Especiales, Opinión

A propósito de los disturbios recientes en Francia y la integración social/Pierre Salama

Disturbios Francia

Pierre Salama[1]

En junio de 2023, en los suburbios de París, en algunos barrios de la capital y en varias ciudades de Francia, estalló un gran acontecimiento con una impresionante ola de violencia: destrucción masiva de edificios públicos, un número impresionante de comisarías, gimnasios, centros comunitarios y mediatecas dañados y incendiados; comercios privados atacados, incendiados y saqueados, principalmente tiendas de venta de cigarrillos, pero también algunos supermercados. Un número también impresionante de detenciones, con un 60% de acusados que nunca han sido condenados, decisiones judiciales rápidas y, a veces, duras penas de prisión. De parte de la izquierda la reacción fue : una condena clara de la violencia, los daños y los incendios provocados, con la excepción de France Insoumise (FI) en los primeros días de los disturbios  (para la FI fueron revueltas y no disturbios) y después de que muchas escuelas hubieran sido dañadas, hubo una declaración a los “rebeldes”  para que dejaran de atacar las escuelas, lo que se interpretó inmediatamente como un apoyo a otros daños como a las tiendas, a los supermercados y algunos servicios públicos como las alcaldías… Por parte de la extrema derecha, y en menor medida de la derecha, se apuntó a los inmigrantes y a la política “laxista” del gobierno hacia ellos. Por parte del gobierno y de los partidos del gobierno, hubo un silencio ensordecedor sobre el tema y un recordatorio para mantener el orden a toda costa.

¿Qué significan estos disturbios?

En primer lugar, el contexto de violencia, se ha convertido en algo más habitual en Francia, especialmente desde el segundo mandato de Macron como presidente de la República, y más particularmente en las « discusiones » parlamentarias sobre las pensiones, pero también desde los black blocs y algunas manifestaciones llamadas espontáneas, a diferencia de las organizadas por los sindicatos.

En primer lugar, en las manifestaciones organizadas por los sindicatos contra la ley de pensiones, hubo poca participación de los jóvenes de los suburbios con alta concentración de pobreza. En segundo lugar, durante los disturbios hubo poca participación de manifestantes contra las pensiones. Dos mundos…. que en cierto modo se ignoran mutuamente, aunque el primero (los que luchan por otro sistema de pensiones) pueda tener cierta simpatía por el segundo, ya que este último no se siente concernido por las reivindicaciones sindicales.

Las formas de violencia difieren: durante los disturbios, los manifestantes utilizan morteros en masa contra la policía, pero no ocurre lo mismo durante las manifestaciones sindicales: la violencia tiene lugar delante de las manifestaciones o al final de las mismas, sin que se utilicen morteros contra la policía. Lo que las une: la represión policial masiva en ambos casos. El uso de morteros tiene un coste monetario importante: cada mortero vale entre cinco y ocho euros y se utilizaron miles de morteros.  Surge una pregunta « políticamente incorrecta »: ¿cómo es que los “rechazados de la república”, los pobres, pudieron utilizar este equipamiento? ¿De dónde viene la plata? Una posible interpretación: muchos de los alborotadores, no todos ni mucho menos, estaban manipulados por redes de narcotraficantes cuyo objetivo es controlar territorios, convertirlos en zonas sin ley, sin policía, para desarrollar su tráfico, suministrándoles estos morteros. Otros alborotadores, indignados por el asesinato por agentes de policía de un joven de los barrios, expresaron violentamente su indignación, mientras que otros, algunos de ellos los mismos, vieron la oportunidad, durante los saqueos, de apoderarse de bienes y venderlos.

Queda una pregunta: ¿por qué pintarrajear o destruir los edificios públicos y comisarías? ¿porque la policía sería el enemigo y no deja de humillarlos con controles incesantes? ¿por [S1] qué dañar e incendiar las alcaldías?

Porque no se sienten franceses, aunque la mayoría haya nacido en Francia, simplemente porque la tasa de desempleo es mucho más alta en los suburbios que en otras partes de la Nación, porque hay más discriminación salarial por el color de la piel y porque la integración sería un relativo fracaso. ¿Por qué dañar las escuelas, objetivo de los alborotadores? La respuesta es, aparentemente, aproximadamente la misma que para la pregunta anterior. Aproximadamente, porque no es suficiente.

Algunas interpretaciones más estructurales deben ser profundizadas: el periodo abierto por la globalización comercial y financiera se caracteriza por un aumento del individualismo, la desindustrialización en muchos países, entre ellos Francia, que se traduce en un debilitamiento de los sindicatos y una transformación de la clase obrera, como analizó hace años Robert Castell [S2]  y una movilidad social débil. Movimientos sociales menos controlados, tendencia a la anomia[S3] , a lo que se añade el fracaso parcial de la integración de los hijos de inmigrantes. Más concretamente, los hijos de inmigrantes que consiguen estudiar -y son más numerosos de lo que a menudo se sugiere-, al tiempo que son discriminados en términos salariales y de trayectoria vital, abandonan los suburbios desfavorecidos, se trasladan a otros lugares y se integran más o menos bien. Todos los estudios oficiales demuestran que la movilidad social de los hijos de inmigrantes pobres es mayor que la de los hijos de “blancos pobres”.  El resultado es que los suburbios se están convirtiendo en un barril de Danaïde. Los jóvenes de 16 a 18 años que quedan tienen formación débil. Algunos se convierten en “NI Ni”: ni escuela, ni trabajo. Algunos de ellos son presa fácil de los narcotraficantes, pero también de los movimientos islámicos fundamentalistas. La República les parece ajena, y su socialización y emancipación parecen tener que seguir otros caminos.

No son revueltas, sino disturbios. Estos movimientos no son emancipadores, no tienen programas políticos explícitos. Son la expresión de una fractura dentro de la Nación cada vez más fuerte y que podría convertirse peligrosa, favoreciendo una subida de la extrema derecha. Tenemos que ayudar a estos jóvenes a integrarse en la sociedad y luchar contra las ideas de la extrema derecha de excluirlos.


[1] Profesor emeritus,  Universidad Sorbonne Paris Nord, ultimo libro disponible en castellano, 2021 : Contagio viral, contagio economico, Riesgos politicos en Americal Latina, Ed.  Clacso Alas, se puede descargarlo gratis en el sitio de Clacso.


 [S1]

 [S2]Il s’agit de métamorphoses de la question salariale si je me souviens bien, mais à mon avis cela ne vaut pas la peine de citer car alors il faudrait citer beaucoup de personnes et qu’ici il s’agit d’une note de six mille signes

 [S3]L’anomie est un désordre extreme, sans sens apparent