Por Edgar Rubén Mendieta Condado1, Nidia Aréchiga Ceballos2, Elizabeth del Carmen Ruelas-Cinco1 y Jorge Luis de la Rosa Arana3 (investigadores y académicos)
Uno de los mayores miedos de cuando éramos niños, fue vernos perseguidos por los“no-vivos”, espantosos seres de los cuales no es posible dejar atrás en el camino de la investigación científica. Cuando niños, nunca pensamos que esto podría convertirse en realidad y, menos aún, que fueran monstruos microscópicos los que nos perseguirían en la vida real. Los seres a los que nos referimos reciben el nombre de “virus” y desde hace hace mucho tiempo se discute si están vivos o no…
En el campo de la biología, se trata de una entidad muy simple que infecta células y, por lo tanto, puede causar, desde un daño efímero hasta enfermedades muy severa. Ya que que los virus solo se pueden multiplicar dentro de una célula, ocupando los recursos de la célula infectada, se entiende que los virus no tienen vida propia. Los virus afectan prácticamente a todos los seres vivos y son una preocupación constante, ya sea por las enfermedades que producen en los seres humanos y en los animales o, porque afectan los cultivos y los procesos de producción industrial.
El impacto que han tenido en la humanidad el Ébola, el dengue hemorrágico, la viruela o la rabia dan sentido a la palabra virus, que en latín, significa “veneno”. El termino virulentus se acuñó en el medievo para describir sustancias nocivas, incluso antes de que se pudiera conocer el origen de la mayoría de las enfermedades infecciosas que padecían los seres humanos y los animales que los acompañaban. La historia de la década de los años 80 del siglo pasado aún recuerda el surgimiento del virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), causante de síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). En los años 90`s y principios del año 2000 se agravaron las infecciones con el virus del papiloma humano (VPH) y, a ello, hay que sumarle los numerosos brotes de los virus trasmitidos por mosquitos: Zika, Chikungunya, Virus Dengue, fiebre amarilla y virus del Oeste del Nilo, entre otros, los cuales son los causantes de fiebre alta, dolor de huesos/articulaciones y, en casos severos, hemorragias profusas.
En los primeros veinte años de este siglo hemos sido testigos de la epidemia ocasionada por el coronovirus SARS-CoV (2002), la pandemia de la influenza AH1N1 (2009), los brotes de Ébola (2014-2016), el brote del coronavirus MERS (2012). Sin embargo, una de las peores crisis sanitarias que ha enfrentado la humanidad fue la protagonizada por uno de los virus que afectan el sistema respiratorio. En diciembre de 2019 se documentaron en China los primeros casos de la enfermedad del coronavirus 19 (COVID-19), causada por el virus SARS-CoV-2; seis meses después (2020), se convirtió en una pandemia, cobrando la vida de más de dos millones de personas alrededor del mundo; los datos, hasta el 8 de agosto de 2023, contabilizaron siete millones de decesos. En 2024, luego de diferentes análisis epidemiológicos, se han originado diversas opiniones que argumentan un subregistro de casos y defunciones, las cuales podrían triplicar el número de fallecimientos.
De esta manera, la COVID-19 se convierte en la mayor pandemia de los últimos cien años, comparable con la “gripe española”, causada por el virus de Influenza A H1N1, un virus respiratorio que circuló entre 1918 y 1920 y que tan solo en dos años mató a más de 50 millones de personas alrededor del mundo. En aquella época no estaba clara la identidad del agente causal, por lo que no se contaba con medicamentos apropiados, ni vacunas, por lo que la humanidad tuvo que “armarse” con cubrebocas y con el distanciamiento social para mitigar la pandemia… 100 años después, el uso del cubrebocas y el distanciamiento social fueron puestos en duda para combatir la COVID-19, pero finalmente se ocuparon. En este sentido, queda mucho por reflexionar y los “hubiera” retoman el control de nuestros pensamientos: ¿cuál hubiera sido el desenlace de esta pandemia, si se hubieran utilizado los cubrebocas y el distanciamiento social desde el principio de la pandemia? claro!!, combinados con métodos diagnósticos, tratamientos y vacunas…
Una pandemia como la que se ha vivido entre 2019 y 2024 puede consumir más vidas que una guerra. Hay muchas preguntas que han quedado sin contestar en el vertiginoso acontecer diario. Entre las noticias de los primeros casos, la llegada al país del virus, las manifestaciones clínicas, las medidas precautorias la adopción de un nuevo estilo de vida, la aparición de métodos diagnósticos, los tratamientos y las vacunas, dejaron de lado algunas preguntas que sería bueno plantearlas para responderlas en un futuro: ¿qué es un virus?, ¿de dónde vienen?, ¿por qué son tan letales?, ¿siempre hemos tenido infecciones por este tipo de virus? ¿con qué herramientas contamos para contener a este y otros virus?, ¿los virus pueden “brincar” de animales al hombre?, ¿hay suficientes virólogos en el mundo?, ¿podemos sacar provecho de los virus? Lo cierto, de esta última pregunta, es que la industria cinematográfica ha utilizado a los virus como el enemigo a vencer en muchas películas de ciencia ficción apocalíptica…
En fin, hay muchas, muchas preguntas y la mayoría de ellas tienen respuestas, pero quedan otras tantas sin responder, las cuales seguramente serán abordadas por las nuevas generaciones de científicos que encaminarán sus esfuerzos en enteder a los virus y proponer medidas de prevención y de control para mitigar las las enfermedades que causan los enemigos invisibles no-vivos.
1 Laboratorio Estatal de Salud Pública del Estado de Jalisco, Secretaría de Salud
2 Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos, Secretaría de Salud
3 Facultad de Estudios Superiores Cuautitlán, UNAM