Por Arnulfo R. Gómez (Catedrático Comercio Exterior)

Ellos se ríen de mi porque soy diferente

Yo me río de ellos porque todos son igualitos

Anónimo

En un artículo de Belén Saldívar, del diario El Economista, se hace referencia a la información divulgada por el Banco de México en relación con las remesas que envían los mexicanos que viven en el extranjero, señalando que volvieron a romper un récord en el 2023.

Los datos mostraron que, entre enero y diciembre del año pasado, los connacionales mandaron 63,313 millones de dólares a sus familiares en México, la mayor cifra para un año del que se tiene registro y un crecimiento anual de 7.6% cuando el flujo de remesas también registró un récord.

De acuerdo con analistas, el nuevo histórico es resultado de una resiliencia del mercado laboral de Estados Unidos, de donde proviene más de 90% del dinero que mandan los connacionales.

Sin embargo, la expansión fue menor a la que se observó en el 2022, cuando los flujos de remesas aumentaron 12 por ciento.

Los datos de Banxico mostraron que, durante el 2023, las remesas se enviaron a través de 161 millones de operaciones, con un promedio de 393 dólares.

Comentarios

La forma en que el Gobierno, tradicionalmente presenta la información sobre el envío de remesas, pareciera que es un logro de la política económica nacional, pero, paradójicamente, es un indicador muy claro y preciso de que en nuestro territorio no existen políticas públicas ni las condiciones adecuadas para crear empleos que permitan, a muchos mexicanos, satisfacer sus necesidades con un empleo formal.

Por eso, el incremento enorme de la informalidad, de la delincuencia y, en el caso de las remesas que nos ocupan, refleja la emigración que realizan numerosos mexicanos para lograr un ingreso en otro país, mismo que tienen que compartir con sus familiares en México a fin de que sobrevivan.

Sin duda, este proceso de emigración hacia nuestros Vecinos del Norte representa una sangría de capital humano ya que, en el año 2022, México, con una población activa de más de 60 millones de personas, apenas contaba con 24 millones de empleos formales, de los cuales, 3.1 millones eran de IMMEX, misma cifra que, en el año 2007, correspondía a la suma de las personas que trabajaban bajo este esquema de producción compartida transfronteriza que comprendía a la maquila y los PITEX.

En el mismo año, el empleo informal alcanzó la suma de 35.3 millones de personas y el desempleo a 2.76 millones, de tal manera que el déficit de empleos formales fue de 38.1 millones en nuestro país.

Apuntes finales

La firma del TLCAN era una base muy sólida para resolver numerosos de los problemas de México pues, sus objetivos eran:

• Establecer un área de Libre Comercio en América del Norte, en lo que sería el mercado más grande del mundo, con una población de cerca de 400 millones de personas, lo que generaría un Producto Regional Bruto de más de 9 billones US (1994) mediante la integración comercial y productiva de los tres socios, con mayor valor agregado en la región
• Aprovechar las ventajas comparativas de cada país en la producción compartida
• Incrementar la competitividad en la producción de bienes y servicios en el mercado regional y en el internacional
• Incrementar la captación de mayores flujos de inversión extranjera directa en la región
• Generar empleos y elevar la calidad de vida de la población

En el caso de México, se hizo especial énfasis en que los 4 objetivos iniciales incidirían enormemente en el quinto de ellos pues, la finalidad era crear empleos en la industria manufacturera para que la gente permaneciera en el país, de tal manera que se redujera la necesidad de emigrar hacia EEUU para que pudieran gozar de bienestar.

Al mismo tiempo, se buscaba que México realizara procesos de manufactura que, en EEUU, ya no resultaban rentables y que generarían mayor valor agregado en nuestro territorio.

Desgraciadamente, ninguno de los objetivos se logró pues, México no supo asumir el papel de socio estratégico que le concedieron por la “experiencia adquirida” en la manufactura a través de la maquila y, aunque al entrar en vigor el TLCAN, Mexico era un país muy competitivo por las reformas estructurales realizadas a fines de los 80’s y principios de los 90’s, durante el periodo 1994-2000 no hubo políticas públicas que le permitieran mantener esa ventaja de tal manera que, a partir del año 2001, en que llegó a ser la 8ª economía mundial más importante, fue perdiendo competitividad y su PIB se fue reduciendo hasta caer al 16º lugar en el 2022.

En el mismo periodo, el PIB Per Cápita cayó de la 48ª a la 76ª y si, en el año 2001

nuestro PIB Per Cápita su ubicaba 29% por arriba del PIB Per Cápita Mundial, para el 2022 cayó -26% por debajo del mismo.

A pesar de que BANCOMEXT, organismo encargado de la promoción de las exportaciones y de la inversión extranjera directa tuvo un crecimiento exagerado en el número de funcionarios, mismo que pasó de 132, en 1989, a 737 en 2000, se presentaron enormes deficiencias en la promoción del comercio exterior y la inversión extranjera, mismas que fueron generadas por el desconocimiento que dichos funcionarios tenían de ambas materias.

Esta ignorancia impidió que se diseñara una estrategia orientada al mercado norteamericano, con programas proyectos y políticas públicas realistas que crearan una plataforma exportadora sólida para posicionar a México en el mercado más grande del mundo.

https://vocesmexico.com/opinion/mexico-hace-28-anos-que-le-faltan-tornillos/

En el colmo de la “inocencia”, por la falta de visión y el desarrollo de un proyecto basado en un liberalismo dogmático, se firmaron TLC’s con otros 52 países y se adoptó una desgravación arancelaria unilateral e ilógica que lo único que propició fue la creciente importación de bienes e insumos extranjeros, creando una competencia desleal en contra de la planta productiva nacional, misma que ha tenido que trabajar con un marco sistémico sumamente deficiente, situación que se ha traducido en un déficit comercial creciente y con mayor número de países, así como decreciente generación de valor agregado en nuestro territorio.

Todos estos errores y carencias son el reflejo de las deficiencias, la simulación y la improvisación que ha prevalecido en los 30 años más recientes, en relación con el manejo oficial del comercio exterior de México.

Como consecuencia, la idea plasmada en los objetivos del TLCAN en relación con la creación de mayor número de empleos en nuestro territorio, a fin de evitar la emigración de mexicanos, no ha tenido resultados positivos y, más recientemente,  la idea de invertir miles de millones de pesos en programas sociales para crear “cortinas de desarrollo” que detuvieran la migración forzada de mexicanos a EEUU, tampoco ha tenido mejores resultados y, la migración no ha dejado de crecer con récords históricos en los tres años más recientes.

Sin duda, el destino de los fondos destinados a programas sociales, hubieran tenido un rendimiento más redituable si se hubieran dedicado a proyectos productivos y de infraestructura pues, hubieran generado enorme riqueza y un beneficio social mucho más amplio.

En este momento, resulta preocupante que, con las experiencias registradas en los últimos 6 lustros, el nearshoring, que se presenta como una ambrosía, parece que tampoco tendrá resultados debido a la pésima calidad de las instituciones públicas y la de sus funcionarios -de acuerdo con la calificación que les otorga el Foro Económico Mundial (WEF)- ya que sus enormes deficiencias les impiden diseñar políticas públicas que generen empleos, desarrollo económico y riqueza en nuestro país.