Por: Víctor M. Zendejas Orozco*
Aunque el presidente Andrés Manuel López Obrador ya no está en la edad ideal que fijó el científico Linus Pauling para retrasar el proceso de envejecimiento y abatir posibles enfermedades degenerativas, los 35 años, aún puede hacer mucho por mejorar su salud y prolongar los años de vida si asume un radical cambio de hábitos.
Seguramente, las poderosísimas farmacéuticas que comercializan medicamentos alopáticos a nivel global estarán de plácemes con la mejor propaganda que puede hacer un estadista de la altura del presidente López Obrador, al promover éste que está tomando a diario un coctel de medicamentos.
El presidente Obrador ha dado mal ejemplo a su pueblo con sus videos y fotos desayunando o comiendo platillos ricos en grasa o carbohidratos altamente cocinados que, al menos en lo que se refiere al desayuno, va en contra de los principios de la pirámide de la salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Y de los principios de las culturas antiguas de la humanidad como el jainismo, en la India, o la de origen chichimeca, nahua y mexica, asentada en Texcoco, con el rey Nezahualcóyotl, México, que, según historiadores y antropólogos privilegiaba el desayuno con frutas o verduras.
La alimentación que ha promovido el presidente de México en su persona se contradice con la práctica deportiva que él mismo da como ejemplo, la del béisbol. Ese tipo de alimentación no es recomendable para ningún deportista, del nivel que sea, y mucho menos para una persona que supera ya los sesenta años.
Durante los distintos maratones de la Ciudad de México encontré a corredores de más de setenta años con un excelente estado de salud que a la altura del kilómetro 37 no habían requerido de un vaso de agua siquiera, producto de su entrenamiento, disciplina alimentaria y buen humor.
Al presidente no le falta el buen humor, que es una de las claves para una vida longeva; se asegura que viven menos los de gesto adusto y mal carácter, pero no es suficiente pues en el ahorro de la vida sana cuenta mucho la disciplina en el comer. Ya en mi artículo anterior hablé de las personas más longevas que llegaron a vivir más de 150 años en perfectas condiciones de salud.
La salud del presidente se mantiene, según sus dichos, de manera artificial o con puntales. Así lo define en su obra Naturismo un sistema de vida, el doctor Julián Navarro Richardson, uno de los más destacados naturópatas del siglo pasado y quien fue durante varias décadas asesor de Biblioteca Natura, de editorial Posada.
Navarro Richardson cita que hay dos clases de inmunidad: la natural y la artificial. “Higiénicamente hablando, la última es una ilusión, basada en el uso de vacunas, sueros, antitoxinas, toxoides, etcétera. La primera consiste en todo un sistema de hábitos apegados a las leyes de la naturaleza.
“Se ignora que aún tomado diariamente sustancias de gran valor calórico, el ser humano puede perecer de desnutrición por la simple falta de minerales orgánicos esenciales para la catabolización de los productos ingeridos.
“En último análisis el valor calórico que un alimento tenga en teoría varía marcadamente una vez en el organismo pues éste puede morir literalmente de hambre aun comiendo abundantes cantidades de productos aparentemente muy nutritivos.
“Este hecho comprobado por la ciencia moderna era ya bien conocido dese hace más de 100 años por los geniales precursores de la nueva dietética higiénico naturista Graham, Jenings, Trall y otros, para quienes los llamados grandes descubrimientos de la ciencia de éste siglo sobre vitaminas y minerales eran cosas por ellos conocidas y enseñadas, como puede confirmarse leyendo sus brillantes obras.”
*Presidente de la ONG Franature