Por Vidal Ibarra Puig[1]
El continente europeo enfrenta serios desafíos: bajas tasas de natalidad, guerra en sus fronteras, amenazas sobre el presupuesto para aumentar los gastos bélicos, afectaciones climáticas muy fuertes, entre otras situaciones. Por ejemplo, justo ahora uno de sus países más productores de bienes agrícolas, España, enfrenta una gran sequía y problemas de competencia con productos importados, a pesar de que, por ejemplo, en 2022 el sector agrícola recibió casi 7 billones de euros de subsidios (solo superado por Francia, cuyo sector recibió 9.5 billones de euros). Pero la situación de retos para el continente es generalizada. Su participación en el comercio Internacional ha venido disminuyendo desde 1993 (tomamos este año considerando que Alemania ya estaba unificada y se reporta desde entonces una sola serie estadística).
Del cuadro anterior, vemos la caída especialmente fuerte de la participación de las exportaciones para el caso de Inglaterra (hace años alguien dijo que Inglaterra era un país desarrollado en vías de subdesarrollo). Nótese que estamos hablando de datos porcentuales, no en absolutos, los cuales estos últimos han seguido aumentando, pero en caso de la comparación mundial, el porcentaje de participación ha descendido en favor sobre todo de Asia.
Pero hay otro indicador que nos hace ver que la situación europea no avanza como uno esperaría. En la siguiente gráfica se aprecia el crecimiento del PIB de la zona del euro comparado con otras zonas o países. Se aprecia el crecimiento mesurado del mismo, comparado con el fuerte crecimiento de la economía china.
Si analizamos los datos, el resultado es el del cuadro siguiente:
Nótese el incremento tan fuerte en el caso de China, que ha rebasado, por mucho, al continente europeo. Este significativo crecimiento del gigante asiático es seguido por el crecimiento de los Estados Unidos, pero no es lo suficientemente grande para separarse de China. Un dato que llama la atención es que América Latina y el Caribe, pese a todas las vicisitudes, aumentó 103 por ciento.
Detrás de estas cifras hay varios aspectos para analizar en el caso europeo: la educación, la falta de mano de obra calificada, la productividad. En un trabajo que estamos elaborando, de una muestra de 18 países europeos, con datos de la OCDE, el crecimiento de su productividad de 2000 a 2021 fue de casi 9 por ciento en promedio para el periodo mencionado; para el caso de Estados Unidos la productividad aumentó en 32.9 por ciento de 2000 a 2020, y en el caso de Corea del Sur, aumentó 64.9 por ciento de 2020 a 2021.
La innovación es otro aspecto que los europeos deben de poner más atención. Según datos de WIPO (siglas en inglés de la Organización Mundial de la Propiedad Intelectual), en 2021, Asia registró el 67.6 por ciento de las patentes a nivel mundial, mientras que América del Norte el 18.5 y Europa el 10.5 por ciento (lo demás se divide entre las demás zonas; por ejemplo, América Latina y el Caribe registró el 1.6 por ciento del total de las patentes y África el 0.6 por ciento).
Es urgente la modernización de Europa y el apoyo a las nuevas tecnologías y a los emprendedores. El crecimiento asiático, sobre todo de China, ya no es solo una competencia, sino una amenaza para los mercados antiguamente considerados como propios de Europa.
Y América Latina y el Caribe, ya deberían estar pensando en un escenario de educación de excelencia, apoyo a la investigación y desarrollo tanto del sector público como del sector privado; y en un plan de desarrollo de Gran Visión a 25 años, con sectores bien definidos a desarrollar, donde se utilicen tecnologías de punta. En lo particular ¿ya está México en ese camino?
Cuide su dinero, cuide su salud. Use cubrebocas. Las variantes del Covid19 siguen muy activas en México
[1] Profesor en el Departamento de Economía de la UAM Azcapotzalco.