Dialogos en el Averno, Opinión

Diálogos en el Averno/Simplicio pierde el ritmo/Javier Ortiz de Montellano

Diálogos en el Averno

Por Javier Ortiz de Montellano

Diablo: Hola, Simplicio, me enteré que ahora tienes… ¿cómo se llama? ¿Arritmia? ¿Eso es un problema del corazón o es que ya te emocionas demasiado viendo noticias o telenovelas de narcos?

Simplicio: ¡Ay, Diablo! Ya ni me hagas bromas, que con las travesuras que provocas que hagan los dueños mexicanos de las televisoras en el fútbol mundial y en la Bolsa de Valores tengo para perder la calma y el ritmo por tu culpa…

Diablo: ¿Y Yo Por Qué? ¿Tengo Yo la culpa de que seas adicto a la Televisión y al mismo tiempo al fútbol?

Simplicio: Bueno, ahí muere, Diablo, tienes razón. La verdad es que fui a mi electrocardiograma sexenal de rutina y me salió que con el desconcierto del nuevo gobierno y los tumultos y desacatos judiciales mi corazón ya no sabe si es tambor o maraca. Va todo descoordinado, como si siguiera la arritmia que muestran la economía y la política del país, en este tiempo de cambios continuos, que no se sabe si son reformas, contrarreformas o puras ocurrencias sexenales…

Diablo: O sea, que los cambiantes ciclos económicos y la polarización política afectan tu corazón…

Simplicio: ¡Ay, Diablo!. Sí, me dijeron que tengo arritmia y la verdad, todavía no entiendo muy bien qué significa. Solo sé que mi corazón ahora va más descontrolado que la Bolsa de Valores o político en campaña.

Diablo: Y qué te dijo el médico? ¿Que ahora tienes que llevarlo al compás de una cumbia lenta o cómo?

Simplicio: Pues me dijo que nada de narcocorridos, ni de noticias de los narcos en general, ni de los escándalos de los traidores narcos los Chapos y los Mayos, y menos del juicio de García Luna y sus cómplices, pues básicamente mi corazón se aloca y en lugar de latir normal, anda fuera de ritmo, como si olvidara el paso del baile. Que tengo que cuidar mucho lo que hago, porque si no, me puede dar un susto mayor. ¡Ah, y que me olvide de los excesos!

Diablo: ¡Uy, entonces adiós a las tortas de tamal con cochinita, Simplicio! ¿Cómo irás a las fiestas ahora? En lugar de brindar con tequila, te van a tener que dar agua mineral. Aunque pensándolo bien, a lo mejor te viene bien. Tu cuerpo ya estaba pidiendo vacaciones de los antojitos…y antojotes.

Simplicio: Siento todo descoordinado, como si mi corazón tuviera su propia fiesta interna.

Diablo: ¡Qué cosas dices, Simplicio! ¿Y qué más te dijo el médico? ¿Que ya no puedes emocionarte ni con la Utopía Futbolera con que los quiere entusiasmar Ya Sabes Quien desde ahora para la inauguración del Mundial de Futbol en 2026 y para ir consiguiendo votos para el relevo presidencial de 2030, continuidad sin cambio ni de género?

Simplicio: Pues casi, casi. La situación está Clara. La Doctora que me atiende (¿es tiempo de mujeres, ¿no?) me dijo que me tengo que cuidar, que no discuta ni me emocione de más y que deje los nervios de lado. Pero eso es como pedirle a un político que deje de prometer cosas. ¡Imposible! Claro que, además, me dio unas medicinas para que mi corazón aprenda a seguir el compás del nuevo sexenio.

Diablo: ¡Medicinas! Pero si ya en el sexenio pasado tomabas diariamente una pastilla de Amlodipino para olvidarte de los balazos y sólo pensar en abrazos, aunque con la pandemia se prohibieron los abrazos y se intensificaron los balazos. ¿Y ahora qué? ¿Te vas a quedar todo tranquilo como si fueras monje, sin emociones fuertes ni sorpresas?

Simplicio: ¡Eso quisiera! Pero no es tan fácil, Diablo. Por lo pronto, la Doctora que me atiende me duplicó la dosis de Amlodipino, una tableta al despertar y otra antes de irme a dormir (Ay, Santa Mónica bendita, Madre de San Agustín, bendice mi arritmia, para que me pueda dormir).

Diablo: Continuidad, con cambio…de dosis.

Simplicio: Lo mismo, pero más austero…

Diablo: ¡Vaya receta!

Simplicio: Imagínate, ¡tengo que respirar profundo y hacerme el zen! Y ni te cuento lo que pasa cuando estoy viendo un partido y se ponen a fallar goles… ¡tengo que hacer yoga para no infartarme!

Diablo: ¡Ja, ja! Te veo ahí, Simplicio, en posición de loto, intentando que el corazón no se te acelere. ¿Y qué vas a hacer con tus planes de correr el maratón o escalar el Popocatépetl?

Simplicio: ¡Esos planes ya se fueron por el caño! La Doctora me dijo que me lo tome con calma. Nada de emociones fuertes, nada de esfuerzos físicos intensos. Así que ahora mi mayor reto es subir las escaleras sin que mi corazón se vuelva loco. ¡Lo bueno es que tengo pretexto para no moverme mucho!

Diablo: ¡Ah, claro! Ahora podrás pedir que te traigan todo a la cama con la excusa de “cuidar tu ritmo”. Pero, en serio, Simplicio, tienes que cuidar ese corazón. No queremos que se te vuelva medio loco otra vez. Ya me imagino el susto que te diste cuando empezaste a sentir ese ritmo raro.

Simplicio: Pues la verdad, ni sentí nada. Pensé que era solo el estrés de siempre o que me había pasado con los tacos al pastor, pero ahora que lo sé, prometo seguir las indicaciones. Aunque te soy sincero, Diablo, se siente raro tener que controlar hasta mis emociones. ¡Cualquier desacuerdo y ya estoy pensando en si mi corazón va a hacer un solo de batería!

Diablo: Bueno, Simplicio, si ves que empieza a desentonar, das un respiro profundo y lo pones en modo relajado.

Simplicio: Bueno, mientras no se ponga a improvisar como en un concierto de jazz, todo estará bien.

Diablo: Bueno, Simplicio, mira el lado positivo: ahora puedes decir que eres un tipo con ritmo… aunque sea errático. Pero hablando en serio, cuida ese corazón, que lo necesitas para aguantar todas las locuras de la vida. Y quién sabe, a lo mejor aprendes a apreciar más las cosas simples, como las siestas.

Simplicio: Si me quedo tranquilo, seguro. Pero si me duermo, capaz que mi corazón decide ponerse a bailar solo. ¡Voy a necesitar un metrónomo para sincronizarlo!

Diablo: ¡Ja! ¡Imagínate! Tú durmiendo y el corazón haciendo su propio baile. Pero tranquilo, Simplicio, con cuidados y esos remedios, seguro que tu corazón aprende a seguir el ritmo. Y nada
de locuras, mi Simply, que queremos que sigas por aquí para reírnos otro rato con la utópica Transformación! Tómalo con calma y transita por el segundo piso, aunque te cueste.

Simplicio: ¡Ya veré si se puede ponerle música clásica para calmarlo! ¡Gracias por las risas, Diablo! Con un buen desayuno con Ganas con amigos como tú, seguro que mi corazón vuelve a latir bien… ¡o al menos a reírse un rato!

Diablo: ¡Eso es lo importante, Simplicio! Y si tu corazón sigue con su propio ritmo, lo ponemos a hacer duetos con el mío, porque tarde o temprano, se acabará el concierto y tendrás que venir a visitarme al inframundo.

Simplicio: ¡Gracias, Diablo, buena broma, pero esta vez paso, aunque con tus bromas, al menos por un rato el corazón se relaja con una buena carcajada. Gracias…

Diablo: De nada, mi Simply, cuídate y recuerda, no hay mejor medicina que la risoterapia…jajajajajajajaja