Por Vidal Ibarra Puig[i]
En nuestra colaboración del 21 de septiembre, éramos optimistas (aunque con reservas, pero en fin optimistas), acerca de la recuperación de la economía mexicana. Este optimismo ha ido desapareciendo conforme pasa el tiempo. Veamos.
Malas decisiones
Varias veces hemos señalado en estas colaboraciones que la política económica del actual gobierno comete un error, y grave, al descuidar los gastos de inversión. Pero no solo por el monto, el cual ha disminuido desde que inició la actual administración, sino que la forma de instrumentar el poco gasto que ejerce de este rubro ha llevado a una atonía a la economía mexicana.
El INEGI nos informa el día 7 de diciembre que la Inversión Fija Bruta, que representa los gastos realizados en Construcción y en Maquinaria y Equipo de origen nacional e importado, registró una disminución en términos reales de 1.6 por ciento durante septiembre de 2021, respecto al mes de agosto, con cifras desestacionalizadas. Y lo delicado de este dato es que por componentes, los gastos efectuados en Maquinaria y Equipo total descendieron 1.6 por ciento y en Construcción, que por momentos parecía recuperarse, cayeron 1.5 por ciento en el noveno mes del presente año.
Esto se debe entre otras cosas a la creciente militarización del país, al darle al ejército labores que son propias del sector privado, con el pretexto de evitar la corrupción (aunque algunos reportajes periodísticos señalan que, por ejemplo, en la construcción del aeropuerto de Santa Lucía, hay malos majos del presupuesto), además de la asignación directa de contratos sin licitación y en proyectos muy focalizados, favoreciendo solo a unas cuantas empresas.
Malos resultados La falta de inversión conlleva a la no creación de empleos, lo cual genera desempleo y caída en la demanda. Pero además genera pobreza. La falta de apoyos a las empresas, como haría cualquier gobierno neoliberal, dejó a las empresas desprotegidas frente a la crisis, a lo que se sumó los escasos apoyos a los hogares; y esta situación del Covid 19, como sabemos, afectó al mundo entero, concretamente a América Latina y el Caribe ¿Consecuencia? La Organización de las Naciones Unidas, la ONU, señala en un reciente informe que “Desde el trienio 2013-2015, la prevalencia de la subalimentación en los países de América Latina y el Caribe ha tendido al alza, aumentado en Colombia, Ecuador, México, Paraguay, Perú, Surinam y la República Bolivariana de Venezuela. Entre ese trienio y el más reciente con información disponible (2018-2020), hubo un aumento significativo en la República Bolivariana de Venezuela de 22,4 puntos porcentuales, alcanzando una prevalencia de 27,4 por ciento. Tanto Ecuador como Perú mostraron incrementos mayores a 3 puntos porcentuales, mientras en México el alza se cifró en 2,8 puntos porcentuales.
Malas noticias
Y todo esto lleva a que la salida de capitales de México continúe: desde el 8 de febrero de 2019, en que se tuvo el nivel más alto de inversiones en instrumentos gubernamentales por parte de extranjeros (clasificados como No residentes por el Banco de México), al 26 de noviembre pasado, han salido del país 674 miles de millones de pesos ¿Causas? Incertidumbre ante la política económica gubernamental, desconfianza hacia el gobierno como administrador, desconfianza ante la falta del estado de derecho, desconfianza ante la creciente militarización de la vida civil.
Creemos que es momento, estimada lectora, estimado lector, de hacer cambios fundamentales en la política económica ¿usted qué opina?
Cuiden su salud, cuiden su dinero. Usen cubrebocas por favor.
[i] Doctor en Relaciones Económicas Internacionales por Sciences Po París; profesor en el Departamento de Economía, UAM Azcapotzalco, [email protected]