Los Sonámbulos, Opinión

Los Sonámbulos/Edomex: ¿el fin del humorismo?/Jesús Delgado Guerrero

Los Sonámbulos

Por Jesús Delgado Guerrero

En el Estado de México ya es una tradición tratar de alcanzar la inmortalidad no tanto por las obras que se realicen, sino simplemente  procurándose los medios para permanecer con vida el tiempo suficiente para, finalmente, fatigarse y darse cuenta que “lo grave de la eternidad es que no termina nunca”, como supuso cierto escritor (muy a la Woody Allen: la inmortalidad sólo se alcanza… ¡no muriéndose!).

Cualquiera estaría fastidiado de repetir, repetir, repetir y repetir repetidamente lo que ya se repitió en anteriores repeticiones, pero el caso se repite con toda seguridad hasta la siguiente repetición: mientras el gobierno finge que está rindiendo cuentas y diciendo la verdad, muchos ciudadanos fingen que le creen.

Es el juego en donde incluso alguien podría sentirse ofendido por lo que se dijo en determinado espacio de la vida pública, pero sin preguntarse siquiera qué fue exactamente lo que se pensó (hay sin duda pensamientos más “enérgicos y funestos” que los sobados recordatorios familiares con cargo a La Malinche).

Así transcurrió la Glosa (explicación) al Quinto Informe de Gobierno en las mal llamadas “comparecencias”, un término muy usado en la jerga del derecho que, entre otras cosas, sugiere la presencia de un individuo ante un poder o un organismo público, justo para ofrecer explicaciones de determinado asunto.

Pues bien, lo oropelesco de los acontecimientos no eliminó la chunga en este torneo de exposiciones y sus respectivos gestos que, de no ser por la solemnidad de los actores, supondría un alegre y hasta excitado intercambio de puntos de vista, adornado con fugaces señalamientos de  supuestos latrocinios y otros desvíos (con los respectivos silencios de quienes, en teoría, desfilaron en tribuna con la obligación de ofrecer una explicación), para darle así un sesgo de mayor gravedad a toda la parafernalia.

Esto ya se ha visto en otras ocasiones, especialmente en los últimos años, a partir de que el partido político que domina el Ejecutivo perdió la mayoría de curules en el Congreso local.

¿Algún servidor público “compareció” realmente ante otro poder, en este caso el Legislativo?

Más que una Glosa en términos legislativos, es decir,  el análisis político, jurídico y económico de la voluminosa nota informativa del gobernador pasada por Informe no de Gobierno, sino de resultados para intentar verse más apantallador (el humorismo agoniza ante los lances políticos, muy gachos ciertamente), y todo quedó en una serie de revelaciones, falsedades, encubrimientos, incompetencias; más falsedades y más ineficiencias, con el infaltable coro edulcorado, pero nada de responder a episodios de un hedor insoportable en el actual gobierno estatal, y menos hablar de aplicar sanciones.

Algunos ejemplos, entre muchos: ¿qué pasó con ese cuerpo policiaco auxiliar llamado Cusaem? Nada. Los beneficiarios siguen y seguirán ahí, colgados de los servicios públicos pagados por los trabajadores y contribuyentes, sin aportar nada al ISSEMyM.

Otro: ¿pagó el gobierno del Estado su deuda con el ISSEMyM? Cerca de 2 mil millones de pesos están volando, sin que nadie diga ni explique nada.

Más: ¿qué clase de invitación se hizo para contratar una deuda por 3 mil millones de pesos con una firma casabolsera (Monex) que, por mera casualidad, estuvo vinculada al fondeo ilegal de la campaña del candidato y después presidente Enrique Peña Nieto?

Además, nadie respondió por los diez hospitales inconclusos, mientras otros capítulos igualmente sólo brillaron por su silencio y opacidad: la concesión del Circuito Exterior Mexiquense (CEM) que se otorgó casi a perpetuidad a la firma Aleática (antes OHL).

Y como esos, varios episodios más, a los cuales se agregaron, sólo como parte del guión, las inflamadas denuncias en los rubros de inseguridad y  la actuación impune del crimen organizado en todo el territorio.

El actual gobierno estatal va a pasar a la inmortalidad no por sus obras, sino sólo mientras concluye el sexenio (y quizás trascienda ante un eventual cambio de partido en el gobierno); pero se han dado situaciones que deberían tener consecuencias, como las mencionadas y otras, incluso con responsabilidades legales (sólo así podría tal vez lograrse algún espacio en la eternidad, con lo grave que resulta en condiciones “normales”, cuantimás en las vigentes pues por lo demás, poco o nada qué decir).

Lamentablemente no se ve que esto vaya a suceder porque la próxima elección estatal sepultó cualquier intento de obtener respuestas y perfilar algunas acciones correctivas, que eso sí sería, literalmente, glosar. 

Las comparecencias no resultaron otra cosa que actos anticipados de campaña, con el respectivo atrincheramiento de los bandos, lo que conllevó, nuevamente, al extravío del ejercicio esencial: la obligada rendición de cuentas y la fiscalización a profundidad. Ni una ni otra. (Como diría el clásico: si el gobierno no rinde cuentas, sólo a medias es gobierno).