***El filósofo, escritor, ensayista, guionista, poeta y periodista se retira de las aulas después de impartir clases durante 50 años en la Universidad, 47 de ellos en Acatlán
Vallle de México, a 23 de noviembre del 2023.- El filósofo, escritor, periodista y docente Óscar de la Borbolla y Rondero se despidió de las aulas de la Facultad de Estudios Superiores Acatlán, durante un homenaje donde alumnos y amigos se reunieron para celebrar los 50 años impartiendo clases en la Máxima Casa de Estudios. En el auditorio 901, la maestra Nora Goris Mayans, secretaria General Académica, agradeció al profesor por los años que dedicó a la Universidad, 47 de ellos, en nuestro campus.
Goris Mayans destacó la trayectoria del escritor, pues “ha posicionado a nuestra Facultad como un referente en un ámbito literario, periodístico, de la ciencia, las humanidades y la filosofía”. De igual manera, le deseó éxito en sus próximos proyectos: “yo le quiero decir que Acatlán es, fue y seguirá siendo siempre su casa, donde nos dará muchísimo gusto volver a verlo, lo vamos a recibir siempre con los brazos abiertos y con el cariño que se merece por todo el trabajo y todo el amor que él nos ha brindado”, dijo.
Al comenzar la ronda de participaciones, el licenciado Miguel Ángel de la Calleja López, profesor de este campus, expresó que los recuerdos de su amistad con Óscar siempre se relacionan con las aulas, en las cuales impregnaba un sentido del humor y la ironía, además, ambos han compartido la experiencia de tener un pie dentro de la Universidad a través de la actividad docente, y otro fuera, lo que les ha permitido dedicarse al ejercicio de la escritura y la literatura.
“Te agradezco todos estos años que hemos estado en la Universidad, pero hay mucho tiempo que nos queda juntos todavía, y ahí en un asalto al infierno, nos seguiremos viendo”, comentó el docente a su amigo.
“Gracias por todo”, dijo el doctor Luis Antonio Velasco Guzmán, docente de esta unidad multidisciplinaria, quien recordó que hace 36 años, cuando llegó como estudiante a la entonces Escuela Nacional de Estudios Profesionales Acatlán, Óscar ya era famoso. Mencionó que las generaciones de la licenciatura en Filosofía de Acatlán eran como sombras en el Hades que buscaban algo de vida en la literatura y reflexiones del escritor, a pesar de que no les impartió clases a todos.
Velasco Guzmán dijo que De la Borbolla les decía a los estudiantes: “hagan amigos entre ustedes y solo así van a poder soportar la carrera (de Filosofía)”. Gracias a este consejo, el ahora catedrático en esta Facultad logró egresar de la licenciatura, a pesar de que en su generación ingresaron 55 alumnos y solo egresaron tres, entre ellos, sus amigos. Hacia el final de su intervención, el docente leyó ante el público un fragmento de Las vocales malditas.
“Tengo mucho que agradecerte, Óscar, no solo por mí, sino por la carrera de Filosofía, que hayas sido su oxígeno”, dijo el maestro Ernesto de Icaza Villalpando, jefe del programa de Humanidades y docente de este campus, quien comentó que el escritor ayudó a varios alumnos a que vieran a Acatlán como una casa, como fue su caso.
Destacó que la docencia es una actividad en ocasiones ingrata, porque a veces los profesores quieren enseñar, pero los alumnos no tienen ganas de aprender; sin embargo, Icaza Villalpando describió que Óscar le contagió su amor por los libros y autores como Italo Calvino, además, del escritor retomó un consejo que le ha ayudado a sobreponerse en situaciones difíciles: “no tomarse la vida tan desesperadamente en serio”.
Por su parte, la licenciada Sara Luz Alvarado Aranda recordó el primer día de clases como alumna de Óscar. “Como profesor fue una experiencia maravillosa, jovial, por cómo abordaba la Filosofía, de verdad me hacía dudar mucho, de repente no sabía si estaba hablando en serio o en broma”, rememoró la ahora profesora, pues describió que, después de explicar un tema, De la Borbolla se reía en cada clase: “no sé si se reía de nosotros, se reía del autor o se reía consigo mismo”.
La docente refirió que el escritor no solo impartió clases como profesor de la licenciatura en Filosofía, sino también de la asignatura en Introducción a la Filosofía en la carrera de Lengua y Literatura. Alvarado Aranda también comentó que Óscar fue profesor de carrera en el área de metafísica y ontología, además de funcionario como Coordinador de Humanidades.
A su vez, el doctor Antonio Marino López, profesor de esta entidad multidisciplinaria, mencionó que es amigo de Óscar desde antes de la fundación de Acatlán; de igual manera, reconoció que con la participación del escritor construyeron un plan de estudios que estuviera lejos de la dogmatización que reinaba en esos años en el campus, lo que distinguió a la licenciatura en Filosofía en nuestra Facultad.
Marino López agradeció a De la Borbolla por quitarle lo solemne a la filosofía. “Los profes de filosofía somos unos pedantes aburridísimos”, expresó al recordar que hubo un tiempo en que él y Óscar impartían clases en salones continuos, y mientras él explicaba muy solemnemente su tema, en la clase del escritor resonaban las carcajadas de los alumnos.
Después de escuchar los deseos y anécdotas que compartieron sus amigos, Óscar de la Borbolla agradeció por encima de todo a la UNAM y a la distracción de la academia, porque “no se dieron cuenta que se les coló una especie de Diógenes bien vestido”.
El escritor explicó que ha considerado a la Filosofía como una forma de vida, como una experiencia de rasgadura de la cotidianidad en la que buscaba que lo acompañaran los estudiantes para propiciar en ellos la certeza de que somos finitos y que solo hay dos caminos ante esta situación: el patético, que desemboca en una caída al sentimiento trágico, o el que ha tratado de practicar toda su vida: la risa.
“He entendido la Filosofía como este tratar de despertar en el otro la conciencia de que lo que tiene, que es su vida, no dura nada, no trasciende para nada y no tiene ninguna importancia, y por eso me reía de ellos, me reía de lo que estaba diciendo y me reía de mí mismo. Me reía de todo”, dijo el autor, contestando a la anécdota de Alvarado Aranda.
El profesor celebró la libertad de cátedra pues considero que el privilegio más grande es pararse frente a un grupo de jóvenes y empezar a divagar, además, mencionó que el espíritu de la Universidad radica en “la posibilidad de que alguien libre hable frente a gente también libre y que en el salón de al lado otro sujeto diga exactamente lo contrario, no para confundir, sino para que los estudiantes se den cuenta de que son puras opiniones, aunque sean muy calificadas y muy eruditas, en el fondo, y aquí vuelvo a mis orígenes, todo es interpretación”, acotó.
Por último, el profesor universitario aconsejó a sus alumnos a que aprendan a darse a entender, pues de esta manera los filósofos pueden ganar un buen dinero. “La amenaza idiota que me hicieron mis familiares de que me iba a morir de hambre por estudiar Filosofía, resulta que no se cumplió”, dijo divertido el también conferencista.
“Este mundo es de los que no se suicidan, y yo seguiré en este mundo hasta que, así como me fui libremente de aquí, me vaya libremente de pagar las cuentas de haber fumado tanto”, se despidió el escritor del auditorio.