***El Congreso de la Ciudad de México reconoce labor en las aulas de la filósofa Miriam Díaz Somera
Miriam Díaz Somera encontró su vocación como docente cuando entró al Centro de Estudios Tecnológicos, Industriales y de Servicios (CETIS) a impartir las clases de “Lógica”, “Ética” y “Temas de filosofía”, encontrándose con una población estudiantil muy especial, son jóvenes que están trabajando por la necesidad familiar y recurren a una carrera técnica profesional para de inmediato encontrar trabajo y ayudar a la economía familiar, por lo que tomó este reto como su labor social de retribuirle a la sociedad lo que la UNAM le enseñó durante su etapa como estudiante.
Lo que nunca pensó Díaz Somera, maestra en Filosofía por la Máxima Casa de Estudios y profesora de la FES Acatlán, que su enseñanza-aprendizaje a nivel medio superior la llevaría ganar la Medalla al Mérito Docente 2021 “Profesor José Santos Valdés”, que otorga la Comisión de Educación del Congreso de la Ciudad de México.
“Antes de este reconocimiento me sentía satisfecha por las muestras de agradecimiento y palabras que recibo de cada uno de los chicas y chicas que egresan, con eso me doy por bien servida, pero cuando me postularon para ese mérito, yo ya me sentía lograda, y es que participa gente de vasta experiencia, y por el simple hecho de la postulación yo ya estaba agradecida. Cuando me informaron que fui merecedora de ello me sorprendí, brinqué de alegría”, comentó.
En entrevista, Díaz Somera no puede ocultar que este reconocimiento que le otorgaron por sus aportaciones y liderazgo en la enseñanza desempeñada en la capital del país la compromete mucho más a transitar por el camino correcto, seguir desempeñando su labor como docente con compromiso y calidad.
“Esta medalla se la dedicó a mi familia y a mis padres que siempre han estado conmigo, pero en especial a la comunidad académica de la que formo parte, a ellos que siempre estamos buscando los mejores modelos de enseñanza-aprendizaje, que a pesar de que veníamos de una pandemia estuvimos al pie del cañón y buscamos alternativas para que el estudiante se prepare y tenga las herramientas necesarias para su desarrollo. Para ellos también va este reconocimiento”, dijo.
Admiradora de las películas del director francés Agnès Varda y del mexicano Carlos Reygadas, la catedrática confiesa que el dar clases en un plantel universitario como la FES Acatlán y en un CETIS, podría decir que son muy diferentes, pero la realidad es que “a través de los años me he dado cuenta que los alumnos de cada escuela sí son diferentes por las situaciones familiares o sociales, sin embargo, a la hora de estar en el salón de clase, son personas que buscan ser guiados. Me di cuenta que no había tanta distancia en aptitudes en los usos de las tecnologías. Cambié mi estrategia docente en ambos lugares y me ayudaron a profundizar más, ya que, en ambos, los alumnos están expuestos a las mismas referencias, diferencias y problemáticas de la realidad, por ello, siempre busco ser bastante dinámica y didáctica en ambos casos”, destacó.
Acatlán le encanta
Aunque su formación académica fue en la Facultad de Filosofía y Letras en Ciudad Universitaria, ser docente en la FES Acatlán le ha dado a Miriam un crecimiento profesional y personal que hoy agradece.
“Me encanta dar clases en Acatlán, parte de este logro es gracias a mi formación docente aquí. Gracias a mis grupos y el número de estudiantes con los que interactúo me ayuda porque es casi más personalizado, el ambiente es más agradable y la disposición del estudiantado es increíble. Es un orgullo estar aquí y formar parte de esta gran Facultad”, detalló.
Para la también integrante del Seminario Permanente de Historia de las Ideas en el Centro de Investigaciones sobre América Latina y el Caribe (CIALC), el ser profesora es una profesión que motiva a compartir saberes en las aulas, en el que se debe contar con una gran disposición de escuchar al estudiante, ya que ellos nos alientan para preparar una mejor cátedra y mejorar la enseñanza-aprendizaje.
“He aprendido a que no es llegar y dar contenidos, sino tener la disposición para compartir lo que uno sabe, para dialogar, para aprender del estudiantado en ese intercambio de saberes en las aulas. Pienso que muchas y muchos estudiantes nos aportan mucho a los docentes, ya sea que nos movilicen a nuevas referencias y estrategias o para perfeccionar nuestra enseñanza, me motiva esa capacidad que solo se vive en las aulas para intercambiar los saberes”, dijo.