Los Sonámbulos, Opinión

Los Sonámbulos/Sheinbaum y los “espíritus animales”/Jesús Delgado Guerrero

Sonámbulos

Por Jesús Delgado Guerrero

Apenas se conocieron los resultados de la elección presidencial y de la probable conformación del Congreso de la Unión, en la que Morena dispondría de la cantidad suficiente de integrantes para realizar modificaciones a la Constitución, con o sin la oposición, y los especuladores financieros, tanto foráneos como domésticos, actuaron como saben hacer: de la manera más irracional y con el amago de profundizar su histeria.

Así es como deben leerse los nada amistosos “avisos”, amplificados mediante los órganos de fonación correspondientes (medios especializados, agencias calificadoras y otros) sobre la depreciación del peso frente al dólar y la caída en la Bolsa de Valores un día después de los comicios.

La economía casinera, pues, no está dispuesta a que haya controles para frenar sus apetitos de lucro a cualquier precio ni sus impulsos ludopatas, menos otras intenciones que puedan poner en riesgo sus privilegios, sobre todo, no pagar impuestos conforme a sus ganancias.

¿Qué es lo que piden estos “Animal Spirits”? “Continuidad”, es decir, que no se mueva nada, que sigan las cosas como están, “que se respete el Estado de Derecho”, esto es, “su Estado de Derecho”: no cobro de impuestos a las grandes fortunas ni a las transacciones financieras que, claro, hasta ahora permiten la especulación a mansalva del peso, ya sea a favor o en contra.

Ciertamente nadie esperaba un triunfo tan aplastante ni de Claudia Sheinbaum ni de Morena y sus aliados, a grado tal que pueda controlar la Cámara de Diputados y la de Senadores, teniendo la facultad de aprobar, sin la oposición, cualquier reforma constitucional. Esa es la verdadera preocupación de los “Animal Spirits”, no tanto la llegada de Sheinbaum al poder.

Sin duda en toda democracia deben existir contrapesos y para desgracia de nuestros país, se carece de una oposición digna de ser llamada así. Su intoxicación ideológica (neoliberalismo a utranza) no alcanza para más pero insisten en ello, a pesar de otro gran golpe en su contra en las urnas.

Pero esos contrapesos son justo los que no se piden para la irracionalidad económica y financiera al amparo de la alcahueta “libertad de mercado”, de que no deben existir controles, de que pagar más impuestos inhibe la inversión y escamotea la generación de riqueza y de empleos y otras gastadas cantaletas demostradamente falsas.

Ahora bien, desde sus actividades de campaña Sheinbaum envió el mensaje: le gustaría que Rogelio Ramírez de la O se quedara en la Secretaría de Hacienda (un perfil más o menos conservador que se ha manifestado en contra de aumentar o crear nuevos impuestos, endulzándole el oido a los propietarios de las grandes fortunas) y hasta se lo pidió.

No fue suficiente, según los resultados de la histeria casalbosera y especulativa del lunes, incluido el lance del presidente Andrés Manuel López Obrador que ese día por la mañana anticipó que Rogelio Ramírez se quedaría en Hacienda y horas más tarde, la propia Sheinbaum lo confirmaría y hasta el propio funcionario anunció un mensaje para el martes.

Hay que dar “tranquilidad a los especuladores, pues, y decirles que podrán seguir jugando en contra o a favor del peso sin pagar un peso de impuestos, y que podrán seguir apostando en la bolsa, sin pagar más impuestos y sin más restricción que la que su irracionalidad les permita.

Por supuesto, eso no debe seguir más pues si algún sector requiere de controles al tamaño de su histeria es la economía de casino, a las finanzas casabolseras.

John M. Keynes, espíritu animal él también, había anticipado la “eutanasia del rentista” cortoplacero (especulador, una variante del fogoso espíritu de optimismo espontáneo o “Animal Spirits”, según el economista británico), una profecía tan fallida como muchas otras de célebres economistas.

Pero antes de que eso llegara a suceder, aconsejó “La implantación de un impuesto fuerte sobre todas las operaciones de compraventa (que) podría ser la mejor forma disponible de mitigar el predominio de la especulación…”

¿Qué sucedería si a las transacciones financieras, en este caso las  operaciones de compraventa de pesos, las carretadas que se hacen para hacerlo subir o bajar, tuvieran un fuerte impuesto? ¿Los especuladores cortoplaceros actuarían con tanta libertad? Y lo mismo habría que preguntarse respecto de las operaciones casabolseras.

No es un asunto de métodos matemáticos o sofisticados modelos estadísticos o econométricos, tampoco del mal llamado “fallo del mercado” (en realidad término encubridor de fraudes y timos), sino de simples pero peligrosos impulsos humanos, la sicología más oscura y dañina para la economía y las finanzas, como ha quedado demostrado una y otra vez a lo largo de la historia.

Habrá que ver cómo se actúa en este asunto y hasta dónde el gobierno, legítimamente electo, permite que le escamoteen las intenciones transformadoras en materia económica y financiera, que tanta falta hacen para corregir todas las deformaciones originadas por la especulación y el conservadurismo fiscal.