Por Javier Ortiz de Montellano
Según el reciente libro de Ian Bremmer, “The Power of Crisis”, (El Poder de la Crisis) publicado en 2022 (no hay traducción aún), hay tres amenazas mundiales: Hoy nos enfrentamos a tres crisis. La confrontación entre Estados Unidos y China, una futura pandemia y un cambio climático descontrolado, y tecnologías que alteran la vida, cada una de las cuales podría causar más daño a nuestra especie que cualquier otra crisis en la historia”.
Sostiene Bremmer que el mundo todavía está luchando por sacudirse los efectos económicos, políticos y sociales del COVID-19, e inevitablemente nos acosarán más virus mortales. El cambio climático cambiará la vida de miles de millones de personas y amenazará la sostenibilidad de la vida en el planeta. La mayor amenaza de todas para nuestro futuro colectivo vendrá del impacto inesperado de las nuevas tecnologías que cambiarán la forma en que vivimos, pensamos e interactuamos con otras personas y determinarán nuestro futuro como especie. La política rota de Estados Unidos y la creciente rivalidad entre Estados Unidos y China ponen en peligro nuestra capacidad de generar la confianza internacional necesaria para enfrentar las grandes crisis de nuestro tiempo. Bremmer detalla cómo los conflictos internacionales nos dejan sin preparación para un trío de crisis inminentes, emergencias de salud global, cambio climático transformador y la revolución de la Inteligencia Artificial”.
A estos desafíos Bremmer los llama “Cisnes Grises”, porque a diferencia de los inesperados Cisnes Negros que -por definición- nadie puede ver venir, los cisnes grises son los que vislumbran algunos, aunque sólo unos pocos, antes de que sus repentinos impactos los hagan aparecer como cisnes de negras consecuencias.
Esta metáfora del “Cisne Negro” describe un suceso inesperado y de gran impacto, usado por los economistas para referirse a los eventos raros que pueden producir una catástrofe económica o financiera de proporciones mayúsculas. El concepto fue desarrollado por Nassim Nicholas Taleb en su libro El cisne negro, el impacto de lo altamente improbable (abril 2007) , aunque su origen se remonta al siglo XVII.
En aquella época, los primeros exploradores europeos que llegaron a Australia se encontraron una especie de cisnes de color negro en el país oceánico. Hasta ese momento, se creía que todos estos animales eran de color blanco. Este hecho le sirvió a Taleb para defender que todos los análisis económicos, que se basan en evaluar el pasado (o lo conocido) para predecir el futuro, se verán refutados en algún momento por un “cisne negro”.
A esta metáfora originada a partir del cisne negro, se han agregado otros cisnes y animales con adjetivos simbólicos de su problemática como el Cisne Rojo de la guerra de Rusia (aunque ha resultado ser un bélico Oso Rojo), el Cisne Verde de los desastres climáticos o financieros (cisne verde son también símbolo de la amenaza de desplome financiero, verde por el color de los billetes de los dólares).
Como parte de este simbólico bestiario Michele Wucker nos muestra en su libro de 2016, The Gray Rhino (El Rinoceronte Gris) cómo reconocer y contrarrestar estratégicamente las amenazas de alto impacto que se avecinan. Un “rinoceronte gris” es una amenaza altamente probable, de alto impacto pero desatendida: pariente tanto del “elefante en la sala” como del improbable e imprevisible cisne negro y de los cisnes grises que algunos pueden prever.
Los rinocerontes grises no son sorpresas al azar, sino que ocurren con evidencias previas visibles y después de una serie de advertencias ignoradas. Por ejemplo, nos dice Wucker, “el estallido de la burbuja inmobiliaria en 2008, las devastadoras secuelas del huracán Katrina y otros desastres naturales, las nuevas tecnologías digitales que revolucionan el mundo de los medios, todo fue evidente con mucha antelación. ¿Por qué los líderes y los tomadores de decisiones siguen sin abordar los peligros obvios antes de que se salgan de control? “. Wucker observa que el problema no son las señales débiles, sino las respuestas débiles a las señales. Por diversas razones prefieren no ver el rinoceronte gris en medio de la sala…
De hecho, los antecedentes del concepto del rinoceronte y el cisne grises se remontan al periodista Jason Zweig en un artículo del Wall Street Journal de 2011: “Olvídate de los cisnes negros, el que flota delante es neón”.
El cisne de neón, según Zweig, es “impensablemente raro, inmensamente importante y deslumbrantemente obvio”.
Cualquier problema que encontramos en el camino podría considerarse un cisne de neón. Los problemas con el financiamiento de la seguridad social y las pensiones, pueden ser cisnes de neón. Hay un cisne de neón con la gran acumulación de deuda pública. El impacto de una gran crisis financiera por el aumento de las tasas de interés -que estamos viendo ahora- podría ser un cisne neón. Un fracaso de la política energética podría ser otro cisne neón.
El tema que podría estar en disputa es si estos cisnes de neón son raros. Puede haber muchos cisnes de neón, simplemente no estamos dispuestos a aceptar que estén en nuestro estanque nacional o mundial. Nos gustaría ignorar estos cisnes de neón dado que hay un alto nivel de incomodidad asociado con ellos. Están cerca de los rinocerontes grises en características, sin embargo, estos cisnes son más evidentes, mucho más que los cisnes grises a los que sólo algunos les ponen atención.
El fenómeno final en este bestiario es el ¡Elefante Negro!, un cruce entre el Cisne Negro y el Rinoceronte en la sala, algo que es muy probable y ampliamente predicho que ocurrirá, pero que generalmente se ignora o simplemente no se discute. En otras palabras, pretendemos que no está allí, y cuando explota simplemente se dice que era un Cisne Negro.
La metáfora del elefante negro agrega el pensamiento complejo, otro elemento importante a tener en cuenta para enfrentar los problemas en la práctica futura en el espacio del riesgo y la resiliencia. Incluye técnicas para ayudar a eliminar los puntos ciegos y animar a hacer preguntas “¿qué pasaría si…?”. Invita a mirar nuestros desafíos y situaciones de manera más integral, y eso requerirá un nivel real de colaboración multidisciplinaria.
En una presentación ante el Foro Económico Mundial de 2013 (Davos), se exploró por qué no se perciben las señales de que estos cisnes de neón se avecinan. No es que el evento en sí sea tan raro u ofrezca una señal débil, sino que se ha perdido la capacidad de percibir y actuar sobre las señales.
Se capacitan las organizaciones para que estas cosas sean “impensables”. Se identifican atributos tales como la tendencia a contratar “personas con ideas afines… personas que encajen… personas que comparten la misma perspectiva”, como colaboradores clave.
Pensamiento grupal se orienta en el intencionalmente diseño de la polarización como resultado de filtrar (censurar o autocensurar, consciente o inconscientemente) puntos de vista y perspectivas divergentes.
En este nocivo clima de trabajo, incluso si se detecta una señal, no se comunica adecuadamente a la jerarquía, especialmente cuando la noticia de un desastre inminente no es bien recibida por el superior. Y en vez de utilizar el útil método del “¿Qué pasaría si…?, se queda en la penosa interrogación del “¿Qué falló?”.