sur mexicano, puede ser cierto y posiblemente permitirá un pequeño incremento en la exportación de algunos productos agrícolas mexicanos a Corea, pero que de ninguna manera compensará la creciente importación que tendremos de productos industriales coreanos al bajar, aún más, los aranceles, pero, sobre todo, no compensará las pérdidas que sufrirá la industria mexicana y el empleo en nuestro país.
Al parecer, estos altísimos funcionarios no se dan cuenta de que los principales productos que exportamos a Corea son minerales y productos que son objeto de comercio ateniendo políticas corporativas, con operaciones intrafirma muy exitosa, utilizando a nuestro territorio como un centro de costos, lo que en determinado momento es positivo pues establece un “lazo más fuerte y comprometido”, sin embargo, subsisten los problemas estructurales de nuestra planta productiva, entre los que podemos contar a la muy baja competitividad del marco sistémico y el reducido valor agregado en producción y las ventas al mercado doméstico y al de exportación.
Importante es señalar que, en la exportación mexicana de 6,712 millones US a Corea, entre los 50 principales productos, sólo figuran 3 fracciones arancelarias correspondientes a carne que, en conjunto, sumaron la cifra de 48 millones US, una de aguacate con 10 millones y una de sardinas con 9 millones, con un gran total de 67 millones US, equivalentes a menos del 1% del total de la exportación a ese país.
Lo que ahora nos dice la SE de que “El TLC México-Corea del Sur beneficiará al agro y sur mexicanos“, habría que verlo más como una declaración política conceptual, en la que hay un poco de razón pues, posiblemente permitirá un ligero incremento en la exportación de carne, aguacates y sardinas, así como algunos otros productos agrícolas mexicanos, pero, de ninguna manera compensará la creciente importación que tendremos de productos industriales coreanos, ni la pérdida que sufrirá la industria mexicana al reducir, aún más, nuestros aranceles de importación y enfrentar a la golpeada industria mexicana con una industria coreana mucho más competitiva.
Sin duda alguna, habrá que tomar en cuenta la negativa experiencia en la que nos embarcaron los funcionarios mexicanos, con los seis nuevos socios del TPP-11, en que durante los primeros 3 años de operación, nuestras exportaciones decrecieron -1,945 millones US, en tanto que las importaciones procedentes del bloque se incrementaron en -15,335 millones US, para alcanzar un déficit de -56,430 millones US en sólo un trienio.