Por Jesús Delgado Guerrero
Arbitrario y concluyente cuestionamiento (anti-socrático, es decir, nada profundo, por evidente) respecto de una contienda electoral en suelos mexiquenses, cuyo desenlace anticipa la configuración del relevo de vetustos colores por unos nuevos, aunque ya un poco desteñidos: o de plano en la coalición PRI-PAN-PRD-NA no saben rezar o, peor, simplemente Dios no le va a la alianza “Vamos por el Estado de México”.
Expresado en términos boxísticos, se supone que después del debate a Delfina Gómez Álvarez, candidata de Morena- PT- PVEM, Delfina Gómez Álvarez, tendrían que haberle aplicado toda la cuenta de protección y bajado del ring en la peores condiciones, pero resultó que no fue así, sino todo lo contrario. ¿Por qué?
Según lo presenciado en las pantallas, la abanderada del PRI, Alejandra del Moral Vela (quien había prometido que iba noquear en el encuentro), ciertamente lanzó una serie de mandobles con el clásico instinto asesino de un “fajador” sobre el ring (con una estrategia sacada, quizás, de los manuales de Atila: todo para adelante, no dar cuartel, las espadas balanceándose todo el tiempo hasta no quedar cabezas y no tomar prisioneros). Así estuvo persiguiendo a su oponente por todo el ensogado, buscando que cayera de cara hacia las lámparas.
Una serie de “derechazos”, cruzados, uppercuts, volados y hasta injuriosos e “ilegales” “rabbit punches” (golpes de conejo), golpes en la zona baja y piquetes de ojo, además de rodillazos y codazos y, en suma, todo el repertorio puesto en práctica (y por ahí, con alguna ayudadita de la tercera en discordia que, olvidado cualquier protocolo de moderación, también se lanzó contra Delfina Gómez).
Pero nada de eso se vio reflejado en los resultados desmoscópicos pues, finalmente, Gómez Álvarez estuvo muy estilista, “picando como avispa y volando como mariposa”, conforme al canon del gran Mohammad Alí, (antes Cassius Clay) o, para decirlo en la jerga más simple del llamado “arte de fistiana”, estuvo “dando bola”, esquivando y aguantando metralla.
“Y verasme quedar más sano que una manzana”, le dijo Don Quijote a Sancho Panza, al confiarle la receta para reponerse de cualquier dolencia tras una pendencia agresiva: la ingesta del maravilloso “Bálsamo de Fierabras”, esa pócima que todo lo cura y permite continuar el camino (así Delfina Gómez después del encuentro y su posterior andar en la campaña, prometiendo “desfacer entuertos, socorrer viudas y menesterosos”, además de víctimas de feminicidios y desaparecidas, incluidas familias).
La razón fue más que obvia: de nueva cuenta Alejandra del Moral aplicó la estrategia y el mismo guión que desde hace al menos dos años y medio han seguido los adversarios de la maestra y que, en vez de “noquearla”, le han dado el impulso necesario para colocarla en lo alto de las preferencias electorales (se “crece ante el castigo”) confirmando, por enésima ocasión, que nada encanta más a la gente que estar del lado de las “víctimas”, y eso es lo que han hecho con la ex alcaldesa texcocana en los últimos años, y más en el debate.
Apostar todo a un sólo y mismo golpe ha sido el error, más cuando se ha topado con una mandíbula tan probadamente resistente como la de la ex senadora morenista.
Total, que a los estrategas de Alejandra del Moral y a la candidata misma “les hizo falta ver más bax”, y un poco más de cerebro para diseñar una estrategia distinta y eficaz.
Por eso, como ya se dijo, Delfina Gómez se ha dedicado “a dar bola”, a bailar en el cuadrilátero sobre las puntas de las zapatillas (“Ricardo “Finito” López -y también otro “López”, claro- o el estadounidense Floyd Mayweather Jr. debieron haber inspirado a su esquina).
Los que algo saben del deporte de las “orejas de coliflor” aseguran que el boxeo es el arte de la defensa, y en este caso eludir (ignorar) los “bombazos” no pudo resultar más efectivo, esto además de soltar las manos de cuando en vez para ganar puntos en las tarjetas de “los jueces” (el público). En el debate político sucede algo semejante.
Por ejemplo, en uno de los momentos culminantes del encuentro, la ex titular de la SEP tuvo tiempo no sólo para lucir su bien sincronizado juego de piernas, sino para repartir rectos a la mandíbula tanto a la moderadora Ana Paula Ordorica como a la abanderada Alejandra del Moral con el tema de los pueblos originarios y, ya “enfadada”, como dijo, remató con sendos ganchos de izquierda a la zona hepática (un vil gancho al hígado, pues), de esos que suelen dejar piernas sin fuerzas y sin aliento a los adversarios: “No debería de darnos risa. Debería de dar vergüenza, porque los pueblos originarios, y pareciera que estamos hablando de otro mundo, cuando están aquí y existen. Y eso si me enfada, y les pido respeto para ellos, porque ustedes los han utilizado”, soltó .
Luego del debate, Delfina Gómez expresaría, tal vez, que está lista para lo que sigue. (Después de todo, encuestas más o menos serias suponen que está muy arriba en las tarjetas, anticipando una clara derrota del PRI por más de dos dígitos, es decir, “una amplia repasada”). Y haciendo suyas las palabras del ex boxeador y ex comisionado de la Ciudad de México, Tomás Castillo Vázquez, la maestra afirmaría: “Todo se lo debo a manager” (no al “Finito López, sino al “otro Lopez”, una frase que, por cierto, dedicó aquél en homenaje a su mentor Arturo “Cuyo” Hernández, a la cual luego Raúl “Ratón” Macías le agregó: “y a la Virgen de Guadalupe”).
Mientras, la abanderada de Va por el Estado de Mexico y sus estrategas están a la espera de la realización de un segundo debate para ver si se produce “un milagro” (esto si Gómez Álvarez acepta, y nada más por no dejar) y quizás conectar “un golpe de poder” (¿remember Julio César Chávez vs. Meldrick Taylor en legendario choque?) para lograr revertir la situación.
Pero a estas alturas y como se dice en el ambiente del boxeo cuando uno de los contrincantes está siendo ampliamente superado: “ya ni noqueando gana”. Ya se dirá.