Por Javier Ortiz de Montellano
El Papa Francisco nombró en julio de 2021 como Jefa de Oficina de la Pontificia Comisión para América Latina a la teóloga argentina Emilce Cuda, Doctora en Teología Moral Social y Profesora de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina y de la Universidad St.Thomas de Estados Unidos. La Doctora Cuda estuvo recientemente en México y fue entrevistada en el programa de TV de Canal Once, Sacro y Profano, que conduce Bernardo Barranco, sociólogo en religiones.
El libro más reciente de esta ilustre teóloga y filósofa argentina se intitula: Para leer a Francisco: teología, ética y política, Ediciones Manantial, Buenos Aires, 2016.
Su trayectoria respalda ampliamente su nombramiento. Despertaron en ella el compromiso con el pueblo pobre trabajador -preocupación que comparte el Papa Francisco-, sus maestros, destacados sacerdotes y teólogos argentinos y el filósofo y politólogo Ernesto Laclau, quien fuera el primero en reconocerla como teóloga invitándola a estudiar y trabajar con él en Northwestern University a estudiar las matrices del populismo.
La Doctora Emilce Cuda ayuda, como indica el título de su libro, a leer al Papa Francisco, a lograr una aproximación cultural al discurso pontificio para su mejor comprensión desde la teología, atendiendo especialmente a la filosofía y las disciplinas desde las que es abordada la cultura y la también llamada Teología de la Cultura o Teología del Pueblo (diferente de la denominada Teología Marxista de la Liberación, que no es teología sino sociología religiosa).
La Teología del Pueblo es una teoría y una práctica, una pastoral que hace referencia a una ética histórico cultural, teológica, desarrollada por diferentes teólogos argentinos, desde la segunda parte del siglo pasado y que la autora nos dice que es la clave para comprender la pastoral teológica del Papa Francisco.
El discurso pontificio actual denuncia la injusticia social como estructural buscando mostrar las causas de la pobreza, que no son meramente económicas, como equivocadamente opinan tanto el fallido comunismo como el capitalismo, que cíclicamente falla estrepitosamente. Para Francisco su concepción de la Teología del Pueblo se diferencia en el modo de resolver el tema de la pobreza que, para el Papa es el diálogo social y político, y de este modo el discurso de Francisco recupera la dignidad de la política y en la política.
La lectura de Francisco por Emilce Cuda parte de la convicción -compartida con otros autores, religiosos o laicos, como Enrique Dussel, filósofo argentino naturalizado mexicano-, de que la moral y la ética son el fundamento de lo político, y no que la política sea funcional a cualquier moral o ética particular (Dussel es Secretario de Educación, Formación y Capacitación Política del partido MORENA).
“El cambio viene de abajo, dice Francisco, y un cambio cultural desde abajo es la propuesta de salida para el tercer milenio. Desde 2015 en su encíclica Laudato Si (Alabado Seas) el Papa Francisco habla de la urgencia de una crisis ecológica y pone en el centro al trabajador, impulsando su organización en movimientos sociales, considerando que el cambio cultural viene desde abajo. La filósofa belga Chantal Mouffe habla de una crisis cultural hegemónica y dice que las organizaciones sociales hoy, ante un escenario despolitizado y apartidario, son las que deben protagonizar el cambio cultural. El economista francés Thomas Piketty, ante una concentración sin precedentes de la renta, considera que el problema está en la percepción de la riqueza como acumulación concentrada de la renta, y también sostiene que la salida es un cambio cultural. Y así muchos otros comparten esta preocupación.
La cuestión es saber dónde está el pueblo (la ultraderecha también dice que representa al “pueblo”). El verdadero pueblo pobre hoy se caracteriza por la falta de trabajo digno para todos-, está desorganizado sindical y partidariamente, y articulado discursivamente en el movimiento anti-establishment de resistencia, tal como lo explican Mouffe y Laclau, y ya es su preocupación principal la búsqueda de la unidad nacional. Como señalaba Laclau la demanda popular, y no la idea, pasa a ser la unidad de análisis político, porque allí, en la demanda, hoy aparece el pueblo, un pueblo que no se equivoca (¿será mera coincidencia si le suena al “pueblo sabio y bueno” del que habla López Obrador?).
Es importante saber la verdad sobre la que el pueblo juzga. Por ese motivo el Papa Francisco habla del poder de los medios de comunicación, asociados al poder judicial, en contra de los intereses genuinos del pueblo trabajador (Francisco, 4 de junio de 2019). Cuando lo que se exhibe como bueno, bello y verdadero es el capital, el dinero usurpa la capacidad de representación universal desplazando a la representación política. Esa capacidad de representación universal del profano dinero lo sacraliza y, en consecuencia, legitima la corrupción, lo cual lleva a Francisco a decir“corrupción” no es lo mismo que pecado. Mientras que el pecador es consciente del acto malo -es decir que se avergüenza, lo esconde, y trata de no repetirlo, aunque cae en la tentación-, el corrupto cree que su acto malo es bueno, se enorgullece de este, lo exhibe, y busca reconocimiento (como, agregó yo, algunos de los hoy llamados influencers).
En fin, esta es una invitación a leer al Papa Francisco, desde la reflexión de su ahora Comisionada, bien calificada para hacer llegar el aporte de la actual Teología del Pueblo Pobre, representada por Francisco, que busca iniciar una “conversión comunitaria” mediante la organización en los movimientos populares (Papa Francisco, 4 de junio 2019), cuyo fundamento teológico está en la encíclica Laudato Si.
La preocupación es cómo lograr la organización del mundo popular subalterno que esté en condiciones de estructurar, no sobre la base de la fuerza, sino sobre el consenso, desde abajo, de una voluntad popular capaz de enfrentarse con éxito con la hegemonía de las clases dominantes.