Los Sonámbulos, Opinión

Los Sonámbulos/Edomex: de la crueldad del “tanteómetro reloaded”/Jesús Delgado Guerrero

Los Sonámbulos

 Por Jesús Delgado Guerrero

El proceso electoral para renovar la gubernatura en el Estado de Mexico oficialmente todavía no se inicia, pero ya todos están en los arrancaderos buscando llegar a la primera curva.

Encuestas por aquí, sondeos por allá, “filtraciones” más para allá… no hay día en que los suspirantes no pretendan colocarse para atraer reflectores con cualquier cosa, por mínima que sea, alimentando incluso toda suerte de “especies” y abiertas fake news, al tamaño de sus ilusiones.

La política suele ser muy cruel, y más con quienes creen que, en efecto, están inmersos en ejercicios democráticos, calificados incluso de inéditos.

Pues bien, el caso es que este proceso de “selección democrática” reúne todos los ingredientes del viejo poema del vate argentino José Sebastián Tallon, el famoso “Sapito Glo Glo”: todos lo escuchan y saben que ahí está, (otra cosa es que no se quiera escucharlo ni verlo, quizás para no entrar en tempranera depresión ni desanimar a los simpatizantes).

“¿Vivirá en la chimenea? ¿Dónde diablos se escondió? ¿Dónde canta cuando llueve el sapito glo…glo…glo?/¿Vive acaso en la azotea?¿Se ha metido en un rincón?¿Está abajo de la cama?¿Vive oculto en una flor?

Nadie sabe dónde vive, nadie en la casa lo vio. Pero todos escuchamos cuando llueve: glo…glo…glo…”, reza el poema (de corte infantil, por cierto).

Y es que desde el viejo PRI de Jesús Reyes Heroles, renovado en diversas expresiones políticas actuales, se sabe del famoso “tanteómetro” para ir “calentando brazo” de cara a las elecciones y de alguna manera medir pasiones y calenturas de los “suspirantes”, lo que de acuerdo con la historia, se puede considerar como un elegante y eficaz método para encubrir decisiones ya tomadas.

Así las “encuestas” y otros ejercicios demoscópicos que, por más que se ha intentado, no ocultan lo que se viene horneando desde los verdaderos  espacios de poder: las decisiones tanteométricas de los jefes políticos de los bandos  (las que realmente pesan).

En tales condiciones y parafraseando a un panista de respetable memoria, Manuel Gómez Morin, “que no haya ilusos, para que no haya desilusionados”.

Porque en un caso todas las evidencias refieren que se junta la popularidad con las inclinaciones del elector mayor, de modo que, en teoría y si los mecanismos del nuevo tanteómetro” no enfrentan respingos, habrá pocos brincos que sortear, aunque ya se sabe que esto de las pasiones políticas, una vez desatados los egos, suelen ofrecer algunos  berrinches y amagos por lo que consideran “desconocimiento de supuestos méritos”.

Administrar las pasiones políticas en condiciones “normales”, es decir, cuando hay cierto nivel de equilibrio entre los antagonistas, ya es complicado, y en este caso resta ver qué se hará en las actuales, donde todo apunta a un cambio de colores en este importante reducto, de los pocos que le quedan al ex partido, lo cual ha enfebrecido al más templado.

En el otro bando se dice que se deshoja la margarita entre los integrantes de la familia que domina (casi desde mediados del siglo pasado, siguiendo la nepótica doctrina de Isidro Fabela Álfaro, líder moral del Grupo Atlacomulco) el escenario político en el Estado de México para ver con cuál carta (femenina) van a jugar.

Pero el actual jefe político también ya hizo su apuesta y no se ve que quiera modificar nada; de hecho, el reciente cambio en la Secretaría General de Gobierno de la entidad es una especie de “no se hagan bolas”, con el añadido además de que el sustituido no levantaba ni sospechas en sus giras regionales.

Y ese mensaje incluye a los desplantes de los aliados que andan como ajonjolí de todos los moles, sin ningún trabajo ni propuesta relevante que permita “venderlos” pero que, según sus encuestas, son los más populares y los únicos capaces de enfrentar el oleaje guinda.

En fin, que muchos están escuchando y hasta viendo al “sapito glo glo”, mientras el “tanteómetro reloaled” cumple, como en los viejos tiempos y con su gran carga de crueldad, su función, dando bola, como se dice en la jerga boxística, antes del anuncio oficial.