Por: Víctor M. Zendejas Orozco*
No es de extrañar que si la melodía que se adoptó como el segundo himno nacional de Israel, Jerusalén de oro, está basada en un plagio, que reconoció días antes de sus horas finales a causa de un cáncer su autora Naomi Shemer, también el gobierno sionista encabezado por el derechista de mano dura Benjamin Netanyahu haya plagiado también la línea nazi de la solución final.
¿Cuántos plagios más no tendrá en su haber la política de segregación de un gobierno sionista que también plagia tierras palestinas a punta de fusil como en el Viejo Oeste? Decenas de bardas obligan a comunidades árabes originarias de Palestina a concentrarse en guetos al estilo del de Varsovia.
Naomi Shemer, con alto grado de arrepentimiento por haber plagiado la melodía vasca de Pello Joxepe, en su hora de su hora confió a una amiga que su arreglo se basó en otra de origen navarro, misma que originalmente interpreto Paco Ibañez en Tel Aviv, y que su enfermedad podría deberse a un “castigo divino” por haber actuado artísticamente de esa manera.
El gobierno de Israel se ha ganado el repudio mundial por la sádica saturación de bombardeos contra el territorio de Gaza, queriendo obligar a una población de más de un millón de habitantes a desplazarse a otro sitio para llevar a cabo otra política de guerra de plagio, como es la tierra arrasada, como lo hizo el ejército de Estados Unidos en Vietnam.
No tiene otro recurso militar porque sabe, lo han reconocido sus generales y lo reafirman analistas del fenómeno de Medio Oriente, que una incursión con la población civil de por medio no tendrá éxito o de tenerlo el costo en vidas de soldados será incalculable como lo fue en la aventura de Vietnam para los estadunidenses.
Las tasas de mortalidad se dispararan entre los más vulnerables.
La Organización de las Naciones Unida y sus organismos de salud y derechos humanos demandan un alto al fuego e insisten en que es imposible tal desplazamiento de esa masa humana y que los bombardeos y la cerrazón de los altos mandos de Israel impiden que llegue la ayuda humanitaria más imprescindible para la población de Gaza.
Más de 1.6 millones de personas que viven en Gaza necesitan ayuda humanitaria urgente, asevera la Organización Mundial de la Salud y otros organismos internacionales. Los niños, las mujeres embarazadas y los ancianos siguen siendo los más vulnerables. Los niños constituyen casi la mitad de la población gazatí.
Tras casi dos semanas de bombardeos constantes, los daños y la destrucción sufridos en las infraestructuras civiles, como refugios, establecimientos de salud y sistemas de abastecimiento de agua, saneamiento y electricidad, son enormes. Queda poco tiempo para que las tasas de mortalidad se disparen debido a los brotes de enfermedades y la imposibilidad de prestar suficiente atención de salud.
Los hospitales están desbordados de heridos y la población civil encuentra cada vez más obstáculos para disponer de alimentos de primera necesidad. Los establecimientos de salud ya no disponen de combustible y no pueden abastecerse.
De hecho, todo parece indicar que se quedarán sin combustible en los próximos días. La capacidad de producción de agua está al cinco por ciento de los niveles normales y el material humanitario que se preparó de urgencia ya se ha agotado. Las personas vulnerables corren mucho riesgo y los niños están falleciendo a un ritmo alarmante ya que se les niega el derecho a la protección, la alimentación, el agua y la atención de salud.
*Presidente de la ONG Franature