Por Jesús Delgado Guerrero
Nada distingue mejor a los adictos al capitalismo salvaje que pasar, de un momento a otro, de los cuentos de hadas con sus supuestos paraísos plagados de prosperidad y fortuna, a las fábulas de terror con sus pretendidos inframundos de miseria y pena perpetua.
Todo depende: si se tiene un gobierno en calidad de vigilante trasnochado, casi como oficialía de partes, es el cielo en la tierra (siempre a muy largo plazo, que generalmente nunca llega). Pero si no es así, las trompetas apocalípticas de la economía y las finanzas acompañan el tropel de los infernales jinetes y sus intervencionistas narices.
Con justa razón Franklin D. Roosevetl, ex presidente de Estados Unidos, llegó a calificar a los reaccionarios como “Sonámbulos” que marchan en reversa, y que la democracia está más en riesgo cuando se tolera el crecimiento del poder en manos privadas al punto de ser más fuerte que el mismo estado democrático (¿alguna duda de la democracia de fachada doméstica, cuyo control el poder fáctico económico y financiero se resiste a perder?).
A propósito de la compra del gobierno de la autodenominada Cuarta Transformación de las 13 plantas de generación de energía a la multinacional española Iberdrola, la narrativa neoliberal no podía ser otra: “es la mejor forma de ahuyentar inversiones”, “es una maniobra producto de rancias “ideologías”; se está optando por “energías fósiles”, energías sucias, en vez de “energías limpias” o “renovables”; se está comprando chatarra, puro fierro viejo (y por si fuera poco, caro, casi 6 mil millones de dólares). Los de Iberdrola tuvieron que vender porque fueron víctimas de acoso oficial (¡pobrecitos!).
Además, como no puede ser de otra forma, en este caso incluso se habló de favorecer “monopolios” (el de la CFE, claro) y no de “agentes preponderantes”, como suele encubrir el lenguaje neoliberal a sus ogros concentradores, lo mismo de comunicaciones (televisión, telefónicas), que de cemento, cerveza, cartelización bancaria, etc. Esto, a pesar de que la CFE tendrá 55 por ciento de participación en el mercado, y el resto 45 por ciento está en manos de privados (“soberanía preponderante”, se podría decir, siguiendo la jerga decadente).
También, tanto que apelan al “estado de derecho” (su “estado de derecho”), que apenas mencionan las ilegalidades de Iberdrola por vender energía a sus falsos socios (este fue el “acoso” -multa de 9 mil 145 millones de pesos- que omiten deliberadamente los creyentes del dogma neoliberal) y con ello evitar el pago real de tarifas por el servicio. Así, paga más un hogar que las tiendas de la cadena Oxxo, por ejemplo, e igual estuvo el asunto con Kimberly Clark, Nissan, Cemex, Cementos Apaxco, Axtel, Banco Afirme, Bacardí Compañía, Bayer de México, Bemis Packaging México, Bepensa Bebidas, Bio Pappel, Blackhawk de México, Carrizal Mining, Cebadas y Maltas, entre otras, hasta sumar 497 “socios”.
Eso fue lo que diputados y diputadas del PRI, PAN, PRD y otros votaron a favor cuando rechazaron la reforma propuesta por el actual gobierno: avalaron que continuara el abuso, la simulación del autoabasto para que grandes empresas sigan pagando menos que un consumidor común y siempre con cargo al erario público.
Tanto están en contra de que se ”compre fierro viejo” que hasta hace poco no dudaron en defender y proclamar las bondades de esa misma “chatarra” para impulsar el empleo y las “energías limpias”.
Y tanto están en contra de ideologías que lo primero que hacen es poner la suya al frente (por eso un ex presidente, Felipe Calderón Hinojosa, puede figurar como CEO en una de las filiales de Iberdrola, esto como parte de la ideología neoliberal del tristemente célebre “sillón giratorio”: hoy eres servidor público, me beneficias desde tu cargo y, como recompensa, mañana formas parte de la compañía, como ha sucedido también con el ex presidente Ernesto Zedillo y los ferrocarriles, y otros ex servidores públicos).
Total, que los muy desprestigiados cuentos de hadas neoliberales toparon con su propia pesadilla (la intervención del gobierno), pero en este y otros casos similares la actuación se deriva no precisamente de una “rancia ideología”, que es así como consideran la soberanía de un país, sino más bien del freno al agandalle de una ideología, esa sí rancia, que sigue creyendo en el mito canónico de los mercados eficientes (una tontería de tantas), cuando los desastres se suceden uno tras otro en todos los terrenos (se está viendo nuevamente con las finanzas timadoras de Silicon Valley Bank, Credit Suisse y otros).
Lo frustraste para los creyentes del evangelio neoliberal no es que Iberdrola haya vendido, doblado las manos y “entendido” cuál es la política en materia de energéticos por parte del gobierno, sino que el diseño homicida gradualmente ejecutado contra la industria eléctrica nacional para desmantelarla y así poder rematarla a precio de tianguis (como sucedió con Telmex, por ejemplo), incluso con “préstamos” y subsidios del gobierno a “inversionistas”, se ha estado cayendo a pedazos (igual que la trama entreguista de la industria petrolera).
Ese es el verdadero enfado. Casi 40 años de remate de bienes nacionales, previo desmantelamiento para depreciarlos, de confección de leyes al gusto con sobornos de por medio (en el caso de la reforma energética para “privatizar” la joya de la corona”), para que al final se queden con un palmo de narices.
Ya se verá qué tanto beneficiará al país esta acción del gobierno federal, y de mientras es de esperar que no se cumpla el viejo estigma de actuar como un mal empresario y un peor patrón, sobre todo porque 45 por ciento de la producción de energía eléctrica está en manos privadas y esto ya constituye un acicate, es decir, “la soberanía preponderante” tiene competencia y más le vale aplicarse.