Por Arnulfo R. Gómez
(Catedrático Comercio Internacional)
Muy interesante resulta que Estados Unidos señale que la cumbre tripartita con México y Canadá “reafirmará los fuertes vínculos” entre los tres países, así como su integración y que marcará “una nueva ruta de colaboración” en la agenda prevista para el día 18 de noviembre próximo.
También lo es el hecho de que el Gobierno de Estados Unidos manifestó que, al final de la COVID-19, habrá un gran avance en la seguridad sanitaria, que habrá la posibilidad de un crecimiento competitivo que considere el cambio climático y una visión regional para la migración teniendo como referencia dos premisas:
Fortalecer la asociación pues es esencial para la capacidad de reconstruir mejor, aludiendo al vasto plan de infraestructura y gasto social que Biden impulsa ante el Congreso y
Con respecto a la soberanía de cada uno, un verdadero espíritu de asociación con la invariable visión de que Norteamérica es la región más competitiva y dinámica del mundo.
Al respecto, es importante mencionar que cuando se inició la negociación del TLCAN, la posición competitiva de Mexico era óptima pues, en los 80’s y principios de los 90’s, se habían realizado reformas estructurales que generaron enormes ventajas para nuestro país y para la región.
Esta competitividad, aunada a la complementariedad productiva con Canadá y EEUU, permitió prever un enorme desarrollo de nuestro país y de la región pues, inclusive, ambos países declararon a México socio estratégico debido a la enorme experiencia que había desarrollado en el proceso manufacturero a través de la maquila.
Desgraciadamente, no hubo una estrategia que nos permitiera aprovechar la ventaja manufacturera, las ventajas comparativas que teníamos, ni que se desarrollaron ventajas competitivas para lograr una verdadera integración comercial y productiva con nuestros socios pues, aunque el porcentaje de nuestra exportación destinado al mercado del TLCAN se ha mantenido en niveles altos, la importación procedente de esos países se ha reducido de una manera drástica.
Así, del 77.43% que llegó a constituir el total de nuestra importación procedente de ese mercado, en el año de 1996, este porcentaje se redujo a 45.97% en el año 2020, lo que quiere decir que el supuesto incremento de los intercambios que resulta natural en un proceso de integración no se presentó, debido a la decreciente competitividad del marco sistémico mexicano.
En consecuencia, algunas de las empresas manufactureras de Estados Unidos, que inicialmente vieron a nuestro país como un socio ideal debido a su competitividad, optaron por emigrar al continente asiático, mismo que ofrecía mejores condiciones para la manufactura por mayor competitividad, la alta capacitación de la mano de obra de esa región, la especialización y el uso de tecnologías más avanzadas en relación con México, de tal manera que nuestro país pasó de ser un maquilador a un ensamblador, con creciente importación de bienes e insumos procedentes de Asia, para reexportar a Estados Unidos con reducido y decreciente valor agregado en nuestros envíos al exterior.
Parte importante de este proceso negativo, fue la carencia de una estrategia para lograr un posicionamiento en el mercado del TLCAN y convertirnos en el socio estratégico que deberíamos haber sido, y que Canadá y Estados Unidos necesitaban.
Peor aún, pues nuestros altos funcionarios, en lugar de aprovechar adecuadamente las ventajas comparativas, emprendieron una diversificación de nuestro comercio exterior, totalmente ilógica, alocada y sin bases reales, que se ha traducido en enormes regresiones en materia de competitividad, de nuestro comercio exterior y en el desarrollo del país.
Esta situación también ha afectado a la región, misma que, del 2001 al 2020 perdió enorme participación en la generación de riqueza mundial al caer de 35.89% del PIB Mundial a 28.05%.
En dicho periodo, la participación de México en el PIB Mundial registró una merma de -45%, pues cayó -1.01%, al pasar de 2.25% a 1.24% y su ubicación como potencia económica retrocedió de la 8ª a la 16ª posición, ya que fuimos rebasados por India, Canadá, Corea, Rusia, Brasil, Australia, España e Indonesia; en tanto que nuestro PIB Per Cápita cayó hasta la 76ª posición en el año 2020, con sólo 8,069 US anuales, lo que representó un incremento de 7% con respecto al año 2001, el registro porcentual más bajo de las 20 principales economías del mundo.
Gráfica
La propuesta de EEUU, de encontrar una Nueva Ruta de colaboración, es más válida y necesaria que nunca y, lo más sorprendente es que, a pesar de las enormes incoherencias señaladas, de milagro todavía creen en nosotros.
Desgraciadamente para México, no se ve de nuestro lado, algo que permita pensar que saldremos beneficiados debido a la carencia de ideas, así como la ausencia de una estrategia integral que incluya acciones congruentes y efectivas en materia de competitividad, fomento y comercio exterior, incluyendo una reestructuración del aparato de promoción de las exportaciones y la inversión extranjera, con políticas públicas realistas.