Por Javier Ortiz de Montellano
“Puedo calcular el movimiento de las estrellas, pero no la locura de los hombres”.
Así se lamentó el gran científico Sir Isaac Newton, que además era el Maestro de la Casa de la Moneda británica, tras perder su fortuna en la “burbuja” bursátil de la Compañía de los Mares del Sur, una manía de especulación que arruinó a muchos inversores británicos en 1720 (precisamente de la asociación marítima viene el llamar desde entonces “burbujas” a las especulaciones bursátiles).
Al parecer, ser un genio científico no garantiza el éxito en las apuestas en la bolsa. Esta es la lección que aporta el libro que le reseñamos, “Cuando los físicos asaltaron los mercados: La historia de cómo se trató de predecir lo impredecible”.
Publicado en 2013, en este libro se narra cómo los científicos, curiosamente muchos de ellos físicos de profesión, llegaron a Wall Street a principios de los ochenta del siglo pasado (coincidente con la llegada del Neoliberalismo) y cómo sus ideas transformaron las finanzas para siempre. En un apasionante recorrido Weatherall expone cómo la banca de inversión empezó a contratar a científicos para que lidiaran con las cuestiones matemáticas más complicadas, desde los precios de la acción a la detección de posibles burbujas.
Al parecer, al terminar la Guerra Fría tras la implosion de la Unión Soviética después de 1989, algo influyó que se disminuyó el uso de muchos físicos que quedaron desempleados y que el avance paralelo en la cibernética financiera supo aprovechar para crear modelos que se empezaban a aplicar en las operaciones de Bolsa, para que lidiaran con las cuestiones matemáticas, desde los precios de las acciones hasta la detección de posibles “burbujas”.
No obstante, ya sea en ciencia o finanzas, los complejos modelos matemáticos importados y extrapolados de la física se equivocan bajo ciertas circunstancias o condiciones no anticipadas. Y hacia 2008, los complejos modelos financieros explotaron en manos de gente que desvió su uso y finalidad, provocando el hundimiento de las Bolsas en el mundo en lo que se conoció como la Gran Recesión, de nefastas consecuencias.
El Gran Confinamiento de 2020 demandó medidas extraordinarias para salir de la peor catástrofe desde la Gran Depresión de los años Treinta del siglo 20. Hoy, junto con las intermitentes catástrofes del calentamiento global y las amenaza de nuevas epidemias, en 2024 en el campo económico-financiero abundan las alertas de un “aterrizaje suave”, eufemismo por una próxima recesión (nadie sabe de qué magnitud o duración), precedido o seguido por un descenso gradual o estrepitoso en las Bolsas y volatilidad en las divisas.
En México habrá que estar muy atentos a la situación mundial y en especial a la actuación del vecino del norte, ante la incertidumbre de las importantes elecciones en Estados Unidos y las confrontaciones de Rusia vs Ucrania-OTAN (Estados Unidos) y de Israel (Estados Unidos) contra Gaza y países del Oriente Medio y la lucha de Estados Unidos por mantener la hegemonía mundial versus China. De lo que pase en Estados Unidos dependerá en gran parte el curso de la economía y las finanzas mexicanas.