Por Javier Ortiz de Montellano
Diablo: ¡Hola, Simplicio! ¿Qué tal estás hoy, otra vez hablando solo?
Simplicio: Hola, Diablo. Bien, gracias, y dialogando en Paz hasta con los adversarios como tú…comprenderás. ¿Y tú?
Diablo: Muy ocupado con tantas elecciones y conflictos que hay este año en el mundo, que ni tiempo para pláticas y menos de Paz.
Simplicio: ¿Has oído hablar de la democracia, Diablo?
Diablo: ¡Claro que sí! ¡Es como un circo sin techo, pero con muchos payasos! A mí me encanta la Democracia, mi mejor invento, un muy divertido caos.
Simplicio: ¿Y qué opinas de la democracia en México?
Diablo: Parece que siempre están en temporada de elecciones, ¿no?
Simplicio: Sí, es como una telenovela interminable, ¡con más giros de trama que una montaña rusa!
Diablo: ¡La democracia electorera es la locura de tu país, después de la dictadura casi perfecta…hasta que se terminó!
Simplicio: ¿Locura?
Diablo: Sí, la Dictadura es la locura de uno como Porfirio Díaz, que fue sustituido por la Democracia Simulada del Presidencialismo del Único, ungido para un sexenio, y luego reemplazado por el sistema de la Democracia Electorera, que es la múltiple locura de las mayorías…simples, como tú comprenderás. A mí me encanta, es como una fiesta de locos.
Simplicio: ¡Sí, todos hablando a la vez y nadie escuchando, por tu culpa!
Diablo: ¿Y Yo Por Qué? Me echas siempre la culpa cuando el resultado es caótico.
Simplicio: Por tus malas influencias desde la infancia y de tus “influencers” en las redes pervirtiendo con tus nocivos comentarios y malos consejos a jóvenes y viejos por igual. ¡Es como dejar que los niños democráticamente decidan qué quieren cenar! ¡Pues Pizza todos los días! O que los abuelos se la pasen comiendo chocolates acompañados de pastillas contra el colesterol, la presión alta, etc.
Diablo: Deja a los adultos mayores en paz, que ya les falta poco para probar la disciplina del inframundo…mejor hablemos de los políticos de hoy, hoy, hoy, ¿qué tal? ¿Son más astutos que nosotros o sólo más desvergonzados?
Simplicio: ¡Buen punto! Creo que tienen un máster en disfrazar sus promesas incumplidas y un doctorado en culpar al otro.
Diablo: Cierto, es como si hubieran tomado el manual de corrupción y lo convirtieran en un juego de Monopoly, ¡pero en lugar de ganar, todos pierden!
Simplicio: Menos Slim y los de mero arriba…
Diablo: ¡Exacto! Pero al menos nos proporcionan un buen material para nuestro show de comedia infernal porque a final de cuentas todos acaban conmigo allá abajo…
Simplicio: Hoy, arriba, mañana, abajo…justicia divina.
Diablo: ¡Más bien poética, pero al menos en el infierno tenemos un sistema más justo y ordenado!
Simplicio: Sí, ¡el fuego eterno y el sufrimiento sin fin! La democracia puede ser un caos, pero al menos no es el infierno.
La democracia electoral es como un juego de azar donde todos piensan que pueden ganar, ¡pero solo unos pocos realmente lo hacen!
Diablo: ¡Exactamente! Y la locura es parte integral de ese juego. La gente vota por todo tipo de razones absurdas.
Simplicio: Sí, como elegir a un candidato porque tiene un buen peinado o porque sonríe como idiota toda la campaña. ¡Es como elegir al mejor payaso para dirigir el circo!
Diablo: ¡Qué comparación tan acertada! Y luego, una vez elegidos, ¿qué hacen esos políticos?
Simplicio: Bueno, algunos hacen cosas buenas, pero otros parecen estar más interesados en proteger sus propios intereses que en servir al pueblo.
Diablo: ¡Exacto! Es como si la locura de la política los poseyera y los convirtiera en marionetas de sus propios deseos egoístas.
Simplicio: Sí, y a veces la gente vota sin siquiera entender las políticas o las consecuencias de sus elecciones, guiados por los candidatos que prometen cosas imposibles.
Diablo: Es como creer en cuentos de hadas…
Simplicio: Pero la democracia electoral también tiene sus aspectos positivos. Al menos, te da la ilusión de tener voz y voto en el proceso político.
Diablo: Claro, es un delirio necesario para la gobernabilidad, como un juego de ilusionismo donde la gente piensa que tiene el control, pero en realidad son los “magos” políticos o caciques quienes mueven los hilos detrás de escena.
Simplicio: Entonces, ¿qué deberíamos hacer? ¿Abandonar la democracia electoral?
Diablo: No necesariamente, Simplicio. Solo necesitan recordar que las elecciones son un juego peligroso donde la locura y la racionalidad a menudo se entrelazan. Deben participar de manera informada y crítica, y no dejarse llevar por las promesas vacías y las tácticas engañosas.
Simplicio: Tienes razón, Diablo. La democracia puede ser un circo, pero también es un espacio donde podemos luchar por un cambio real si nos mantenemos alertas y comprometidos. ¿Te acuerdas de que durante la convención constitucional de 1787 en Estados Unidos, una mujer se acercó a Benjamin Franklin para preguntarle si se había establecido una república o una monarquía. Franklin respondió que el resultado había sido “Una república”, pero añadió: “Si pueden conservarla”.
Diablo: Exactamente, Simplicio. Recuerda que Yo fui el primer demócrata, cuando me rebelé contra la Dictadura Perfecta de Ya Sabes Quien…
Simplicio: ¡Cállate, chachalaca blasfema! ¿No te basta vendernos el infierno de la democracia electorera, sino que ahora quieres vendernos la idea del infierno como democracia sin adjetivos?
Diablo: Cálmate, Simplicio. Ahora, ¿te apetece ver un espectáculo político o prefieres ir a tomar un café y reírnos de las absurdidades de la democracia realmente existente?
Simplicio: Mejor el café, pero ya me dieron ganas de un buen desayuno con los amigos. Necesitaré algo fuerte para digerir tanta locura política, ya hasta me empiezan a dar ganas de postularme para presidente en 2030…¡Viva México y su democracia electorera, aunque sea de risa!
Diablo: ¡Buena elección, mi Simply! ¡Sería un éxito de audiencia! ¡Pero hasta entonces, así sea solo, seguiré disfrutando del espectáculo de las locas elecciones mexicanas!