Por Javier Ortiz de Montellano
Diablo: Hola, mi Simply, ¿cómo te va? ¿Andas trabajando, administrando o descansando en tu utópico paraíso en el sur?
Simplicio: Yo, bueno, al sur de la ciudad, un poco de las tres, pero sobre todo, me dedico a una cuarta actividad, pensar…
Diablo: Ah, ahora me vas a salir con que eres un pensador de la Cuarta Transformación.
Simplicio: No sólo de la 4T, quiero pensar más allá, en la importante transformación general por la que está pasando el mundo en la actualidad.
Diablo: ¿Y qué maravillosa transformación sería esa?
Simplicio: La TransModernidad.
Diablo: Caray, Yo creía que todavía estaba empeñada la Humanidad en alcanzar la plena Modernidad, con el trabajo que me costó sacarlos del feudalismo y que se atrevieran a romper con el tradicionalismo religioso medieval y hacerles creer en la Razón, la Ciencia, la Tecnología y el Progreso, al menos empezando por Occidente.
Simplicio: Ay, Diablín, pareces político de esos viejos partidos que sólo hablan de lo que creen que hicieron bien y no del mal que han causado con su corrupción, por tu culpa.
Diablo: ¿Y Yo Por Qué? Yo solo no fui. Lo poco que logré fue gracias a los pecados capitales como la soberbia, la lujuria y la avaricia, que practicaban tanto los Papas como los Monarcas. Esos “pecadores” me ayudaron a impulsar la Reforma Protestante a partir de 1517 (con la ayuda de los líos de faldas de Enrique Octavo que separó a Inglaterra de la Iglesia Católica y creó a la protestante Iglesia Anglicana en 1534).
Simplicio: La necesidad tiene cara de hereje…
Diablo: Y a veces careta de dizque santo…
Simplicio: ¡Calla, blasfemo!
Diablo: Aunque posteriormente ayudó el pensamiento de filósofos como René Descartes (1593-1650), que situó al ser humano en el centro del mundo (en lugar de al autodenominado Divino Innombrable) y supuso al Hombre como único dueño y responsable de su destino (las mujeres siempre se han rebelado contra esto). Por eso, el pensamiento moderno se supone propenso a seguir los dictados de la razón, la ciencia y la tecnología, como hacía el Gran Galileo, aunque la Iglesia Católica lo condenara como a Lutero y demás protestantes.
Simplicio: Pero desde un principio tu invención de la Modernidad se convirtió en Dos Modernidades, la que mencionaste impulsada por individuos que aspiraban al saber para ser más libres, que inspiraron la Reforma Protestante que inició Lutero y los grandes proyectos ilustrados de los Enciclopedistas franceses como Diderot y otros destacados humanistas, tal y como los intentó la Revolución Francesa, Libertad, Igualdad y Fraternidad, aunque desembocó en las distopías de las guerras y las bombas atómicas que pueden exterminar al planeta, si este Putin no entra en razón.
Diablo: ¿Y cuál otra Modernidad?
Simplicio: La Modernidad que buscando el bienestar común a través del control y la planificación de la sociedad, como proponían la Utopía que escribió Santo Tomas Moro y la Ciudad del Sol del monje italiano Campanella, a final de cuentas inspiraron al malhadado Comunismo controlador y su pésima planificación que llevó al desastre a la utopía de la Unión Soviética.
Diablo: Nadie sabe a quien sirve…total, que las Modernidades se dieron primero, gracias a los monjes y a los Monarcas que no aceptaban la primacía del Papa y se rebelaron contra su autoridad y más tarde, impulsada por los pensadores del Enciclopedismo, que desconocían la autoridad espuria de las Monarquías del Antiguo Régimen. Todos buenos heréticos que tengo allá abajo, a unos por sus pecados carnales y a otros por su soberbia de intelectuales, aunque éstos últimos muy consentidos.
Simplicio: La necesidad tiene cara de hereje…pero aún quedan aristócratas por acá que realmente se creen de sangre azul…no se logró una verdadera Modernidad, puras utopías fracasadas que resultan más parecidas a siniestras distopías.
Diablo: No fue eliminado el Antiguo Régimen por completo, pero con la ayuda de la corriente humanista las revoluciones burguesas condujeron a un nuevo régimen de Repúblicas y Monarquías Parlamentarias que prácticamente abolieron a las aristocracias, aunque algunas subsisten de adorno, cada vez más corrompidas a la par de sus émulos “pecadores” burgueses que de heréticos revolucionarios se transformaron en conservadores.
Simplicio: No todos herejes. El gran Erasmo de Rotterdam, fiel al catolicismo, y Lutero, coincidían en sus reflexiones sobre la libertad, la religión y la ética. Cuando los católicos conservadores querían quemar a Lutero, Erasmo, el gran humanista del momento, se negó a la polarización. “Ni solidaridad con Lutero, ni guerra contra él. Soportaré esta Iglesia hasta que encuentre una mejor”, proclamó. Desgraciadamente, nunca llegó. A su prudente opción, se impuso la Inquisición que quemara a algunos de sus seguidores en España.
Diablo: Pecó de ingenuo…
Simplicio: Como le dijeron una vez a Erasmo: “Usted puso el huevo y Lutero lo empolló”. Respondió: “Sí, pero yo esperaba un pollo de otra clase”. En vez de un pollo ilustrado, resultó el actual Frankenstein, modelo de una monstruosa Modernidad tras la ilusión del proyecto Ilustrado.
Diablo: Me encantan los monstruos.
Simplicio: Porque tú eres su máximo representante. Y ahora desde finales del siglo pasado has inventado la postmodernidad.
Diablo: Ah, sí, y eso, ¿qué es?
Simplicio: No te hagas, es otra de tus diabluras que no han parado desde que acabaste con la expulsión de nuestros primeros padres, del Paraíso. Como después de los horrores distópicos en que terminó la Modernidad ya no se cree en ella a ciegas como al inicio del Renacimiento, inventaste lo que los intelectuales más crédulos han etiquetado como Postmodernidad, pero que ha durado mucho menos que la supuesta Modernidad y su ilusa noción de Progreso. La Postmodernidad, un conjunto muy diferente de tendencias estéticas, filosóficas, artísticas y culturales que, luego de acontecidos los numerosos y trágicos eventos del siglo 20, desconfiaban de las promesas de la modernidad,
la hiciste surgir desde los años 70-80 del siglo 20, cuando se rompe con esa promesa moderna fallida del mito del Progreso. Por eso la Postmodernidad es la etapa de crisis de la modernidad, su momento de quiebre y evolución. Se supone que la Postmodernidad representa el fin de los grandes relatos como las utopías o ideologías (como el comunismo), la fragmentación, lo frívolo, el narcisismo, etc. La buena noticia es que nunca fue una era, como a tu pesar lo fue la época moderna.
Diablo: ¿Y ahora qué piensas tú que sigue?
Simplicio: A reserva de lo que andes tramando, porque tú -maldito Diablo- no piensas sino que tramas, y suponiendo que no trames el fin total del mundo, estoy reflexionando sobre lo que algunos destacados pensadores llaman TransModernidad…
Diablo: Me interesa, platícame, ¿qué es una TransModernidad?
Simplicio: Para empezar, no es una sino dos concepciones distintas, un tanto antagónicas, de lo que llaman TransModernidad: una, la de la filósofa valenciana Rosa María Rodríguez Magda, que la considera como el paradigma para pensar el nuevo Gran Relato de la Globalización, que plantea el concepto transmoderno como una superación de la postmodernidad, como una radiografía del estado de la cultura en que vivimos hoy en día. Así, según Rodríguez Magda la Transmodernidad es en cierta forma una CONTINUACIÓN de la postmodernidad, una prolongación de ella; la trasciende. Ella señala que esta última etapa, la Transmodernidad, es el momento actual en que vivimos como sociedad, en donde encontramos la emergencia de la virtualidad, la era de la información y globalización, además de un recoger la herencia de los retos abiertos de la modernidad intra-europea que no sucumbieron a la postmodernidad.
La segunda concepción es la del filósofo argentino naturalizado mexicano Enrique Dussel Ambrosini que en tanto, ve la Transmodernidad como proyecto que parte de una irrupción desde las culturas no pertenecientes a la europeo-norteamericana, las cuales asumen los desafíos de la modernidad, e inclusive de la postmodernidad, pero que responden desde otro lugar, desde el lugar de sus experiencias particulares, es decir, desde una “exterioridad”, como, por ejemplo, la de Latinoamérica. Es el proyecto transmoderno como discurso antihegemónico de la exterioridad de Occidente, proyecto PARALELO a la modernidad que intenta establecer diálogos interculturales simétricos. Transmodernidad como alternativa a la modernidad y a la postmodernidad. La TransModernidad como la ve Dussel es la modernidad analizada desde la exterioridad, en la que se afirma que no hay modernidad sin “colonialidad,” centrando su análisis desde los parámetros del sistema-mundo, sin remitirse a una Europa encerrada en sí misma (en peligro de deshacerse después del Brexit y la división por el apoyo en el conflicto ruso-ucraniano). Es cuanto, Señor Lucifer.
Diablo: ¿Es cuento? Ora sí te mandaste, Simplicio, créeme que a pesar de tu larga perorata no entiendo esto de la Trans…es trans diabólico.
Simplicio: TransModernidad, como en transformación, transición, transcultural, transexualidad, empresas transnacionales, transgénero, transmisión, transparencia, transcontinental, Trans…
Diablo: Deténte, párale, Simplicio, párale…no entiendo nada de nada, Yo mejor me quedo en la moderna Transa, adiós, adiós, ya me voy a renovarme a TransAtracomulco…