Por Javier Ortiz de Montellano
Diablo: Quihubo, Simplicio. Te ves más distraído que de costumbre, casi como un sonámbulo, ¿en qué piensas? ¿Estás enojado porque no te invitaron a Guatemala a la boda de Santiago Nieto? ¿O estás pensando en la Inmortalidad del Cangrejo?
Simplicio: Diablo frívolo, metiche e ignorante…La Inmortalidad del Cangrejo…¿de dónde demonios sacas esas frases mentirosas?
Diablo: Ignorante lo serás tú, pues Yo sé más por viejo que por diablo y para que lo sepas en la mitología griega se cuenta que en algún momento el Dios Zeus tuvo una conversación con un cangrejo, quien le explicó que eran inmortales porque caminaban de lado, pues al no caminar de frente, engañaban al tiempo y se mantenían de la misma edad para siempre.
Simplicio: ¿Y por qué demonios se te ocurre que yo voy a estar pensando en esa falsa inmortalidad del cangrejo?
Diablo: Bueno, mi Simply, no te enojes, la frase se utiliza para referirse al estado de distracción absoluta de una persona, como tú…comprenderás. Cuando alguien se sumerge en un mundo particular y no está activo en una conversación, se le dice que “está pensando en la inmortalidad del cangrejo”…Es más, nada científicamente, antes se creía que los cangrejos eran casi inmortales gracias a su exoesqueleto que recubre todo su cuerpo. Cada vez que se lastiman o pierden algún miembro (que no sea las tenazas principales), el exoesqueleto se regenera, por lo que pensaban que se regeneraban eternamente. Mientras más crece, más modifica su exoesqueleto lo que para algunos puede interpretarse como un “ciclo sin fin”.
Simplicio: Pues yo no estoy distraído, sino pensativo…y no necesito tus viejos insultos y cápsulas culturales sacadas de Google.
Diablo: Ándale, ¿y ahora, en qué andas pensando tan profundamente, Simplicio?
Simplicio: Pues, en la insoportable liviandad del ser, como diría el escritor checo Milán Kundera o para actualizar tu vieja analogía griega, en la in-moral-idad del “inmortal cangrejo” político mexicano, que no parece terminar nunca y nada más se transforma una y otra vez, un “ciclo sin fin”.
Diablo: Ya va en la Cuarta…y el título del libro de Kundera es La Insoportable Levedad del Ser, no liviandad…
Simplicio: Calla, Diablo Maldito, yo me refiero a la frívola liviandad del ser político mexicano, que supera día a día la etapa de la fenomenología del relajo, que denunciaba en su libro de igual nombre el filósofo mexicano Jorge Portilla ya en 1966.
Diablo: Uuuuy, Simplicio, ese relajo se acabó en el 68’ con la tragedia de la masacre de Tlaltelolco y sus mortales secuelas represivas durante el sexenio de Echeverría.
Simplicio: Pero volvió con la frivolidad LópezPortillista…
Diablo: Que acabó en tragedia económica.
Simplicio: Y así siguió desde entonces, sexenio tras sexenio.
Diablo: Más bien, desde entonces todo son tragicomedias, como bien describe en sus tres volúmenes de Tragicomedias
Mexicanas 1940-1994 el siempre joven escritor José Agustín…aunque ya casi es octogenario (faltarían las Tragicomedias de 1995 a 2021).
Simplicio: Joven de espíritu y no viejo espíritu como Tú, maldito demonio chismoso.
Diablo: ¿Y Yo Por Qué?
Simplicio: No me digas que no fuiste Tú quién le tendió la trampa de la boda y que armó el escándalo que hizo renunciar a mi apóstol Santiago, paladín de la Justicia Financiera…
Diablo: Ni falta que me hace, Simplicio, ya te he dicho que no soy Yo sino las pasiones humanas las que pierden a los seres humanos, primero el amor, que es ciego, el amor propio, la vanidad/
Simplicio: ¿Qué no basta con No Mentir, No Robar, No Traicionar?
Diablo: Como decían los Romanos…la esposa del César no sólo debe ser honesta, sino parecerlo.
Simplicio: ¡Con la esposa no te metas!
Diablo: Ay, Simply, se trata de un símil, quiere decir que todo funcionario o funcionaria, funcionarie pues, debe comportarse honestamente y también parecer que lo es, para, sobre todo, no causar escándalos.
Simplicio: De todos modos, Juan te llamas.
Diablo: No, Simply, no fue Juan Francisco, el sólo fue invitado a la boda, pero alguien preparó todo el tinglado para que mediante ese pitazo estallara el escándalo y se exhibiera la falta de austeridad republicana mexicana, aunque fuera en la vecina República de Guatemala.
Simplicio: Y de Guate-mala, a Guate-peor…Pero, aparte de que Santiago se puso de pechito con sus decisiones amorosas (Primero el Amor), ¿Quién fue el espíritu malhechor que fraguó esta zancadilla?
Diablo: Malhechores, Simplicio, siempre en plural, como mi Legión de Seguidores y fieles demonios, piensa, ¿Quién tiene los medios? ¿Quién tiene los contactos? ¿Quién tiene el poder para difundirlo y encubrirlo?
Simplicio: Me la pones muy difícil…
Diablo: ¡LOS CANGREJOS, mi Simply! Jajajajaja.
El Diablo se aleja cantando…
Cangrejos, al combate,
cangrejos, a compás;
un paso pa’ delante,
doscientos para atrás.
Casacas y sotanas
dominan dondequiera,
los sabios de montera
felices nos harán.
¡Zuz, ziz, zaz!
¡Viva la libertad!
¿Quieres inquisición?
¡Ja-ja-ja-ja-ja-ja!
Vendrá “Pancho membrillo”
y los azotará.
Maldita federata
qué oprobios nos recuerda,
hoy los pueblos en cuerda
se miran desfilar.
¿A dónde vais, arrieros?
Dejad esos costales:
Aquí hay cien oficiales
que habéis de transportar.
Cangrejos, al combate,
cangrejos, a compás;
un paso pa’ delante,
doscientos para atrás.
Orden, ¡gobierno fuerte!
y en holgorio el jesuita,
y el guardia de garita,
y el fuero militar.
Heroicos vencedores
de juegos y portales,
ya aplacan nuestros males
la espada y el cirial.
Cangrejos, al combate,
cangrejos, a compás;
un paso pa’ delante,
doscientos para atrás.
En ocio el artesano
se oculta por la leva,
ya ni al mercado lleva
el indio su huacal.
Horrible el contrabando
cual plaga lo denunció,
pero entre tanto el nuncio
repite sin cesar:
Cangrejos, al combate,
cangrejos, a compás;
un paso pa’ delante,
doscientos para atrás.
Canción Los Cangrejos, de Guillermo Prieto, escrita en 1854; el tema satiriza a los políticos conservadores (los “cangrejos”)