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Megacapitalistas inquietos en Davos discuten si la Tierra es plana o si el mundo actual es puntiagudo/Javier Ortiz de Montellano

Megacapitalistas

Por Javier Ortiz de Montellano 

El libro del sociólogo Peter Phillips: Megacapitalistas. La élite que domina el dinero y el mundo, publicado en español en febrero de 2020, justo unos días antes de que se declarara oficialmente la pandemia del Covid-19, sigue la senda iniciada en 1956 por el sociólogo Charles Wright Mills, con su obra La élite del poder, reconocida por haber estudiado la estructura de poder en los Estados Unidos. La novela “La muerte de Artemio Cruz” (publicada en 1962, año en que murió Wright Mills), del escritor mexicano Carlos Fuentes está dedicada “a Charles Wright Mills, verdadera voz de Norteamérica, amigo y compañero en la lucha de Latinoamérica”.

Mills definía a la élite del poder en 1956 como aquellos «que deciden todo lo que tiene importantes consecuencias.» Sesenta y siete años después, las élites del poder se han globalizado, y aunque se les cuestiona cada vez más, intentan decidir todo mediante las instituciones que han creado para facilitar la preservación y la protección de la inversión de su capital en todo el mundo. 

Al igual que Mills, Phillips quiere concientizarnos sobre las redes de poder que condicionan nuestras vidas y nuestra sociedad global. Así, cada capítulo en Megacapitalistas. La élite que domina el dinero y el mundo, identifica por nombre y apellido a los miembros de este club internacional de multimillonarios.

Y la crema y nata de esas élites se reúne anualmente desde 1971 en el pico de una montaña en Davos, en los Alpes suizos, para asistir al nombrado arrogantemente World Economic Forum (Foro Económico Mundial) que convoca su creador un economista llamado Klaus Schwab, miembro del Consejo de Administración del Club Bilderberg, cuyo nombre procede del hotel en el que tuvo lugar la primera reunión, en los Países Bajos (el Club, conferencia, grupo o foro Bilderberg es una reunión anual a la que asisten aproximadamente las 130 personas más influyentes del mundo, mediante invitación. Los miembros de este grupo acusado de conspirar para imponer un gobierno mundial, se reúnen en complejos de lujo ubicados donde la prensa no tiene ningún tipo de acceso, y sus oficinas están en Leiden, Países Bajos).

La Tierra es Redonda

En 2005, cuando Thomas L. Friedman publicó The World Is Flat: A Brief History Of The Twenty-First Century (La Tierra es plana: breve historia del mundo globalizado del siglo XXI”) todavía muchas  personas veían  la “globalización” como el proceso de nivelar el campo de juego económico, igualando las condiciones necesarias para un dinámico desarrollo similar al de los actuales centros privilegiados de actividad productiva.

Muchos lo veían así como el camino del futuro, con cada vez más personas interconectadas que nunca. Esta interconexión impulsaría  entonces nuevas formas de cooperación e innovación. Más oportunidades para más personas en cualquier parte del mundo, gracias a la creciente conectividad.

Por otra parte, ya algunos lo veían como un mundo ciertamente cada vez más interconectado, pero “puntiagudo”, es decir, caracterizado por una creciente desigualdad en donde sólo prosperaban unos cuantos lugares o “picos”, mientras la mayoría de la población mundial se estancaba o incluso retrocedía en los “valles”, metáforas tomadas de la geografía, pero aplicadas por Richard Florida, profesor de la Universidad de Toronto, en una reseña que hizo del trabajo de Friedman en la que contrarrestó la idea del mundo aplanado al decir que el mundo es bastante “puntiagudo “, lleno  de disparidades económicas.

El profesor Florida argumentaba, como lo hicieron antes y después de él otros intelectuales o economistas destacados como Chomsky, Piketty, Stiglitz, etc., que la globalización estaba creando aún más desigualdad de la que jamás se había visto en la historia. Los países ricos e industrializados se estaban volviendo más ricos como resultado de la interconexión, mientras que las naciones en desarrollo sufrían aún más sin lograr salir de la pobreza. Y dentro de esos países, unos pocos ultramillonarios se enriquecían exorbitantemente y escandalosamente con las crisis, guerras  y recesiones económicas, y aún con la actual pandemia, mientras las mayorías se empobrecen a ritmo acelerado.

¿Cómo es el mundo actual: plano o puntiagudo? 

Hoy, la tendencia a la fragmentación del mundo que empuja a la reversión de la globalización es no sólo un tema controvertido sino una realidad en curso. 

El debate sobre cuánto se estaba beneficiando el mundo del aumento de la globalización se ha agudizado, especialmente desde el desacople que provocó en la economía mundial la Gran Recesión de 2008-2009, intensificado por la política de Trump contra la “ideología del globalismo”, al que opuso su lema de “Estados Unidos primero” y en la práctica declarando su rivalidad comercial con China y desconociendo importantes acuerdos internacionales.

Luego vino la pandemia que provocó una mayor desconexión comercial aunque intensificó la conectividad digital en el mundo, utilizando computadoras, correo electrónico, redes, teleconferencias y nuevo software dinámico. Por ello, Friedman equipara globalización con conectividad y sigue viendo esto como un “aplanamiento” del mundo, ya que el campo de juego global según él se nivela para incluir más aportes y contribuciones de naciones fuera del “Occidente industrializado”.

Hoy es posible que más personas que nunca colaboren y compitan en tiempo real con más personas en más tipos diferentes de trabajo desde más rincones diferentes del planeta y en igualdad de condiciones que en cualquier momento anterior de la historia. Esto es lo que significa para Friedman el aplanamiento del mundo, que están conectados todos los centros de conocimiento del planeta en una sola red global, si otros factores no se interponen en el camino. Pero como veremos hay factores geopolíticos que se interponen en la globalización económica, como los conflictos bélicos y los fenómenos climáticos y biológicos, destacadamente la pandemia del Covid. 

El mundo es puntiagudo

Si bien la teoría de Friedman es interesante, como señalamos el libro recibió muchas críticas tanto de los economistas del mundo industrializado como de los defensores del mundo supuestamente en desarrollo. 

“El mundo, sostiene Friedman, sigue siendo plano. Gracias a los avances tecnológicos, el campo de juego global se ha nivelado, los premios están ahí para tomarlos y todos son jugadores, sin importar en qué parte de la superficie de la tierra residan. ‘En un mundo plano’, escribía Friedman, ‘puedes innovar sin tener que emigrar…’ (lo que no explica las enormes migraciones actuales). 

Pero el profesor Florida añade que en casi cualquier medida, el panorama económico internacional no es nada plano. Por el contrario, nuestro mundo es sorprendentemente “puntiagudo”, desigual. En términos de pura potencia económica e innovación de vanguardia, sorprendentemente pocas regiones realmente importan en la economía global actual. Además, los picos más altos, las ciudades y regiones que impulsan la economía mundial, están creciendo cada vez más, mientras que las “planicies o valles” en su mayoría languidecen.

El desafío más obvio a la hipótesis del mundo plano es el crecimiento explosivo de las ciudades en todo el mundo. Cada vez más personas se agrupan en áreas urbanas. La proporción de la población mundial que vivía en áreas urbanas, solo el tres por ciento en 1800, era casi el 30 por ciento en 1950. Hoy se sitúa en alrededor del 50 por ciento; en los países avanzados tres de cada cuatro personas viven en áreas urbanas…

Aún así, las diferencias en la densidad de población subestiman enormemente los picos de la economía global; el predominio continuo de las áreas urbanas más productivas del mundo es asombroso. Cuando se trata de la producción económica real, las diez áreas metropolitanas más grandes de los EE. UU. combinadas están sólo detrás de los Estados Unidos en su conjunto y Japón. La economía de Nueva York por sí sola es del tamaño de la de Rusia o Brasil, y la de Chicago está a la par con la de Suecia…

Pero la teoría del mundo plano nos ciega a tensiones mucho más peligrosas entre los picos crecientes, los valles que se hunden y las colinas cambiantes del mundo. Las regiones innovadoras que atraen talento parecen estar cada vez más alejadas de las regiones que exportan talento. Y la desigualdad está creciendo en todo el mundo y dentro de los países. Más aun, unos cuantos Ultra Ricos concentran de tal modo la riqueza que esto es mucho más perturbador que el mundo plano que describe Friedman, y mucho más ominoso que la antigua división entre ricos y pobres. Vemos sus efectos en la creciente reacción política contra la globalización en el mundo “avanzado”, no se diga en el subdesarrollado.

Sostiene Florida que “El proyecto de globalización corporativa es un proyecto para polarizar y dividir a las personas, a lo largo del eje de la clase y la desigualdad económica, el eje de la religión y la cultura, el eje del género, el eje de las geografías y las regiones. Nunca antes en la historia humana la brecha entre los que trabajan y los que acumulan riquezas sin trabajo ha sido mayor, nunca antes el odio entre culturas había sido tan global…”

Sin embargo, Thomas Friedman insiste en describir este mundo profundamente dividido creado por la globalización y sus múltiples herencias de inseguridad y polarización como un mundo ‘plano’. Friedman trata desesperadamente de argumentar que la globalización nivela las desigualdades en las sociedades, pero él sólo mira la red mundial de tecnología de la información y se niega a mirar las otras redes, las de la vida, la alimenticia, la red de la comunidad, de las economías y culturas locales que la globalización está destruyendo. 

Y eso sin considerar el desacople económico que trajo la pandemia y el conflicto entre Rusia y Ucrania, en que ambos contendientes están usando mercenarios, y que por el momento se ha convertido en una guerra proxy entre la OTAN y Rusia, que puede escalar si no se resuelve (una guerra “proxy” ocurre cuando un estado combate a otro estado, pero en lugar de usar sus propias fuerzas militares emplea las fuerzas de otro, que puede ser otro estado, una milicia, mercenarios o señores de la guerra).

Entonces, ¿el mundo se está aplanando o es puntiagudo?  Si es Un Mundo Plano, crecientemente conectado pero tremendamente desigual…por eso mismo se ha vuelto muy peligroso. Y si se ha fragmentado y son varios Mundos, entonces la desconexión no deja de hacerlo igualmente peligroso. 

¿Servirá de algo lo tratado en la más reciente reunión de los ultramillonarios en Davos, donde el tema principal de la Agenda fue la “Cooperación en un Mundo Fragmentado”?