Por Javier Ortiz de Montellano
Diablo: ¡Hola, Simplicio! ¿Qué tal tu día en el mundo de los mortales y sus campañas electorales?
Simplicio: ¡Hola, Diablo! Pues, ya sabes, aquí leyendo el libro Morderse la lengua, de Darío Villanueva, tratando de entender todas esas reglas de corrección política que parecen cambiar más rápido que el clima.
Diablo: ¡Ah, temas candentes en el infierno y en la Tierra! La corrección política es como ese invitado molesto en una fiesta que siempre corrige tu sintaxis.
Simplicio: Si, bueno, también pensaba en la posverdad. ¿Has oído hablar de ella?
Diablo: Por supuesto, es como mi p(ri)an de cada día. La posverdad es como ese amigo que siempre exagera sus historias para que suenen mejor, es como cuando dices algo que es técnicamente falso, pero suena tan bien que la gente lo cree. Como la sección de Mentiras en las Mañaneras de Ya Sabes Quién…
Simplicio: Exactamente, como tus Mentiras. La Posverdad es como cuando dices que has estado haciendo ejercicio, pero en realidad has estado comiendo chocolates o pizza en el sofá.
Diablo: ¡Ajá! Es el cinismo de la posverdad en acción. Pero, ¿qué tiene que ver eso con la corrección política?
Simplicio: Bueno, la corrección política parece dictar qué podemos y qué no podemos decir, incluso si es verdad. Es como si la verdad fuera menos importante y habría que morderse la lengua para no ofender a nadie.
Diablo: ¡Ah, la corrección política! La mayor pesadilla de cualquier demonio que quiera causar estragos en el mundo. Pero, ¿qué pasa si la verdad es ofensiva para algunos?
Simplicio: Ahí es donde entra en juego la delicada danza entre la verdad y la sensibilidad. A veces, la verdad puede ser dolorosa, pero es importante abordarla con respeto y empatía.
Diablo: ¡Interesante punto de vista! Pero, ¿qué pasa si la verdad
es subjetiva?
Simplicio: Esa es una buena pregunta. ¿Es mejor decir la verdad y ofender a alguien, o mentir para no herir sus sentimientos?
Diablo: Hmm, es un dilema. Supongo que depende de cuánto valor le des a la verdad frente a la armonía social. Yo me inclino por la solución final del trilema que le da Milei, la libertad del caos con austeridad, pero, ¿qué piensas tú?
Simplicio: Mal ejemplo el de ese mentiroso anarcohistriónico conservador disfrazado de libertario. Yo diría que siempre es mejor decir la verdad transparente.
Diablo: ¡Extraordinario punto de vista! Pero, ¿y si la verdad no es tan clara como parece?
Simplicio: Eso es cierto. La verdad puede ser subjetiva y estar influenciada por nuestra propia perspectiva y experiencia.
Diablo: Exactamente. Y ahí es donde entra en juego la posverdad. A veces, la verdad se distorsiona para adaptarse a nuestras propias narrativas o agendas.
Simplicio: ¡Vaya! Nunca pensé que tendría una conversación tan profunda sobre la verdad y la corrección política contigo, sin que te mordieras la lengua, Diablo. Se me hace que estás utilizando Inteligencia Artificial para no darme las respuestas malévolas que acostumbras.
Diablo: Bueno, botellita de jerez…Yo tengo la misma impresión de tu conversación de hoy, normalmente eres muy simple, mi Simply. Mi inteligencia es eterna y natural y estoy acostumbrado a desafiar la normalidad humana,mpor más estúpida que sea. Pero, ¿cómo puedes tú simple mente lidiar con la posverdad y la corrección política en el mundo humano?
Simplicio: Creo que la clave es ser conscientes de nuestros propios sesgos y estar dispuestos a respetar las diferentes perspectivas, incluso si no estamos de acuerdo con ellas. La clave es promover la honestidad y el respeto mutuo, aunque estemos en desacuerdo.
Diablo: ¡Eso suena muy sensato! Pero, ¿qué pasa si la gente simplemente no puede soportar vuestra autenticidad?
Simplicio: Bueno, entonces simplemente tendremos que vivir con eso y dejar de mordernos la lengua. Al final del día, no podemos ser monedita de oro y complacer a todo el mundo.
Diablo: ¡Exactamente! Hay mucha gente verdaderamente intolerante, ¿no crees? Además, ¿quién quiere ser aceptado por una multitud que cancela a alguien por comer chocolates o deliciosa pizza viendo televisión desde el sofá?
Simplicio: ¡Eso es ridículo! Pero, hablando de pizza, ¿te gustaría ordenar una con piña mientras discutimos más sobre la cultura de la cancelación?
Diablo: ¡Claro, Simplicio! Después de todo, la pizza es una de las pocas cosas en este mundo que nunca será cancelada. Pero, mientras llega la entrega, dime, en serio, ¿qué piensas sobre la llamada cultura de la cancelación?
Simplicio: Bueno, es un arma de doble filo. Por un lado, puede ser un medio para responsabilizar a las personas por su comportamiento. Pero por otro lado, puede ser excesiva y llevar al linchamiento público de alguien por un simple error.
Diablo: ¡Ah, la bendita hipocresía humana en su máxima expresión! Pero, ¿cómo puedes evitar ser cancelado en esta sociedad tan sensible?
Simplicio: Te burlas, pero últimamente parece que todo el mundo está aplicando la “cultura” de la cancelación, que rápidamente sustituye a la cultura de la conversación.
Diablo: ¡Oh, sí! La cultura de la cancelación, ese fenómeno en el que la gente es más rápida para cancelar a alguien que en cambiar un programa de televisión aburrido.
Simplicio: Exactamente. Es como si un día estás en la cima del mundo, primero en las encuestas, con muchos likes en las redes sociales y al siguiente estás siendo cancelado en Twitter.
Diablo: La cultura de la cancelación parece ser el juez, jurado y verdugo de la era digital. Pero, ¿qué pasa si alguien es cancelado injustamente? ¿Es solo un daño colateral en la búsqueda de la justicia social?
Simplicio: Esa es una pregunta difícil. La cultura de la cancelación a menudo puede ser excesiva y llevar al linchamiento público de alguien por un simple malentendido.
Diablo: ¡Ah, la ironía de ser pueblo bueno! En un intento por corregir la injusticia, a menudo se transforman en injusticias.
Simplicio: Exactamente. Pero, ¿cómo podemos encontrar un equilibrio entre la corrección política, la posverdad y la “cultura” de la cancelación?
Diablo: Está difícil…tal vez deberíamos abrir una consejería política para las campañas electorales.
Simplicio: ¡Podríamos hacer una fortuna! Pero, ¿crees que la gente nos tomaría en serio?
Diablo: ¡Ja! Quién sabe, Simplicio, quién sabe. Pero al menos nos divertiríamos en el proceso.
Simplicio: Eso es seguro. Bueno, creo que es hora de volver al mundo mortal y enfrentar los desafíos de la posverdad y la corrección política.
Diablo: ¡Buena suerte, amigo! Y recuerda, siempre puedes visitarme en el infierno si te cancelan y necesitas un descanso de toda esa locura democrática mediática actual.
Simplicio: ¡Gracias, Diablo eternamente cancelado por todos, desde que Ya Sabes Quién te derrotó, pero no, gracias! ¡Hasta nunca!
Diablo: No todos.
Simplicio: Por todo el pueblo bueno.
Diablo: Que no son todos.
Simplicio: Pero sí la mayoría…
Diablo: Está por verse…el próximo 2 de junio.
Simplicio: Ya sabes quién va a ganar…
Diablo: Ya veremos quién sale…cancelado o cancelada.
Hasta luego, Simplicio. Y cuidado con la pizza…no te vayan a cancelar en tu casa por manchar el sofá, Ya Sabes Quién, jajajajajajaja
Simplicio: ¡Véte al demonio!