Por: Víctor M. Zendejas Orozco*
La estupidez o corrupción de algunos presidentes municipales al embovedar, hacer avenidas o dar como drenaje a inmobiliarias las barrancas naturales que bajan de la Sierra de Guadalupe ocasiona desgracias en la parte urbana que han cobrado vidas humanas.
Décadas de mal entender cómo debe guardarse el respeto al equilibrio ambiental, o décadas de buen entender de cómo hacer cochupos con los dineros públicos y caer en el reposet del cómodo desdén sobre la problemática, ha llevado a una de las ciudades más importantes del mundo a padecer una sinnúmero de problemas al medio ambiente.
El desbordamiento de agua de lluvia que baja violentamente de la Sierra de Guadalupe y que se mezcla con aguas residuales causando destrozos y desgracias en personas y hogares, ha tocado a la puerta de presidentes municipales innumerables veces. Estos, pese a poder destinar un presupuesto económico para prevenir, han decidido hacer caso omiso.
Una de las barrancas más importantes de la Sierra de Guadalupe, con derivación en la zona urbana, conocida en esta parte como Los Acuales, causa severos problemas de inundación y riesgo sanitario entre la población y después de décadas de mediocres gobiernos sigue estando en la ignominia.
Octubre de 2009 y febrero de 2010 son fechas de triste recuerdo para miles de hogares que sufrieron anegación en distintos estados de país, incluido el Estado de México, principalmente en municipios conurbado con la Ciudad de México, por las intensas lluvias. Y en la memoria de Coacalco quedará el lamentable recuerdo de fallecimientos de personas arrastradas por la intensa bajada del agua contaminada.
Los distintos gobiernos federal y estatal, durante décadas, anunciaron diversas millonarias inversiones para programas en el Valle de México, para en un “futuro” contar con una megalópolis de primer mundo, que sólo ha quedado en el discurso.
Por ejemplo, en marzo de 2007, el entonces gobernador del estado de México, Enrique Peña Nieto, y el jefe del gobierno de la Ciudad de México, Marcelo Ebrard Casaubón, anunciaron una inversión “sin precedentes” de tres mil millones de pesos para la zona metropolitana de la Ciudad de México.
El monto estaba destinado, supuestamente, para obras de saneamiento y medio ambiente, saneamiento, agua, transporte y comunicaciones. Desde aquella fallida intención a la fecha las cosas en la zona metropolitana siguen iguales o peor, como se puede palpar en medio ambiente y saneamiento con las barrancas en la parte urbana, que son ignoradas y sólo se les recuerda cada año cuando inundan severamente hogares y se llevan vidas de por medio.
Incluso, cuando gobernó Coacalco, el ex presidente municipal David Sánchez Isidoro dio su primer informe de gobierno (al que asistió Enrique Peña Nieto) y anunció una inversión de ocho millones de pesos para un centro de emergencias, entre otras 207 quimeras acciones que, dijo, habían sido posibles “gracias al pago de impuestos de los habitantes”.
Sánchez Isidoro recibió en su oficialía de partes solicitudes para encausar al drenaje las aguas residuales de la barranca Los Acuales y su saneamiento, las cuales, igual que en otras administraciones mediocres, nunca fueron atendidas. Ni siquiera respondidas.
En 1998 ya se habían hecho peticiones sobre dicha problemática al gobierno panista que gobernó Coacalco. Se pavimentó y embovedo parte de dicha barranca y con la llegada de nuevos condominios que descargan sus aguas residuales en la misma se agravaron los problemas de insalubridad y desbordes en tiempos de lluvia.
En cuanto el actual edil, Darwin Eslava Gamiño, tomó posesión como presidente municipal constitucional y la agrupación ambientalista Franature y el Consejo de Participación Ciudadana le solicitaron encausar las aguas residuales y sanear la barranca Los Acuales, una de las más importantes bajadas de la sierra en mención.
Para tal efecto visitaron el sitio distintos directores por instrucciones de presidente municipal e hicieron estudios y pidieron a los solicitantes una relación de las peticiones a los distintos gobiernos, incluido el federal y estatal, que les fue entregada.
Al final respondieron mediocremente que no había presupuesto para llevar a cabo una obra de tal naturaleza. Pero el 6 de septiembre de este año, con la desgracia de hogares, autos y personas arrastradas por la fuerza del agua en bajada demostró que hubo falta de voluntad y que la decepción aumentó en miles de afectados, incluso imposibilitados para llegar a término feliz a sus hogares.
Y tal parece que una vez que pasen las lluvias todo ¿habrá cambiado? ¿Para que nada cambie? o ¡para que nada cambie! y prevalezca la mediocridad, el desdén y la corrupción y la mala planeación con la cantaleta de siempre: “no hay presupuesto”.
O como lo propuso en la campaña reciente David Sánchez Isidoro a los vecinos para lavarse las manos: “yo pongo el presupuesto y ustedes la mano de obra”.
*Presidente de la ONG Franature