Por Javier Ortiz de Montellano
Diablo: Hola, Simplicio, ¿Qué estás leyendo? ¿Es un libro soviético?
Simplicio: Ay, Diablo metiche espía, por lo misterioso pareces policía chino, en todo andas metiendo tu nariz. Ya no hay libros soviéticos, esa propaganda comunista quedó en el olvido, en el basurero de la Historia.
Diablo: Entonces, ¿qué lees con tanto sigilo? ¿Es algún libro de esos que el Vaticano tiene en su ‘Index librorum prohibitorum’?
Simplicio: Otra vez con tus latinajos, pareces cura, Diablín. ¿Qué es eso?
Diablo: Según me cuentan altos pelados, digo, altos prelados de la Iglesia que tengo allá abajo, a fuego lento, eso es el “Índice de Libros Prohibidos”, el catálogo que prohíbe a los católicos acercarse a ciertos textos y fue creado a mediados del siglo XVI, tú sabes, con la división del Cristianismo por la Reforma Protestante y ante la amenaza musulmana. La Iglesia castigaba a sus fieles por andar de curiosos y si te salía barato te excomulgaban, si no, me hacían una diabólica competencia y lo que te aplicaban era la tortura y hasta la muerte.
Simplicio: Andas atrasado de noticias, Diablín, eso ya llegó a su fin a mediados de los años 60 del siglo 20, en que la lista llegó a los 6,000 libros prohibidos. El papa Paulo VI reorganizó al Santo Oficio y dejó al Índice sin autoridad, sigue siendo una dizque brújula moral (católica), pero ya no tiene un valor penal. Aunque el Opus Dei ha seguido haciendo su propia lista, sumándole otros 60,000 libros al registro de lecturas prohibidas.
Diablo: Pues yo recuerdo que hasta Los Miserables, de Víctor Hugo, estaba en el Índice…
Simplicio: Por andar confundiendo pobres con miserables, como Ya Sabes Quién. A los clérigos de ese entonces no les gustaba cómo Víctor Hugo abordó el tema de Dios y de la Iglesia en las páginas de su novela, porque no se adecuó a la visión ortodoxa de la Iglesia.
Simplicio: Hoy, en cambio, Los Miserables están en película, en televisión y hasta en comedias Musicales, como la de Don Quijote, El Hombre de La Mancha, que por cierto me encantó.
Diablo: El Quijote es demasiado idealista para mí, Yo prefiero a Shrek, esa sí es una divertida comedia musical, me encantan los ogros y las ogritas como Fiona.
Simplicio: En fin, Diablín, atrás quedaron los tiempos donde se censuraba las obras de otros tantos como Rousseau, Diderot, Voltaire, Descartes, Hume, Balzac, Hobbes, Bergson, Kant y hasta Sartre y Simone de
Beauvoir. Otros ni siquiera se contempló prohibirlos, era obvio que no simpatizaban al establishment, como Nietzsche, Schopenhauer y Marx. Ni hablar del catecismo comunista en el librito Rojo de Mao.
Diablo: Algunos de esos escritores tengo por allá abajo, otros con la desaparición del Purgatorio, decretada por los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI, la libraron y la hicieron rumbo al cielo. ¿Seguro que no andas leyendo alguno de esos?
Simplicio: No, estoy leyendo el libro de Tolstói, La Guerra y La Paz…
Diablo: ¡Muy bien, un escritor soviético! ¡Viva la libertad de leer!
Simplicio: Un ruso, que no es lo mismo. El Homo Sovieticus, si es que alguna vez existió, ya desapareció tras la caída de la URSS en 1989.
Diablo: Pero por la invasión de Ucrania hoy lo ruso es castigado, al menos por “Occidente”…
Simplicio: En realidad, el anatema es Putin, que también es condenado por Israel y algunos otros países enemistados con el actual dictador ruso.
Diablo: No me gusta la palabra que usaste, anatema.
Simplicio: ¿Por qué, no es lo mismo que condenado?
Diablo: Anatema es una palabrita cuya etimología es aparentemente latina-griega, pero es una transliteración del ambiguo vocablo hebreo querem o jerem, lo dedicado a Ya Sabes Quién…«Herem» significaba algo «olvidado», «fuera de límites», «tabú» o «dado irrevocablemente a la destrucción por no afecto»; también algo «maldito».
Simplicio: Te refieres a Dios, Jehová aunque te duela, te declaró Maldito.
Diablo: Me duele porque me recuerda que Anatema significa etimológicamente ofrenda, algo dedicado a ese YSQ, pero su uso principal equivale al de maldición o al de “desterrado de YSQ” , en el sentido de condena a ser apartado o separado, cortado como se amputa un miembro, de una comunidad de creyentes.
Simplicio: Pues precisamente eso es lo que se está haciendo con Putin y Rusia, excluirlo de la comunidad mundial…
Diablo: No exageres, Simplinsky, dIrás de la Comunidad Europea y Estados Unidos y sus vasallos. En Rusia la mayoría sigue siendo cristiana, aunque ortodoxa.
Simplicio: No todos, el marxismo dejó un 38% de gente sin religión, también hay musulmanes túrquicos y budistas mongoles, que no mongólicos…
Diablo: Mi querido e irrespetuoso Simply, “mongolismo” es considerado políticamente incorrecto y está substituido por “Síndrome de Down”.
Simplicio: Acepto la corrección. Oye, querido Maldito Diablín, ¿desde cuándo resultaste tan experto lingüista y etimólogo?
Diablo: Recuerda que más sé Yo por viejo que por Diablo…Yo hablaba el idioma de los ángeles hasta que fui declarado Anatema y excluido del cielo, antes de que siquiera Ya Sabes Quién creara a la Humanidad y existiera el idioma hebreo.
Simplicio: Bueno, ya me quitaste mucho el tiempo, voy a regresar a leer el libro de Tolstói, La Guerra y La Paz.
Diablo: ¿Te quieres arriesgar a que no te dejen entrar a pasear por Europa o Estados Unidos, si saben de tus lecturas “comunistas”?
Simplicio: Tolstói no era comunista, sino un naturista libertario, incrédulo, racionalista, anarquista, nihilista, que enseñaba el amor a la patria, y debido a todo eso fue excomulgado por la Iglesia Ortodoxa, no se diga por el Vaticano.
Diablo: Pues si me lo recomiendas, me arriesgaré a leerlo.
Simplicio: Yo nada más estoy leyendo la parte que habla de la Paz…
Diablo: Ha de ser una versión expurgada…y Putin solamente leyó la parte de la Guerra…lo cual también haré Yo, jajajajajajajajaja