Especiales, Opinión

México: Improvisación y simulación en el TLCAN y el T-MEC/Arnulfo R. Gómez

Variables T-MEC

Por Arnulfo R. Gómez (Catedrático comercio exterior)

Ellos se ríen de mi porque soy diferente

Yo me río de ellos porque todos son igualitos

Anónimo

Durante los 31 años de vigencia del TLCAN y el T-MEC, ninguno de sus objetivos generales se ha logrado, situación que ha impedido la integración comercial y productiva regional propuesta en dichos Tratados con el fin último de crear mayor valor, empleos y bienestar en nuestro territorio; al contrario, se ha tenido que recurrir a creciente importación de insumos para poder proveer bienes finales a Canadá y EEUU.

Esto ha generado decreciente valor agregado en territorio mexicano, situación que también ha incidido grandemente en la creación de menor valor en la región pues, México no pudo asumir el papel de socio estratégico que Canadá y EEUU le concedieron durante las negociaciones del TLCAN, lo que se manifiesta claramente en la menor participación del PIB Total de los tres países en el PIB Mundial mismo que, en el periodo 2000/2024, se redujo de 34.04% a 29.89%, así como en la proporción del comercio exterior de la región pues, sus exportaciones cayeron de 18.99% a 13.38%, en tanto que las importaciones lo hicieron de 25.06% a 18.01%

En el mismo periodo, el PIB de Canadá, de EEUU y de México cayó de 2.27%, 30.70% y 1.97% a solo 2.01%, 26.13% y 1.70%, respectivamente. 

En el caso de México, la maquila, que era un elemento básico para desarrollar un proceso de industrialización, se redujo a un decreto marco que regula a esta industria de manera genérica, pero, nunca se pensó en una estrategia y el diseño de programas complementarios serios, inteligentes y consistentes que permitieran añadir valor en nuestras operaciones de maquila ni prosperar en el desarrollo de ventajas competitivas en este incipiente proceso de industrialización, mismo que resultaba idealmente complementario de la estructura industrial de nuestros socios.

Las reformas estructurales realizadas en México a finales de los 80’s y principios de los 90’s, nos hicieron muy competitivos y eso permitió un enorme dinamismo en la economía y en las exportaciones mexicanas en el periodo 1994/2000, sin embargo, la ausencia de reformas en este mismo periodo generó que, a partir de 1999, en que habíamos logrado el máximo nivel histórico de competitividad, lo fuéramos perdiendo.

Por esta circunstancia, nuestra industria tampoco ha podido evolucionar adecuadamente añadiendo valor en nuestro territorio y en la región y, mucho peor, México está dejando de ser “un país modelo para realizar labores de maquila” y convertirse en un simple ensamblador.

Esta situación ha sido provocada por la simulación e improvisación que ha caracterizado al comercio exterior mexicano, carente de una estrategia que incluya competitividad, fomento industrial, promoción de las exportaciones e inversión extranjera, con programas, proyectos y políticas realistas pues, en su lugar, se ha adoptado una “política de comercio exterior” basada en un liberalismo dogmático cimentado en una desgravación arancelaria unilateral y en la firma de TLC’s con otros 52 países, lo que ha creado una competencia desleal progresiva que juega en contra la planta productiva mexicana, misma que tiene que enfrentar la rivalidad de bienes más baratos producidos por países con mejores marcos sistémicos que incluyen, entre otros, la disponibilidad de agua, mejor y más barata infraestructura, energía con estándares internacionales y mejores precios, así como una mano de obra mejor capacitada. Así, la integración comercial y productiva que, en los dos primeros años de vigencia del TLCAN se logró, a partir del año 1996 se ha venido reduciendo debido a la baja competitividad de nuestro marco sistémico en el que, la pésima calificación que el Foro Económico Mundial le otorga a las instituciones públicas incide muy negativamente, provocando que numerosos procesos de manufactura que se realizaban en México, así como en Canadá y EEUU, se hayan trasladado fuera de la región, especialmente a países asiáticos.

La consecuencia de esta enorme mediocridad ha generado que, en el periodo 1993/2023, el valor agregado neto mexicano en el proceso de “exportación”, haya disminuido de 58.8% a sólo 38% y que, de acuerdo con los datos de la Secretaría de Economía, el 80.49% de nuestros productos de exportación estén condicionados a la importación de insumos extranjeros.

Sin duda, el nearshoring es una nueva oportunidad que nos presenta la reestructuración que actualmente se está realizando en la economía mundial, sin embargo, habrá que sustituir la terrible simulación e improvisación que ha caracterizado a la política y la promoción de nuestro comercio exterior y la inversión extranjera directa en las tres décadas más recientes, con una estrategia integral realista.