Por Javier Ortiz de Montellano
“El Capitalismo no se hunde en crisis cada vez más profundas y duraderas: entra en crisis, se transforma y se repone”: Gérard Duménil y Dominique Lévy (Crisis y Salida de la Crisis, Orden y Desorden Neoliberales, 2000)
El siglo 21 se inauguró con el estallido de la llamada Burbuja puntocom, término que se refiere a un período de crecimiento fuertemente especulativo de 1995 al 2000 en los valores de las acciones bursátiles de empresas vinculadas a Internet y a la llamada nueva economía.
A partir del desarrollo de las tecnologías informáticas y de telecomunicaciones, los mercados financieros se fueron globalizando e intercomunicando, de manera que pasaron a formar un mercado global e interdependiente, operado por redes informáticas en tiempo real.
Estas transformaciones generaron nuevas reglas de juego financiero que proporcionaron el capital necesario para financiar nuevos proyectos empresariales y estuvieron en el origen del desarrollo de las empresas de Internet, y de esa nueva economía en general. Muy importante fue la revocación de la Ley Bancaria Glass-Steagall, que fue derogada en gran parte en 1999, permitiendo nuevamente a los bancos comerciales participar en la compra de acciones bursátiles. La participación desenfrenada de los bancos comerciales en los mercados bursátiles exacerbó la especulación en las nuevas empresas tecnológicas, lo que se consideró como el principal culpable del crac en la Bolsa en el cambio de milenio.
El estallido de la Burbuja.con en 2001 marcó el principio de una relativamente leve recesión en las naciones occidentales que duró dos años hasta que la Reserva Federal de Estados Unidos comenzó a bajar las tasas de interés. Y fueron tan bajas que dieron lugar a que los bancos pudieran ofrecer créditos hipotecarios muy baratos, lo que muchas personas aprovecharon para comprar casas, generándose una demanda desbocada de bienes raíces. Esto provocó una enorme burbuja inmobilaria desde 2003 que estallaría más adelante, en 2008, tras subir la Reserva Federal las tasas de interés para intentar controlar la especulación.
Esa vez, el estallido de la burbuja inmobiliaria afectó a gran parte del sistema financiero internacional, provocando una Gran Recesión a nivel mundial y en Estados Unidos se tuvo que recurrir a medidas extraordinarias de alivio monetario a instituciones de todo tipo, Hipotecarias, de Seguros, Bancos, Financieras, Fondos de Pensiones, etc, para evitar una Nueva Gran Depresión como en los años Treinta del siglo pasado.
La lección que queda es que el esquema siempre es el mismo: Auge especulativo, Tensiones, Estallido, Crisis, y Respuesta para salir de la crisis, la cual vuelve a sentar las bases para desatar un nuevo ciclo de auge, etc.
Lo que se observa es que cada vez se va haciendo más compleja la situación al añadirse nuevas características o “creaciones” a las respuestas. Por ejemplo, en la crisis del milenio, como vimos, jugaron un papel importante en el auge bursátil las nuevas tecnologías y la liberación bancaria para participar en Bolsas, luego se empezaron a producir tensiones en los mercados financieros que tras el estallido causaron la recesión económica.
La respuesta vino con la baja en las tasas de interés de 2001 a 2005, que promovieron un nuevo auge pero esta vez se añadió el “creativo” componente hipotecario a la díada Banca-Bolsa involucrando complejos instrumentos financiero-hipotecarios que se hicieron famosos con el nombre de “Derivados” y de muy mala fama después por la crisis, cuando al revertirse la baja en las tasas de interés y subirlas nuevamente se vió que ocultaban las fallas de las carteras de créditos hipotecarios de los bancos. Al empezar a revertirse las tasas se advirtieron las tensiones, y vino el consecuente estallido en los bancos, no sólo en la Bolsa, por la maléfica simbiosis inversionista de Bancos-Bolsa que permitió reanudar la revocación de la Ley Bancaria Glass-Steagall, que la permitió (cabe señalar que se mantiene). Vino la crisis en 2008 y para salir de la misma tuvo que recurrirse al exorbitante rescate monetario ya descrito.
Nuevamente se inició el ciclo, la transformada economía comenzó a reponerse lentamente y cuando parecía que tarde o temprano se desencadenaría el círculo vicioso, llegó la pandemia que provocó peores efectos que ya conocemos y en Estados Unidos concretamente el rescate financiero no sólo de instituciones, sino de las personas mismas mediante subvenciones en efectivo para suplir salarios, etc.
Dos años duró el encierro personal y al reabrirse la economía se empezaron a sentir nuevas tensiones en las cadenas productivas y en los diversos mercados, incluyendo las tensiones inflacionarias, a las cuales vino a agregarse en 2022 el conflicto Rusia-Ucrania, agregando incertidumbre a la situación económica mundial.
La respuesta, que no remedio, ha sido volver a subir las tasas de interés. Y con estas tensiones, la economía mundial se ha desacelerado, lo que augura problemas como el reciente descalabro que está provocando el cierre del Banco de Silicon Valley, que era el Banco número 16 en tamaño en Estados Unidos, pero con ramificaciones que repercuten en otras partes del mundo.
Puede decirse que estas crisis que estamos confrontando en el siglo son atribuibles a lo que los autores del libro citado en el epígrafe, Duménil y Lévy, denominan Capitalismo Gerencial, que es la separación que se da en la vida económica actual entre los dueños del capital y sus administradores financieros y la creencia (ingenua) o confianza de los dueños del capital, en el uso de gerentes profesionales en la administración o planificación de la actividad económica.
En pocas palabras, para finalizar, el Capitalismo se vuelve más financiero, pero los administradores financieros (funcionarios privados y públicos) han fallado cada vez más y provocan crisis, una tras otra.
Los autores proponen:
“Reparar la brecha en la economía requerirá límites al libre comercio y al libre movimiento internacional de capital; políticas destinadas a mejorar la educación, la investigación y la infraestructura; reindustrialización; y la tributación de mayores ingresos”.
Algo de eso parece estar sucediendo (la Desglobalización), se habla de reindustrialización y de mayor inversión en infraestructura, pero falta que se aprueben presupuestos. Falta mucho por hacer, especialmente para lograr imponer una mayor tributación a los mayores ingresos, como plantea el Presidente Biden en el vecino país para que sea aprobado en el próximo Presupuesto Gubernamental.
En Mexico, también debemos prepararnos para el futuro y no sólo aprovechar las “ventanas de oportunidad” a través del muro con Estados Unidos, sino generar nuestra propia estrategia de supervivencia, superando nuestras debilidades para el crecimiento, enfrentando las amenazas que inhiben el desarrollo, fortaleciendo las ventajas y posibilitando oportunidades propias.