Simplicio cubano dialoga con Simplicio mexicano (y el rojo Diablo se entromete)
Por Javier Ortiz de Montellano
Diablo: Hola, Simplicio, mira a quién te traje de visita desde Cuba.
Simplicio mexicano: Vaya, si es el cubano Tío Simplicio Bobadilla y Comejaibas.
Simplicio cubano: ¡Cosa más grande!, amigos, estar aquí en México.
Simplicio mexicano: ¿Y cómo te dejaron salir de la Isla, Tío?
Simplicio cubano: En atención a una invitación especial para conmemorar el 80 aniversario del programa La Tremenda Corte, ¿recuerdas? Junto con el Señor Juez, Tres Patines, Nananina y demás, Yo, Simplicio Bobadilla y Comejaibas, tuve el honor de participar en ese programa de radio.
Simplicio mexicano: ¿Y por qué se celebra acá en Mexico y no en la Isla donde nació?
Simplicio cubano: Es que al triunfo de la Revolución de ya sabes quién, Los Barbudos boicotearon a La Tremenda Corte.
Simplicio mexicano: Y eso, ¿por qué?
Diablo: Permítanme entrometerme en esta fraternal plática entre simples hermanos latinoamericanos y déjenme platicarles los detalles de lo que provoqué en esa época de la mal llamada Guerra Fría… porque Yo me encargaba de calentarla. Armé la Revolución Cubana de los Castro y compañía -de tendencia marxista de esos años-, y logré que el régimen, que de por sí tenía una gran disconformidad con la existencia de espacios humorísticos en los medios de comunicación, sobre todo cuando sus líderes empezaron a ser objeto de los chistes, los hostigara.
Simplicios: ¡Ya sabíamos que era tu culpa!
Diablo: Espérense, déjenme acabar de platicarles. En los años
1960 y 1961 fueron particularmente difíciles para el elenco, debido a que el nuevo Gobierno empezó a enviar grupos de simpatizantes para que escandalizaran con consignas comunistas durante las actuaciones e interrumpieran por todos los medios las funciones. Como no lograron su fin, en 1961 se emitió un decreto por el que se obligaba a toda compañía teatral, radial o televisiva a someter sus programas a la Comisión de Censura.
Simplicios: ¡Por tu culpa, maldito demonio!
Diablo: Cálmense, Simplicios, miren, una noche de ese mismo año en la que se presentaba “La Tremenda Corte”, adaptada para el Teatro Nacional, se desató una balacera por parte del cuerpo de represión G2. Leopoldo Fernández (que interpretaba a Tres Patines) fue arrestado, y purgó una condena de 27 días de arresto domiciliario.
Simplicio cubano: Chico, de la que me escapé ese día…¿y tú sabes lo que pasó después, maldito Demonio?
Diablo: Lo recuerdo muy bien, aunque hay quien lo niega, pero esa cosa más grande estuvo así: Luego de ser absuelto Fernández elaboró una pequeña pieza cómica que presentó en la capital cubana. Interpretando a “Pototo” ( otro de sus muy chistosos personajes) él y otro actor revisaban un archivo de fotos de los presidentes de Cuba para colgarlas en la pared. El otro actor mostró una foto de Fulgencio Bautista y Leopoldo le dijo: —”A éste lo botas…”. El actor siguió tomando diferentes figuras de políticos con la invariable respuesta del comediante: —”A éste también lo botas…”. Finalmente, el ayudante tomó una fotografía de Fidel Castro; Leopoldo la miró, la mostró al público y dirigiéndose a la pared dijo con su habitual socarronería: —”Déjame, que a éste lo quiero colgar yo…”.
Simplicio cubano: Yo creo que ese chiste lo inventaron Tú y tus endemoniados amigos barbones, para justificar el injustificado arresto y su posterior detención y exilio ese mismo año de Fernandez-Tres Patines-Pototo.
Diablo: Haiga sido como haiga sido, según Google, de cualquier manera la policía de Castro clausuró el espectáculo teatral de “La Tremenda Corte” y las presentaciones de “Pototo y Filomeno” de forma definitiva. Esa cosa más grande se puso más fea todavía después de la cochinada de la fallida invasión de Bahía de Cochinos instigada por la CIA y mal ejecutada por los exiliados cubanos en Miami, y, en consecuencia, a inicios de 1962 el medio artístico cubano sufrió otro fuerte revés cuando el gobierno fidelista incautó la radio CMQ y canceló todos los programas de humor que esta realizaba. La situación propició que la nómina principal de “La Tremenda Corte” emigrara de Cuba ese año en dirección a Miami, Estados Unidos, para no regresar jamás.
Simplicio mexicano: Yo supe de La Tremenda Corte después, a mediados de la década de 1960, cuando el formato del programa se rescató para llevarlo a la televisión en Monterrey, Nuevo León, aquí en México, sin embargo se produjo por pocos años (tres temporadas y media, entre 1966 y 1969).
Simplicio cubano: En efecto, Abel Mestre, (que había sido ejecutivo de la empresa radiofónica CMQ antes de ser expropiada por el castrismo) inteligentemente compró gran parte de los capítulos de La Tremenda Corte a un precio verdaderamente irrisorio y los ofreció en venta a muchas de las principales estaciones de radio latinoamericanas de esos años, Mexico entre ellas.
Simplicio mexicano: Cierto, el programa de radio volvería a cobrar vida en México a mediados de la década de 1960, gracias a la estación de radio XEFB-AM, localizada en Monterrey. Ahí se comenzaron a transmitir de nuevo los episodios de radio grabados en Cuba y adquirió popularidad en México, tanta que hasta se hizo una rudimentaria serie de televisión, que fue una de las primeras producciones televisivas cómicas mexicanas que se exportaron a Latinoamérica. Al parecer el Grupo Radio Centro hizo recientemente una remasterización de programas clásicos como unos 200 capítulos del programa de comedia La tremenda corte con sus divertidos personajes de Tres Patines y el Tremendo Juez.
Simplicio mexicano: No recuerdo si tú aparecías ahí en la televisión, Tiíto…
Simplicio cubano: No. Solamente en los programas de radio de Cuba. Sabes, yo participé poco en La Tremenda Corte, nada más en algún episodio de vez en cuando y por eso me pude quedar sin peligro en Cuba. Claro, mientras me aplicaba la autocensura. Para sobrevivir y no tener que ir a la zafra (La Suprema Actividad del duro Corte de la Caña) me hice el loco y me puse a trabajar principalmente como el Payaso Trompoloco.
Diablo: Muy querido por los niños. Las generaciones nuevas sólo conocieron de tu existencia en La Tremenda Corte a través de la emisora miamense Radio Mambí, que desde los años ochenta transmitió, con apoyo de ya sabes quiénes, con el ánimo de sembrar nostalgia por el pasado a través del estrecho de la Florida, clásicos como “El derecho de nacer”, la famosa novela súper reaccionaria de Felix B. Caignet, y La Tremenda Corte (no hay nada más subversivo que el humor). Se trataba de una transmisión con propósitos políticos, no reconocida por el estado cubano (conste que no lo digo Yo, sino Google) e interferida con ruidos en su frecuencia, pero que, no obstante, permitió un acercamiento de los cubanos más jóvenes con aquellos comediantes excepcionales.
Simplicios: ¡Esa Tía de la CIA siempre metiendo las narices!
Diablo: Bueno, Simplicio, ya estuvo suave con tus críticas, tienes que acompañarme de regreso al inframundo…
Simplicio mexicano: ¿Y Yo Por Qué?
Diablo: Tú todavía no, Mexican Curious, me refiero al Tío cubano que está conmigo desde 1997 en que pasó a mejor vida y sólo lo traje de visita a México para conocerte y para que aprenda que en este mundo hay cosas peores que el infierno.
Simplicio cubano: ¡NO, POR FAVOR! Ya no quiero regresar a la Isla siniestra.
Diablo: ¿Quién dijo Cuba? Vas de regreso al infierno, donde te tengo bien consentido en el Pabellón de los Payasos, con tus amigos cubanos como Tres Patines y algunos mexicanos como el caricaturista recientemente fallecido Antonio Helguera, de mi programa de TV favorito, El Chamuco y los Hijos del Averno, que se la pasa muy divertido allá.
Simplicio mexicano: ¿Y por qué los tienes allá abajo,si deberían estar arriba, en el cielo?
Diablo: Por criticones, como tú…comprenderás algún día.
Simplicio cubano: Bueno, nos vemos, sobrino, después de todo no está tan mal el infierno… ¡Cosa más grande! ¡Viva México, Viva Cuba, Viva la Libertad y la Desigualdad!
Simplicio mexicano: ¡Viva la hermandad latinoamericana!
Ambos Simplicios: ¡Viva la Fraternidad Universal!
Diablo: Este par de sonsos no aprendieron nada de la historia de la Revolución…Francesa, jajajajajajajajaja