Por: Víctor M. Zendejas Orozco*
Después de casi treinta años de éxito en la atención a niños y jóvenes con discapacidad, la Asociación de Motivación Pro Parálisis Cerebral Institución de Asistencia Privada (Ampac), está a punto de quebrar debido al impacto por la crisis económica, la pandemia y el desinterés del gobierno para apoyarla.
La presidenta de Ampac, Margarita Concepción Caso Alfaro, recientemente acudió a varias instancias de gobierno tanto municipal como estatal en busca de ayuda ya sea económica o en especie con el fin de rehabilitar el gran espacio físico que representa el edificio que alberga a la Ampac, mismo que sufre deterioro por la falta de recursos para su mantenimiento.
Actualmente, con la raquítica plantilla de estudiantes que reciben educación, rehabilitación y capacitación para valerse por sí mismos, estos se entrenan en una de las aulas en talleres manuales donde fabrican piñatas de cartón para su venta y poder así contribuir a sostener la escuela y pagar a los maestros.
Esas piñatas, con alusión a personajes y figuras cotidianas de la vida real pero inertes, como una chancla decorada con vistosos colores o una cara de algún personaje de caricatura, por ejemplo, se expondrán en el corto tiempo en la pastelería La Luna, ubicada en el centro de Coacalco, para que una vez vendidas ese aporte vaya a los fondos de la Ampac.
La fundación, dirigida por Margarita Concepción Caso Alfaro, logró en 1992 la primera donación de un predio con el entonces alcalde recientemente fallecido Héctor Guevara Ramírez, el cual se amplió con la gestión de Felipe Ruiz y posteriormente llegó a los 2 mil metros cuadrados con el gobierno estatal a cargo de Emilio Chuayffet Chemor.
Sin embargo, pese a que tanto el gobierno municipal como el estatal contribuyeron a la construcción del centro, Caso Alfaro considera que en realidad dicho proyecto nació como un elefante blanco porque no tuvo un sustento permanente oficial que le garantizara su funcionamiento de manera permanente.
Ahora, las inmensas instalaciones, por cierto bien diseñadas, sufren deterioro en todos los niveles y requieren un mantenimiento, como toda institución, que no es nada barato. La capacidad del edificio es para 150 personas, pero en la actualidad no atiende a más de diez.
Caso Alfaro asegura que no sólo aceptan donaciones altruistas, apoyo de voluntarios sino que también están en condiciones de recibir aportaciones en especie ya que el único ingreso con el que actualmente cuentan es con la venta de piñatas de cartón.
*Presidente de la ONG Franature*