Por Javier Ortiz de Montellano
Diablo: Hola, Simplicio, ¿qué ves tan absorto y con tanta insistencia?
Simplicio: Estoy viendo este cartel publicitario de una loción que muestra a un hombre musculoso en la cima de una montaña, con un lobo a sus pies y el cielo lleno de relámpagos…y me preguntaba, ¿qué demonios tiene que ver una loción con un lobo, una montaña y relámpagos en el cielo?
Diablo: Con razón sentía como tu voz angustiada que me llamaba…
Simplicio: Pues bien, Diablo, ya que te apareciste otra vez de metiche por aquí, explícame, si puedes, ¿qué rayos tiene que ver una loción con un lobo, una montaña y relámpagos?
Diablo: ¡Ah, mi buen Simplicio, acabas de tropezarte con la manipulación semiótica!
Simplicio: ¿Semi qué?
Diablo: Semiótica, mi Simply. Es el arte que han inventado unos muy listos humanos para utilizar símbolos y significados, para enredar a otros humanos. Mira ese anuncio: la loción no tiene nada que ver con montañas o lobos, pero están usando esos elementos para que asocies el olor con fuerza, poder y libertad.
Simplicio: ¿Y eso funciona?
Diablo: Por supuesto. Si no funcionara, tú no tendrías un baño con tantas lociones y un armario lleno de camisetas con frases en latín que no entiendes, como esa que llevas puesta.
Simplicio: ¡Claro que entiendo! Mi camiseta dice “Carpe Diem”.
Diablo: ¿Y sabes lo que significa?
Simplicio: Bueno… algo sobre el pez carpa, ¿no?
Diablo: No, nada de eso. Esto ilustra el punto. Los símbolos y las palabras bonitas nos envuelven porque apelan a emociones o a deseos ocultos. La semiótica es como magia, pero sin varita.
Simplicio: Entonces, ¿todo esto es un truco, una brujería?
Diablo: Más o menos, es como un juego de simulación. El anunciante no te vende una loción, te vende la idea de que serás un macho poderoso si lo usas. Aunque en realidad solo olerás como si te hubieras caído en un charco de flores.
Simplicio: ¿Eso pasa con toda imagen o palabra?
Diablo: Casi, mira ese otro cartel con esa hamburguesa que nunca se verá así de bien cuando la pidas. Pero al usar colores vivos y mostrártela con una sonrisa, activan tu hambre y tu nostalgia. El arte de la semiótica convierte una hamburguesa grasienta que hasta puede estar contaminada, en un pedazo de supuesta felicidad.
Simplicio: Se ve tan rica…
Diablo: Se ve que no supiste de la demanda contra el famoso restaurante de comida rápida por un brote de la bacteria E. Coli que ha enfermado a más de 100 en Estados Unidos…
Simplicio: ¿Cómo?
Diablo: Como vinculado a las cebollas en rodajas de un proveedor servidas con hamburguesas Quarter Pounder como la fuente probable del brote, pero ya reanudaron la orden en el menú a escoger, “sin o con cebollas”, pero anunciado como: ¡Nuevo Sabor de Cebollas de Nuevos Proveedores!
Simplicio: ¿No es eso una engañifa?
Diablo: No, es “ ingenio semiótico”. Los humanos han hecho esto desde siempre. ¡Hasta yo tengo símbolos! ¿Qué te viene a la mente cuando ves un tridente?
Simplicio: Pues… fuego, infierno, condenación… y Tú, claro.
Diablo: Exacto. Pero en realidad, un tridente es solo una herramienta para pescar. Sin embargo, me las arreglé para que lo asocien conmigo como si fuera Poseidón, el Dios griego del mar…
Simplicio: ¡Mercadotecnia infernal! Oye, Diablo, ¿y tú también inventaste lo que dicen que las vacas están conspirando para destruir el planeta con sus gases…
Diablo: No, querido Simplicio, no son las vacas las que conspiran. Es una gente muy lista que se divierte manipulando la información para que tú, pobre mortal, vivas aterrado por cosas exageradas, por ejemplo, que la falsedad de que la ganadería es una fuente importante de gases de efecto invernadero y contribuye al calentamiento global con su estiércol, eructos y “ventosidades” pues afirman que las vacas producen metano, un gas de efecto invernadero, aunque en realidad sólo el 5% del metano es achacable a los estómagos de las vegetarianas vacas…
Simplicio: Entonces, es culpa de que hay tantos humanos, asiáticos y africanos, principalmente…
Diablo: No, Simplicio, no…
Simplicio: ¿No serán entonces las flatulencias de tanto viejo vegetariano pedorro las que causan más bien el calentamiento global?
Diablo: No, mi Simply, la flatulencia humana está compuesta principalmente por nitrógeno y no por metano, como comúnmente se cree.
Simplicio: Entonces debe ser que tienes una fuga de azufre en el infierno y se escapan tus apestosos gases como el sulfuro de hidrógeno y disulfuro de carbono.
Diablo: No inventes, Simplicio, tu explicación no hace sino añadir otra exageración a la controversia para desviar la atención de la causa real y la solución…
Simplicio: ¿Cuál es la causa?
Diablo: Adivina o te devoro: cada vez que culpan a las vacas por el cambio climático, los ejecutivos petroleros se ríen…
Simplicio: Entonces, la causa más importante del calentamiento global es la dependencia de los combustibles fósiles.
Diablo: ¿Qué comes que adivinas?
Simplicio: Entonces, de todas las soluciones climáticas que existen, piensas que deberíamos concentrarnos en reducir el 95% que son de las emisiones industriales que provienen de los combustibles fósiles y dejar a las vacas fuera de esto.
Diablo: Exactamente, y a mí también.
Simplicio: ¡Qué horrible manipulación!
Diablo: Ah, mi querido amigo, la manipulación mediática es un arte. Lo he perfeccionado durante milenios. Se toma un poquito de verdad, se mezcla con una buena dosis de exageración y se sirve en un plato de miedo bien caliente.
Simplicio: Pero, ¿para qué querrían hacer eso?
Diablo: Para distraerte, Simplicio. Mientras tú te preocupas por las “vacas contaminadoras”, ellos pueden hacer cosas más importantes sin que te des cuenta. Es como agitar una mano frente a ti mientras la otra te vacía los bolsillos. Magia pura.
Simplicio: Entonces… ¿no debo creer nada de lo que dicen las noticias?
Diablo: ¡Oh, no, no, no! Tampoco seas un completo desconfiado. Debes aprender a leer entre líneas. Haz preguntas, busca varias fuentes y, sobre todo, usa tu sentido común, aunque sé que en tu caso eso puede ser un desafío…
Simplicio: ¡Oye! Yo tengo sentido común. Ahora que lo pienso, cábula Diablo, tú eres un experto en mentiras. ¿No serás tú quien manipula los anuncios y maneja las falsas noticias?
Diablo: ¡Ay, Simplicio, me halagas! Pero no necesito manipular los anuncios o las noticias. Los humanos lo hacen tan bien que casi parece que trabajan para mí.
Simplicio: Esto es complicado. Y, además, está el área de la política. ¿Cómo se supone que voy a saber qué es verdad y qué no?
Diablo: Es sencillo: si suena demasiado loco para ser cierto… probablemente lo es.
Simplicio: Eso me suena como a algo de Ya Sabes Quién…Oye, Diablo, explícame esto. ¿Por qué el candidato tiene un águila detrás, las manos levantadas y un sol amaneciendo? ¿Va a volar, darme un abrazo y traer la luz a mi vida?
Diablo: Ah, mi querido Simplicio, estás ante un manual de manipulación semiótica. No necesitan decir nada, porque los símbolos lo dicen todo.
Simplicio: ¿Símbolos? ¿Como cuando usaban jeroglíficos en las pirámides?
Diablo: Exacto, pero ahora son más modernos. El águila representa fuerza y visión, el sol es esperanza, y las manos levantadas son inclusión. Lo que no te muestran es lo que pasa detrás del escenario, donde el mismo candidato probablemente no sabe distinguir entre un águila y un pollo.
Simplicio: Pero entonces, ¿cómo sé si es sincero?
Diablo: Ah, inocente Simplicio. No importa si es sincero, lo que importa es cómo te hace sentir. Los políticos son maestros de la semiótica. Usan colores, gestos y palabras para construir emociones. Ve ese otro cartel, que dice “X Es UN PELIGRO”, donde el rival aparece con cara seria, junto a la imagen del un ciclón y frases en letras rojas que dicen “PELIGRO: ÉL TE QUITARÁ TODO”.
Simplicio: ¡Qué miedo! Parece que si él gana, me quedo sin mi café en las mañanas.
Diablo: Justo eso quieren que pienses. Usan el rojo para que asocies peligro, el ciclón para que imagines caos, y esa cara seria… bueno, para que no te caiga bien.
Simplicio: Pero aquí dicen que es un ladrón, y que el otro candidato es “la solución”.
Diablo: ¿Y quién escribió eso?
Simplicio: El equipo de campaña del que se supone es “la solución”.
Diablo: Exacto. Ellos controlan el mensaje y los símbolos. Todo está calculado para que no pienses, sólo sientas. Si logran que asocies a uno con el fin del mundo y al otro con un amanecer brillante, ya tienen tu voto.
Simplicio: ¡Mira! Ahí están agitando banderas. ¿También eso es semiótica?
Diablo: Por supuesto. Las banderas son perfectas. Simbolizan unidad, orgullo, pertenencia. Mientras más grande la bandera, menos preguntas hacen las personas.
Simplicio: Entonces… ¿todo es un truco?
Diablo: No todo, pero la semiótica política es un espectáculo. Lo importante no es lo que el candidato dice, sino cómo lo dice, cómo se ve y qué sentimientos despierta.
Simplicio: Entonces, ¿cómo voto sin caer en estos trucos?
Diablo: Fácil. Lee propuestas, investiga, busca hechos… aunque sé que eso no lo hace nadie. Es mucho más divertido dejarse llevar por el “show”, ¿no?
Simplicio: Bueno, tal vez sí compre un águila…espero que al menos venga con manual de vuelo.
Diablo: No tienes remedio, Simplicio.
Simplicio: Entonces, ¿cómo puedo protegerme de toda esta manipulación?
Diablo: Si quieres intentarlo, pregúntate siempre: “¿Qué me están vendiendo realmente? “. Y recuerda, cuando algo parece mágico, probablemente solo estás cayendo en el hechizo semiótico.
Simplicio: Ah, pero… ¿crees que si compro esa loción me veré musculoso como el de la montaña?
Diablo: Seguro, Simplicio. Y también te saldrá un manso lobo como mascota en una montaña y del cielo…mejor ni hablo, no la vaya a regar como los que se equivocaron de Hacienda con el presupuesto para la UNAM. Ahí te dejo de regalo una camiseta como te gustan, con un letrero en latín, que dice:
UNAM Unum Bumbulum Est
Simplicio: Gracias, Diablo, ¿quiere decir lo mismo que “E Pluribus Unum”, como aparece en los billetes de dólares?
Diablo: No exactamente…adivina o te devoro.
Simplicio: Bueno, Diablín, te regalo esta camiseta para que recuerdes tus tiempos de porro en la UNAM, por supuesto, con su letrero, aunque no le entiendo todo:
Porro unum est necesarium
Diablo: Aghhh, por mi cola bifurcada, que no acepto tu obsequio con esa frase sacada de la biblia (Lucas 10:42).