Por: Víctor M. Zendejas Orozco*
El alto costo psicológico que está cobrando entre la población la guerra entre Rusia y Ucrania deja secuelas también entre habitantes de países lejanos como México, Cuba, China o los de Medio Oriente, pero principalmente en los del bloque europeo por los resultados de los efectos militares o económicos que podría dejar el conflicto al romperse acuerdos en esa materia.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), una de cada cinco personas que han experimentado la guerra en los diez años previos tiene secuelas mentales. Como resultado “5 por ciento padece enfermedades graves como trastorno bipolar, psicosis o formas graves de depresión o TEPT, entre cuyos síntomas pueden incluirse flashbacks, pesadillas y casos de ansiedad grave”.
El Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) y la OMS citan que millones de personas en el este de Ucrania sufren las heridas invisibles de la guerra y que tras cinco años de conflicto (en el caso de la crisis de Donbás 2014-19), “los organismos de socorro se esfuerzan por atender las necesidades de salud mental de las personas afectadas”.
ACNUR da testimonio de mujeres afectadas
Maryna tiene 56 años y es una de los millones de personas que están pagando un elevado peaje psicológico por el conflicto ucraniano. Tras cinco años de conflicto en Ucrania, la idea de resguardarse una noche más en su sótano oscuro y húmedo la hace temblar.
Aunque los frecuentes bombardeos resultan aterradores, es el silencio entre explosiones lo que más miedo le da, precisa el ACNUR. “Cuando todo se queda en silencio tengo la sensación de que nada va a cambiar”, dice Maryna, sastra y madre de dos hijos. “Tengo la sensación de que este conflicto es eterno”.
Hasta la fecha, el conflicto ha desarraigado a 1.4 millones de personas, mientras otras muchas padecen frío, hambre, adversidades y la amenaza de una muerte repentina en su hogar. En total, 3.4 millones de personas requieren asistencia y protección humanitaria.
El ACNUR recuerda que casi 40 por ciento de los habitantes de las regiones de Donetsk y Luhansk han vivido traumas que se han traducido en cuadros de depresión, ansiedad y trastorno de estrés postraumático (TEPT).
No sólo en los ejércitos militares sino también en organismos que atienden conflictos internacionales como el ACNUR, la OMS, entre otros, la psicología y sus expertos han cobrado gran importancia. Por ejemplo, el ACNUR cuenta con una organización social denominada Proliska que ofrece asistencia psicológica a personas que han visto como un conflicto hace añicos su vida.
Desde octubre de 2018, los once psicólogos de Proliska han ido contactando con comunidades en áreas controladas por el gobierno. Las necesidades son inmensas, pero desde comienzos de 2019 han prestado terapia a mil 100 personas, de las que 72 por ciento eran mujeres.
“Queremos mostrar que, a pesar de que no podemos “apagar la guerra”, podemos ayudar a sobrevivir a lo que ocurre”, cuenta Olha Klymovska, coordinadora de actividades de apoyo psicosocial de Proliska.
Los psicólogos en los conflictos internacionales
La psicóloga Svitlana Doroshenko forma parte del equipo de difusión. En sus visitas a las comunidades en el frente enseña técnicas y habilidades para atender situaciones difíciles que se basan en respiraciones y ejercicios físicos que ayudan a las personas a controlar su respuesta emocional. “Les explico que curarse es un proceso largo”.
Entre las personas con las que trabaja se encuentra Maryna, cuyos dos hijos se marcharon al comenzar el conflicto y no han vuelto. Svitlana le enseña técnicas de relajación para superar el insomnio y ansiedad.
Por su parte, el pasante de psicología de la Universidad del Valle de México (UVM campus Hispano), Galileo Manuel Zendejas Vázquez, precisó que la población cercana a la guerra sufre ansiedad y depresión por el abandono de sus pertenencias y hogar.
Galileo Zendejas cita que en algunos sectores de poblaciones lejanas puede haber efectos como ansiedad por el peligro de ver extenderse el conflicto y que pudiera tener consecuencias en sus regiones.
El pasante de psicología Zendejas Vázquez precisa que algo en lo que no se ha puesto énfasis, pese a los cientos de centros de psicología para atender a soldados traumatizados por las guerras es el trastorno de pánico, tema en el que hizo una especialización e intituló como ”Shagy & Scoby”.
Galileo Zendejas refiere que en el mismo concluye que ese tipo de trastorno, que afecta principalmente a los militares que estuvieron en la guerra, los puede llevar a padecer ataques de pánico imprevistos recurrentes, con aparición súbita de miedo o malestar intenso que alcanza su clímax en minutos.
Zendejas Vázquez afirma que ese tipo de trastorno puede tener como consecuencia palpitaciones, golpeteo del corazón o aceleración de la frecuencia cardíaca; sudoración; temblor o sacudidas; dificultad para respirar o de asfixia; sensación de ahogo; dolor o molestias en el tórax; náuseas o malestar abdominal y escalofríos, entre otros síntomas perniciosos.
El mundo, tan perdido en un pálido punto azul como lo definió Carl Sagan, sufre un terrible desequilibrio en su humanidad como no lo tiene el universo y requiere quien lo equilibre, como necesarios son cada día más los psicólogos y terapeutas en yoga.
*Presidente de la ONG Franature