Por Vidal Ibarra Puig[1]

El INEGI nos informó el pasado día 25 que la economía de México creció 1 por ciento al terminar el primer trimestre de 2022, y en comparación con el último trimestre de 2021.

El crecimiento estuvo impulsado por el PIB de servicios como aviación, hotelería y restaurantes, el cual creció 1.3 por ciento respecto al último trimestre de 2021; recordemos que este sector fue el más golpeado por la pandemia, así que cualquier rebote debe ser visto con calma, pues en realidad se trata de una recuperación del sector después de una caída histórica.

Le siguieron en crecimiento las actividades por manufacturas (PIB secundario) con 1.2 por ciento, respecto al último trimestre de 2021.

No obstante, el PIB primario, que conjunta a las actividades agrícolas, de pesca, minería y ganadería descendió 2 por ciento, respecto al trimestre anterior.

Este último dato es muy preocupante, pues son precisamente estos productos los que más están aumentando sus precios, como usted lo puede constatar cuando hace sus compras en el super.

Y es que la economía no va tan bien como parece, y eso lo saben los millones de mexicanos que perdieron su empleo y que ahora trabajan en la informalidad, como lo muestra el siguiente cuadro.

Observe usted el impacto tan fuerte que está teniendo en el sector femenil la actual política económica: casi 13 millones de mujeres trabajan en el sector informal, y muchas de ellas son el sostén de su hogar, sin seguridad social, sin planes de ahorro, sin vacaciones, etcétera.

De manera adicional, los precios de la canasta básica siguen incrementándose; es decir, no se nota algún efecto del plan que el gobierno lanzó para contener la inflación.

Y si el precio de la gasolina no ha subido, se debe a que el gobierno la está subsidiando con el ingreso extra obtenido por al alto precio de las exportaciones petroleras.

A lo anterior se añade que nuestro país registró 150 masacres entre enero y abril; Michoacán tuvo el mayor número, con 25, y luego le siguen Guanajuato y Zacatecas, con 14 cada uno.

Esto no deja de ser importante pues México sigue siendo un país atractivo para la inversión extranjera directa, a pesar de los bajos niveles de educación que tendrá la mano de obra en el futuro, dada la baja preparación que están recibiendo actualmente los miles de niños que están cursando la educación básica, debido a diversas causas (la pandemia, la escasez de medios educativos, etcétera).

No olvidemos que la inseguridad es un elemento fundamental de la competitividad, y si se enrarece el ambiente de negocios, las ventajas que tiene México se pueden esfumar a favor de otros países, tales como los del Caribe y los centroamericanos, donde la mano de obra es más barata.

La misma inversión en México sigue sin afianzarse en su recuperación, y las alzas en las tasas de interés encarecen el crédito, tanto para la inversión, así como para el consumo, por lo que una eventual recuperación sigue retrasándose: sin inversión no hay empleos, y las alzas tasas de interés se llevarán el ingreso disponible de los cuantahabientes al pagar sus tarjetas, si se retrasan en sus pagos.

Finalmente, se debe de anotar que las tarjetas de crédito se están utilizando cada vez más para las compras en el supermercado, lo cual es una mala señal, pues se está financiando el consumo con crédito, lo que quiere decir que el dinero ya no alcanza.

Urge elevar la producción de bienes básicos y frenar la inflación

Por favor, cuiden su salud y su dinero. Usen cubrebocas.

[1] Profesor en el Departamento de Economía de la UAM Azcapotzalco, viip@azc.uam.mx